miércoles, 9 de junio de 2010

Antonio Cova Maduro El Universal / ND Y no pasa na’

Junio 9, 2010

La parálisis letal tiene su origen inicial en lo increíble que les luce a los venezolanos lo que está pasando

Era esa la inexorable conclusión de José Mota en su programa de TVE. Una y otra vez, cuando llevaba al borde a alguno de sus famosos interlocutores -casi siempre connotados en la farándula española- Mota les aseguraba que, total “no pasa na’”. Así, cuando cualquier venezolano oye del rosario de injurias y humillaciones que el país sufre a manos del autócrata, invariablemente concluye, como Mota, “y no pasa na’”.

Pero, ¿es eso verdad? Realmente ¿no pasa na’? O más bien, ¿no será que creemos que “no pasa na’” porque, de inmediato no se presenta una especie de sublevación ante lo que todos consideran que es una serie interminable de abusos de poder? Y esa creencia ¿tiene bases absolutamente incontestables?

Creo que estamos en una urgente necesidad de enfatizar que encaramos este asunto con una notable ausencia de consciencia histórica. Quiero decir que somos ciegos -voluntariamente o no- a lo que la historia nos muestra sin cesar. En efecto, una y otra vez, ella no cesa de insistirnos acerca de que “el que nada pase de inmediato, y que los desmanes se produzcan sin provocar reacción Inmediata alguna, no quiere decir, en modo alguno, que esas reacciones, a veces inesperadas, no terminen imponiéndose con fuerza”.

Así, cuando con asombro y en estado de inerme perplejidad, los dirigentes de la Iglesia medieval recibían las brutales noticias sobre el colapso de las estructuras eclesiásticas y la práctica de la fe en vastos territorios del norte de Europa, amén de asombrosas defecciones en las vecindades, parecía impensable que esa misma Iglesia, acosada por aquella súbita jauría y el “pase al enemigo” de príncipes y arzobispos, iba a reaccionar con un vigor imprevisto; ni que saldría airosa de la prueba. No sólo eso, sino que conquistaría nuevas tierras en otros continentes, con renovadas y poderosas congregaciones religiosas, como el Carmelo y los jesuitas.

De nuevo, la historia mostraría lo mismo tras los pasos devastadores de los ejércitos napoleónicos por el continente europeo. ¡Si hasta el notable primer ministro inglés Pitt murió con la convicción de que Napoleón era, no sólo invencible, sino perdurable! ¿Y qué diríamos del modo como los europeos de 1940 contemplaban la arrolladora presencia de Hitler? Como bien insiste el notable historiador norteamericano John Lukacs, Hitler era no sólo el más grande líder que Alemania había contemplado, sino el poseedor de una inextinguible buena estrella. Ella sólo le guiaba hacia adelante; jamás hacia atrás… ¡hasta el ataque a Rusia!

Por donde usted lo mire, ni aun los poderes de acero que la historia ha contemplado carecieron de sus pies de barro, como machaca la Biblia. ¿Cómo es, entonces, que muchos venezolanos, ante lo que nos está pasando lucen como animales paralizados frente a una agresiva serpiente que feroz se apresta a atacarles?

Esa parálisis letal tiene, por supuesto, su origen inicial en lo increíble que les luce lo que está pasando, y por qué no admitirlo, en los maléficos efectos que una perniciosa y omnipresente comparación con el calvario de la Cuba comunista les produce. A machamartillo insisten en que como esto es una copia al carbón del proceso cubano, por fuerza se producirán idénticos efectos.

Pero nunca se pasean porque ese modelo, justo ahora tiene la respiración entrecortada del moribundo. ¡Si hasta ha llamado a los obispos para que agencien rápido la extremaunción! Tampoco lo hacen cuando debieran buscar al equivalente del padrino soviético que por tres décadas le dio respiración artificial al incompetente régimen castrista. ¿Por dónde se avizora algo igual para Chávez, si lo único que vemos son buitres sobrevolando tanto container?

El único éxito reciente de Chávez es su papel de jefe de campaña de Santos en Colombia. Sin él, Mockus estaría hoy pisándole los talones; por eso es Santos el único que sinceramente le da las gracias, sin exigirle nada a cambio.

Prestémosle, entonces, aunque sea un poco de atención a lo que la Historia nos grita desde múltiples rincones. Aceptemos con humildad que nos lleve de la mano por todas las pifias que este régimen acomete y con humildad encaremos la pregunta clave: ¿es con tropelías y desmanes que un modelo al que la inmensa mayoría rechaza -encuestas dixit- lograría implantarse indefinidamente?

Por Dios, ¿es que nada nos dice que, justo en el momento, del ataque final a Polar, le estalla en las narices -literalmente- el nauseabundo hedor de los containers? Entonces, ¿es verdad que “no pasa na’” por estos lares?

antave38@yahoo.com

http://www.noticierodigital.com/2010/06/y-no-pasa-na/

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