jueves, 30 de junio de 2011

Amores entre alacranes






¿Acaso no tuvo J.V. Gómez que desterrar a su propio hijo? Por algo abolió la Vicepresidencia...


ANTONIO A. HERRERA-VAILLANT | EL UNIVERSAL
jueves 30 de junio de 2011 12:00 AM

Un rasgo recurrente en la política del subdesarrollo es que surgen castillos de naipes que -en sus momentos de mayor apogeo- parecen invulnerables.

Como hongos tras la lluvia surgen movimientos -siempre en torno a un osado caudillo- que generan intensos fanatismos y aglutinan la adhesión de amplias masas

Son destructivos procesos que suelen agotarse tan sorpresivamente como aparecen -cual infecciones virales- porque invariablemente traen sus pies de barro y en su esencia las semillas de una inevitable destrucción.

Diseñados a imagen y semejanza de un simple mortal, los regímenes que forman comparten la frágil existencia de su máximo líder.

Su talón de Aquiles es que todo caudillo caprichoso y despótico apenas logra rodearse de la gente menos de fiar de cualquier sociedad, dispuesta al más arrastrado servilismo y al más abyecto culto a la personalidad.

Sus más cercanos aliados internacionales son ególatras oportunistas de su misma ralea y condición.

Cuando se trata de regímenes populistas, paridos de la extrema izquierda, su factor unificador es el odio compartido hacia cuanto que represente éxito en la vida: un resentimiento insaciable que les lleva a destruir todo lo hermoso y todo lo que medianamente funciona en cualquier país, sin lograr nada duradero a cambio.

Si adicionalmente disponen de ilimitados recursos, componen efímeras coaliciones -nacionales e internacionales- basadas en superficiales lealtades mercenarias, incondicionales mientras se juntan a un carro vencedor.

Como el notorio pacto Hitler-Stalin, sus alianzas son de mera supervivencia entre lobos de una misma camada. Ante una crisis inesperada se pone en evidencia la verdadera naturaleza de toda una fauna de hienas oportunistas y buitres carroñeros.

Al tambalear el árbol del liderazgo comienzan los escarceos y posicionamiento por la sucesión. Ni los parentescos son garantía. ¿Acaso no tuvo J.V. Gómez que desterrar a su propio hijo? Por algo abolió la Vicepresidencia en Venezuela.

En lo internacional todos sus "hermanos del alma" y aun padres espirituales toman prudente distancia. Si no que lo digan los Castro, con su cementerio privado de "fraternos" caídos en desgracia: Allende, Bishop, Noriega, los dirigentes de la extinta URSS y Europa Oriental, Gadafi, y todo cuanto venga atrás.

Porque quien traiciona una, traiciona mil veces, así se desgañite proclamando lealtad, solidaridad y fraternidad. A solas, y en sus horas menguadas, es que todo caudillo descubre lo que es amor entre alacranes. Así mañana lo exhiban cual cadáver del Cid.

aherreravaillant@yahoo.com

Fuente: El Universal

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