Jordy MoncadaHay tanto que evaluar de las transiciones vecinas, decisiones sorprendentes que nos hacen ver lejana una transición efectiva hacia la democracia en Venezuela. Dentro de estas decisiones a estudiar tenemos el caso de Chile, un país que fue sometido a una dictadura militar, en donde los desaparecidos llenan listas y embargan el recuerdo de sus familiares.
Augusto Pinochet quien derrocó a Salvador Allende aquel fatídico 11 de septiembre de 1973, dirigió los rumbos del país austral hasta 1989, un país que dio un ejemplo al mundo. Pues evidencio que para salir de un régimen que se aleja de la democracia no hacen falta bombas, ni misiles, ni estadios repletos de prisioneros, hace falta organización, concertación y voluntad.
El caso chileno tiene una gran semejanza con el posible caso venezolano, pues se espera una salida electoral, en el caso chileno la Constitución aprobada en 1980 establecía que a los 8 años se convocarían elecciones para ratificar al dictador en su cargo. En nuestro caso, la Constitución prevé elecciones para el 2012, en donde todos esperamos lograr un cambio de gobierno.
Esas históricas elecciones de 1988 fueron ganadas por quienes adversaban el régimen de Pinochet, quien tuvo que ser convencido por la cúpula militar de aceptar los resultados electorales.
Un resultado electoral que arrojó un 44,1% a favor de que siguiera Pinochet en el poder y un 55,99% que estaba en contra. Es muy curiosa la lectura, después de tantos años de dictadura, una representación más que significativa del pueblo chileno estaba de acuerdo con que la dictadura continuara, es ahí cuando surge la obligación de negociar, cuando surge la necesidad de una transición con ambos factores trabajando en conjunto.
Un resultado electoral parecido, incluso quizás más cerrado puede ser el que termine con el actual gobierno en Venezuela, lo que supone la obligación de que sigamos analizando transiciones en todo el mundo.
Uno de los principales actores en esa transición chilena fueron los militares, quienes gozaban de los más altos niveles de autonomía legal y funcional del continente, sin embargo, se logró que se adaptaran sin protestas o revueltas al nuevo rumbo, a la democracia.
Este rumbo, tiene un condicionante particular, complejo de comprender y que sirve de lección a la tolerancia que debe privar en un proceso de transición. El General Augusto Pinochet se mantuvo como Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas hasta 1998, es decir, la democracia chilena arranca con el dictador en el gobierno, con el dictador dirigiendo las fuerzas armadas.
Casi 10 años duró el ejercicio de la más alta función militar, un ejercicio que no empañó el incuestionable proceso chileno, que hoy se mira como ejemplo al mundo, se demostró una vez más que en la transición debe estar muy presente el antiguo gobierno, así como Adolfo Suarez dirigió España, en Chile si bien se eligió a un nuevo Presidente, quien tuvo todas las competencias inherentes al cargo para gobernar, tuvo que entenderse con el dictador, pues era él quien dirigía las fuerzas armadas.
Nuestro espíritu es buscar soluciones y en la investigación hay ejemplos, ¿imaginamos a Chávez Comandante en Jefe de nuestras Fuerzas Armadas y que el poder político sea manejado por la oposición? ¿Tenemos la tolerancia y la disposición para incluirlo en el nuevo gobierno?
La transición es sinónimo de madurez, voluntad y progreso.
Jordy Enrique Moncada Cartaya / jordyenrique@gmail.com
Twitter: @JordyMoncada
Fuente: Blog Enlace Venezuela
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