Venezuela no tiene condiciones mínimas para desarrollar con normalidad la vida diaria. Mucho menos para planificar el futuro que ya llegó, que se tiene que construir con el esfuerzo diario, pero con objetivos existenciales claros. ¿Qué va a pasar? ¿Cómo salimos de esto? Pocos saben qué hacer con la familia, la profesión y las actividades productivas de cualquier naturaleza legítima, y quienes creen saberlo, posiblemente no tengan los medios para proceder en consecuencia. De muchos se apodera una suerte de resignación pesimista. Rechazan el régimen y rezan por un cambio, pero están bastante decepcionados de una cierta oposición que se mueve por debajo de lo necesario. El ciudadano común, ese que no vive del Gobierno, ni de la política ni de la oposición, sufre una lucha interior entre la cautela y la pasión por el país, por la democracia y la libertad.
En estas circunstancias, hay que volver a las raíces para evaluar, serenamente, aciertos y errores. El régimen chavista no se instala por obra y gracia del Espíritu Santo, ni Chávez llegó a la Presidencia por casualidad. Fue la consecuencia de graves errores y omisiones que dejaron atrás los aciertos de las décadas anteriores. El problema es que esa consecuencia, en menos de una década, se convirtió en causa originaria del agravamiento de todos los problemas heredados y de otros nuevos, distintos pero tan graves o más peligrosos que los anteriores. El desmoronamiento de la institucionalidad democrática y el indignado desconcierto de la mayoría del pueblo, se debe a que el sistema fue incapaz de trasmitir sus valores de una generación a otra. En algún momento fueron puestos de lado. Buena parte del liderazgo político, económico y social se entrampó en medio de maniobras sagaces y la avidez de poder político y dinero no siempre transparente.
Tenemos que reaccionar radicalmente. Ser radical significa ir a la raíz de los problemas y construir los instrumentos adecuados a una lucha atípica que no puede agotarse en lo electoral frente a una tiranía comunista. La unidad a la cual aspiramos tiene que ser muy superior a eso. Necesitamos una síntesis superior y diferente a lo existente. Venezuela no puede continuar confrontada consigo misma, llena de odios estimulados desde la cúpula del poder. No puede ser que cada sector actúe independientemente en función de inmediatismos que tampoco saben afrontar. Sin darse cuenta, están al margen del interés común. Hay que luchar con mucha fe y coraje.
El régimen que reprima lo que quiera. Los vamos a derrotar. Ojalá este pueblo no se les termine de convertir en su eterno enemigo.
http://www.noticierodigital.com/2010/03/vencer-la-incertidumbre/