A Chávez las venideras elecciones parlamentarias lo traen de cabeza. No sólo porque está consiente de la importancia de las mismas para el mantenimiento, en el tiempo, de su proyecto político totalitario, sino que, esta vez, encara el reto en condiciones adversas.
La situación financiera derivada del problema cambiario no puede ser peor. Hasta el punto de que el Gobierno ha detenido la entrega de dólares por 15 días (¿), paralizando casi por completo a la economía (somos una nación importadora que no produce prácticamente nada). Esto evidentemente tendrá consecuencias negativas en el corto plazo en materia de abastecimiento de productos básicos y de toda índole, y de bienes y servicios. Y, lo peor es que los altos funcionarios no encuentran la solución. Por eso, corren la arruga hasta lograr la cuadratura del círculo. Para al final morir con el imperio mismo (Bloomberg. Habrase visto empresa más representativa del denostado capitalismo internacional), para que le desarrolle la plataforma tecnológica necesaria. Adicionalmente, el festín de los petrodólares parece tocar fondo, agarrando a Chávez entretenido expropiando lo que sea, porque ningún funcionario, independientemente de su jerarquía, se atreve a abrir la boca, a los efectos de alertarlo sobre la magnitud y gravedad de lo que viene....
De pronto, Chávez, descubre, cual marido cornudo que, el esquema diseñando por sus ministros de finanzas, aplicado durante esto últimos años –si ningún tipo de control estatal- no es tan prístino como él suponía. Resultando una ventana, muy bien aprovechada por unos pocos aventajados boliburgueses, a costa del bienestar de los venezolanos. Su reacción, como siempre, es la de echarle la culpa a los demás y vender el sofá. En este caso tan particular, bien valdría la pena preguntarse, en que nube estaban Chávez y sus ministros del área de las finanzas y de la economía, que se percataron tan tarde, de esta suerte de conspiración “malévola”, hecha delante de sus propias narices…
De otra parte, está la peregrina e intencional política de destruir el aparato productivo privado, para sustituirlo por un atrasado capitalismo de Estado. Hablando en términos marxistas: pretender imponer modos de producción del comunismo del siglo XX, bajo la engañifa de que se trata de un nuevo modo de producción del llamado Socialismo del Siglo XXI. Es decir, el mismo “musiú” con diferente cachimbo. Todo a los fines de lograr el absoluto control político y administrativo de la fabricación y distribución de los alimentos de la dieta básica. De allí la tirria, amenazas y acorralamiento, cada vez mayor, contra la Polar y otras empresas alimenticias; consideradas estratégicas en el esquema comunista en proceso acelerado de instauración. Pero: ¿por qué se embarca en esta carrera diabólica? ¡Ah!, porque, según el comandante en Jefe, ya entramos en la lucha electoral. Entonces, atribulado por esta circunstancia vital, hace lo que siempre ha hecho: huir hacia adelante… Al menos, hasta ahora, esta línea de acción escapista le ha rendido buenos frutos. La diferencia está en que las cosas no le están saliendo del todo bien. Le van cayendo, poco a poco, las siete plagas de Egipto. De allí que la intención sea arremeter contra todo para matar dos pájaros de un tiro. Por una parte, avanzar hasta donde pueda, utilizando el viejo expediente del miedo. Y, por la otra, apostar a la profundización del antagonismo dialéctico entre los polos de la sociedad que se enfrentarán electoralmente el 26 de septiembre.
La situación financiera derivada del problema cambiario no puede ser peor. Hasta el punto de que el Gobierno ha detenido la entrega de dólares por 15 días (¿), paralizando casi por completo a la economía (somos una nación importadora que no produce prácticamente nada). Esto evidentemente tendrá consecuencias negativas en el corto plazo en materia de abastecimiento de productos básicos y de toda índole, y de bienes y servicios. Y, lo peor es que los altos funcionarios no encuentran la solución. Por eso, corren la arruga hasta lograr la cuadratura del círculo. Para al final morir con el imperio mismo (Bloomberg. Habrase visto empresa más representativa del denostado capitalismo internacional), para que le desarrolle la plataforma tecnológica necesaria. Adicionalmente, el festín de los petrodólares parece tocar fondo, agarrando a Chávez entretenido expropiando lo que sea, porque ningún funcionario, independientemente de su jerarquía, se atreve a abrir la boca, a los efectos de alertarlo sobre la magnitud y gravedad de lo que viene....
De pronto, Chávez, descubre, cual marido cornudo que, el esquema diseñando por sus ministros de finanzas, aplicado durante esto últimos años –si ningún tipo de control estatal- no es tan prístino como él suponía. Resultando una ventana, muy bien aprovechada por unos pocos aventajados boliburgueses, a costa del bienestar de los venezolanos. Su reacción, como siempre, es la de echarle la culpa a los demás y vender el sofá. En este caso tan particular, bien valdría la pena preguntarse, en que nube estaban Chávez y sus ministros del área de las finanzas y de la economía, que se percataron tan tarde, de esta suerte de conspiración “malévola”, hecha delante de sus propias narices…
De otra parte, está la peregrina e intencional política de destruir el aparato productivo privado, para sustituirlo por un atrasado capitalismo de Estado. Hablando en términos marxistas: pretender imponer modos de producción del comunismo del siglo XX, bajo la engañifa de que se trata de un nuevo modo de producción del llamado Socialismo del Siglo XXI. Es decir, el mismo “musiú” con diferente cachimbo. Todo a los fines de lograr el absoluto control político y administrativo de la fabricación y distribución de los alimentos de la dieta básica. De allí la tirria, amenazas y acorralamiento, cada vez mayor, contra la Polar y otras empresas alimenticias; consideradas estratégicas en el esquema comunista en proceso acelerado de instauración. Pero: ¿por qué se embarca en esta carrera diabólica? ¡Ah!, porque, según el comandante en Jefe, ya entramos en la lucha electoral. Entonces, atribulado por esta circunstancia vital, hace lo que siempre ha hecho: huir hacia adelante… Al menos, hasta ahora, esta línea de acción escapista le ha rendido buenos frutos. La diferencia está en que las cosas no le están saliendo del todo bien. Le van cayendo, poco a poco, las siete plagas de Egipto. De allí que la intención sea arremeter contra todo para matar dos pájaros de un tiro. Por una parte, avanzar hasta donde pueda, utilizando el viejo expediente del miedo. Y, por la otra, apostar a la profundización del antagonismo dialéctico entre los polos de la sociedad que se enfrentarán electoralmente el 26 de septiembre.
http://www.analitica.com/va/politica/opinion/5152073.asp
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