miércoles, 21 de abril de 2010

José Toro Hardy El Universal / ND Contracflación

La enfermedad provocada por la suma de la ignorancia, la ineficiencia, el populismo…

La inflación consiste en un aumento general de los precios que por lo general ocurre cuando la cantidad de dinero que circula crece más que la oferta de bienes y servicios. Es decir, cuando el gobierno gasta más dinero del que recibe y, para poder cubrir la diferencia, obliga a los bancos centrales a emitir mayor cantidad de moneda. Para eso hay que quitarles la autonomía a los bancos centrales y obligarlos a imprimir los billetes que requieren los gobiernos para financiar sus gastos. Se trata de un verdadero impuesto que puede ser introducido sin que nadie deba apoyarlo con su voto. Ningún congresista se vio jamás en la necesidad de levantarse y decir: “yo voto por la inflación”.

Al recibir el Premio Nobel de Economía 1976, Milton Friedman dijo:

“Muchos países sufren hoy los efectos de una inflación socialmente devastadora, un desempleo anormalmente alto, una errónea utilización de los recursos económicos y, en ciertos casos, la pérdida total de la libertad. Sucede todo ello no porque gentes malintencionadas hayan tratado de conseguir tales resultados, ni porque los ciudadanos persigan objetivos contrapuestos, sino porque se ha incurrido en errores de juicio acerca de las consecuencias de las medidas adoptadas por los gobernantes, errores que, al menos en principio, pueden ser corregidos mediante un mejor conocimiento de la ciencia económica positiva”.

Venezuela es hoy en día uno de los países con mayor inflación en todo el mundo, fundamentalmente como consecuencia de la ignorancia y la incompetencia de sus gobernantes.

Pero mucho más grave que la inflación es la estanflación, que surge en la década de los setenta, cuando muchos gobiernos optaron por políticas económicas expansivas con el objeto de reactivar a sus economías, incurriendo para ello expresamente en severos déficit fiscales que en buena medida fueron financiados por sus bancos centrales. A partir de un momento determinado los niveles inflacionarios crecieron de manera desbocada, mientras sus economías se mantenían estancadas.

De allí el término “estanflación”, es decir, estancamiento con inflación. Se trataba de una enfermedad perversa porque todas las medidas que se podían tomar para curar la inflación -como por ejemplo el recorte del gasto público- agravaban el estancamiento económico. Pero a la inversa, las medidas que se podían tomar para curar el estancamiento -como el aumento del gasto público- agravaban la inflación.

La “estanflación” llegó a ser calificada como el peor cáncer de una economía. Fue responsable de la caída de muchos gobiernos. Por ejemplo, el gobierno laborista inglés presidido por el primer ministro laborista James Callagham, sucumbió a esta patología y en 1979 fue reemplazado por el gobierno conservador presidido por Margaret Thatcher. Por otra parte, en América Latina, fueron muchos los gobiernos que afectados por el cáncer de la estanflación cayeron en medio de sangrientos golpes de Estado.

Pero ahora en Venezuela estamos inventando una nueva patología económica, de proporciones muchos más graves, que no puede ser definida como un simple estancamiento económico que coincide con altas tasas de inflación.

¡No! Venezuela no enfrenta sólo un estancamiento. Lo que en verdad nos está ocurriendo es que nos estamos dirigiendo aceleradamente hacia el precipicio de una severa contracción económica. Algunos analistas calculan que la contracción del PIB puede haber alcanzado niveles de entre un 6 y un 8% durante el primer trimestre, a pesar de que las empresas públicas suelen adornar sus resultados (incluyendo el BCV) para complacer los designios de la revolución. La contracción se ve provocada y agravada por políticas públicas terriblemente equivocadas, que están generando una inseguridad jurídica sin precedentes en el país. Como consecuencia de ello, son pocos los que se atreven a invertir, lo que está llevando a la muerte progresiva del sector privado venezolano. A todo ello hay que agregar la crisis eléctrica que viene generando daños devastadores en nuestro aparato productivo.

Como si lo anterior fuera poco, la inflación se eleva a niveles sorprendentes, que de acuerdo con Maza Zavala, superarán el 30%.

No padecemos, pues, de una estanflación. ¡Hurra por la inventiva de la revolución! La enfermedad provocada por la suma de la ignorancia, la ineficiencia, el populismo y la demagogia de quienes nos gobiernan, podría más bien ser catalogada bajo el nombre de “contracflación”.

pepetoroh@gmail.com
http://www.noticierodigital.com/2010/04/%C2%A1contracflacion/

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