A este Presidente le quedó demasiado grande la tarea. Un líder de un país como Colombia tiene que ser capaz de lidiar con tres y con cuatro demonios al mismo tiempo. Y no puede darse el lujo de fallar con ninguno. Uribe nos dejó acostumbrados a la grandeza, al trabajo bien hecho, y a las promesas cumplidas y respetadas. Hoy, con mucho dolor, vemos en la capitanía del estado a un remedo de líder, una mala copia de Uribe, y un hipnotizador que nos vendió una idea de él, que luego probó ser falsa. Eso, en mis tiempos, se conocía como traición a la patria. Ahora resulta que el vanidoso Presidente solo está pensando en su reelección, y anda planeando procesos de paz. Un reciente e ilustrador artículo de Rafael Nieto Loaiza en el Diario El Colombiano, "Rompecabezas de la Paz", destapa una maquinada trampa del otrora glorioso Ministro de Defensa para sumergir a Colombia en un nuevo proceso de paz con las FARC. Como si no nos hubiera quedado bastante claro con el Caguán para lo que sirven esos procesos, y como si el país fuera tan estúpido de creer que con las FARC se puede negociar algo. Mientras el país se ahoga entre inundaciones, violencia, y una agresiva escalada de la Corte Marxista Suprema de Justicia -que por cierto tiene al Ejército en cuidados intensivos- nuestro encopetado Presidente se la pasa soñando con procesos de paz. Un día abraza a Piedad Córdoba, otro día juega a ser el mejor amigo de Chávez, y el resto de su tiempo lo gasta en reuniones (whisky en mano) con la izquierda latinoamericana, entre cumbres y cócteles comunistas. Y toda esta situación en tan solo 10 meses del nuevo, tristemente, mal Gobierno de Juan Manuel Santos. Sus excusadores argumentan que el invierno oscureció todo el panorama, y que los acercamientos con Chávez son parte de una estrategia. Decenas de las mismas excusas, que pierden peso y credibilidad día tras día.
Escrito por Óscar Morales Guevara Creador “Un Millón de Voces contra las FARC” Co-fundador de la Fundación Un Millón de Voces |
Miércoles, 01 de Junio de 2011 |
Desconcertante. No encuentro otra palabra para describir el nivel de deterioro en el que está sumergida Colombia, en tan solo 10 meses del actual gobierno. La tragedia del invierno puso al país en Jaque. Tragedias como ésta desnudan a la luz del sol el inmenso grado de corrupción que carcome a las regiones. Y qué triste reconocer que mientras más pobreza exista, más corrupción abunda. Los damnificados se mueren de hambre a costa de políticos de barrio que llenan sus sucios bolsillos con nuestro dinero y nuestras generosas contribuciones durante la tradedia que nos azotó, y nos sigue azotando.
Pero no es solo el invierno lo que trasnocha y agobia a los colombianos. Y no solo en las provincias se vive corrupción. Ésta también se come de a pedazos grandes nuestro entero aparato judicial, llegando incluso hasta las altas Cortes. Y por si fuera poco, en solo meses, la escalada guerrillera se ha elevado a niveles no vistos desde el año 2002, a través de numerosos ataques a la fuerza pública, causando decenas de muertes de inocentes civiles. Y no olvidemos el inusitado aumento en secuestros, extorsiones, robos y delincuencia común en diferentes ciudades y regiones del país.
El gobierno intenta taparlo, negarlo, disfrazarlo con cifras. Pero no hay cifras que logren tapar la realidad, y los hechos hablan por sí solos, lamentablemente. Las FARC están reorganizándose, y recuperando lentamente su poder. Venezuela les ha servido de oportuno refugio para la rearmada. Las alianzas de Chavez con grupos terroristas islámicos han dotado a las FARC de nueva tecnología, y este intercambio ocure en nuestras narices, en nuestra propia frontera con el vecino país bolivariano. Los testimonios de las regiones cuentan como las FARC, en diabólicas alianzas con BACRIM y los vestigios del extinto paramilitarismo, han logrado reconquistar territorio que ya había sido recuperado por la fuerza pública en los últimos años. Nuestro Ejército y nuestra Policía están retrocediendo. Y lo están haciendo a pasos agigantados.
Pero ahí no se acaba esta tragicomedia. Ahora resulta que el vanidoso Presidente solo está pensando en su reelección, y anda planeando procesos de paz. Un reciente e ilustrador artículo de Rafael Nieto Loaiza en el Diario El Colombiano, "Rompecabezas de la Paz", destapa una maquinada trampa del otrora glorioso Ministro de Defensa para sumergir a Colombia en un nuevo proceso de paz con las FARC. Como si no nos hubiera quedado bastante claro con el Caguán para lo que sirven esos procesos, y como si el país fuera tan estúpido de creer que con las FARC se puede negociar algo.
Aquí es el momento cuando el país frena en seco y se pregunta: ¿El pueblo Colombiano eligió a Juan Manuel Santos para esa misión? A mí me van a perdonar, pero hasta donde consta en la historia, el Presidente Santos fue elegido mayoritariamente por un país que exigía la continuidad de la Seguridad Democrática, mayores esfuerzos en la erradicación de todas estas estructuras violentas, blindando el Sistema Judicial contra la infiltración del narcotráfico y de las FARC. (Y de paso poner un “tate quieto” a la vanidad y delirio Marxista de sus Altos Magistrados).
Pero nó. Mientras el país se ahoga entre inundaciones, violencia, y una agresiva escalada de la Corte Marxista Suprema de Justicia - quien por cierto tiene al Ejército en cuidados intensivos- nuestro encopetado Presidente se la pasa soñando con procesos de Paz. Un día abraza a Piedad Córdoba, otro día juega a ser el mejor amigo de Chávez, y el resto de su tiempo lo gasta en reuniones (whisky en mano) con la izquierda latinoamericana, entre cumbres y cócteles comunistas.
Y mientras tanto, nuestro glorioso Ejército en las ruinas. Como nunca antes en la historia de nuestro país el Ejército Nacional de Colombia había sufrido tantas bajas y tanta desmoralización en su tropa. Y esta vez no es por cuenta de falliadas operaciones militares. Colombia ha entrado en una etapa avanzada de guerra asimétrica, sin precedentes en ninguna otra nación del mundo. Las FARC y sus agentes ahora afectan jueces, magistrados y tienen en sus garras a la entera administración de justicia. Las más polémicas decisiones a favor de las FARC, del M-19 y de sus agentes, han ocurrido en los últimos meses.
Casos como el del Coronel Plazas, el del General Arias Cabrales, y la más reciente condena contra el Estado por casi 1 millón de dólares por cuenta de un ataque a la base Militar de las Delicias perpetrado por las FARC en el año 1996, no tienen presentación ante el mundo. Imagínense una curiosa óptica de la historia: Las FARC/M-19 atacan y matan civiles, pero tranquilos. Aquí lo que hay es platica. Whisky y fiesta para todos. Ponemos una demanda, esperamos unos años, y boom, nos ganamos la lotería!
¿A qué grado de cinismo hemos llegado? Nos hemos convertido en una sociedad enferma, que mezcla el dolor de las víctimas con oscuros intereses económicos y lucha por el poder. Y toda esta fiesta patrocinada y diseñada desde el interior de la selva – o para el mismo caso Palacio de Miraflores - por los ideólogos e intelectuales Secretarios de las FARC. No contentos con Plazas y Cabrales, ahora esta guerrilla armada de abogados y colectivos, y acompañada fielmente del Gobierno de Venezuela, va tras la pista de cuanto General o Coronel les de papaya.
El exterminio judicial contra centenares de miembros de las Fuerzas Militares, activistas, políticos, o simplemente amigos del Uribismo no tiene comparativa. A su vez, la misma Justicia que debería ser "justa" peca por omisión al negarse a investigar la FARC-Politica y, no contenta, se atreve a insultar el intelecto de los Colombianos ofreciendo explicaciones infantiles para justificar su descalificación del PC del terrorista Raúl Reyes. Estamos en una guerra. Pero no una que ocurra en las selvas y las montañas de Colombia. La guerra se vive ahora en los estrados judiciales, y nuestro Ejército está perdiendo a grandes números. Hasta la Fiscalía General de la Nación, entidad que la Constitución ordena ser independiente, ha tomado partido ideológico y se ha sesgado contra todo lo que huela a militar, o a Uribe.
De nada sirven los lamentos de nuestro tímido Ministro de Defensa Rodrigo Rivera, ni los regaños del Presidente a la cúpula durante los desfiles y graduaciones militares. Es la justicia quién está aniquilando al Ejército; éste se encuentra paralizado, y el Alto Gobierno - bien conocedor del asunto - ha optado por ignorar este magnicidio político y ha abandonado a nuestro Ejército a su buena suerte. Nuestras Fuerzas Militares están solas, y somos nosotros, su pueblo, quien debe rodearlas con determinación.
El ejecutivo las menospreció, y el cuerpo de hombres y mujeres que nos cuidan para que podamos vivir y trabajar como una sociedad normal, está ahora a la deriva de los jueces, y de enemigos internos que se incrustan bien en lo alto de la Presidencia de la República. No se explica de otra manera el descontento general en las filas por el nombramiento del Almirante Cely como Comandante General de las Fuerzas. El daño ya está hecho, y ya no hay regaños que sirvan. La moral militar está hecha trizas.
Lo más irónico del más reciente fallo del Consejo de Estado en relación con la Base de las Delicias es las exigencias que la Corte le hace al Ejército. Apartes del fallo leen así:
"…La responsabilidad que se imputa al Estado es por el resultado en atención a que no hubo o no se emplearon suficientes instrumentos de prevención por parte de los altos mandos militares de la época.”
“…La respuesta que se tuvo para defender a los miembros de la fuerza militar fue limitada, tardía, insuficiente y propia de la falta absoluta de planeación y coordinación que exige la estrategia y desarrollo militar, y el apoyo o reacción del Estado fue tardío, insuficiente y drásticamente limitado.”
La Corte, básicamente esta declarando en justicia que el Ejército no hace su trabajo, y peor aún, que no sabe hacerlo. Si bien estos hechos se remontan a 1996, el mensaje claro es que no importa que hagas, en una década el mismo Estado al que hoy defiendes te perseguirá y hará todo lo posible para que vayas a la cárcel. Pero al mismo tiempo que las Altas Cortes, a través de sus fallos, le exigen resultados al Ejército, lo atacan con una belicosidad permeada de odio y sed de sangre.
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Y toda esta situación en tan solo 10 meses del nuevo, tristemente, mal Gobierno de Juan Manuel Santos. Sus excusadores argumentan que el invierno oscureció todo el panorama, y que los acercamientos con Chavez son parte de una estrategia. Decenas de las mismas excusas, que pierden peso y credibilidad día tras día.
Y yo hoy, públicamente respondo que no a esas excusas! A este Presidente le quedó demasiado grande la tarea. Un líder de un país como Colombia tiene que ser capaz de lidiar con tres y con cuatro demonios al mismo tiempo. Y no puede darse el lujo de fallar con ninguno. Uribe nos dejó acostumbrados a la grandeza, al trabajo bien hecho, y a las promesas cumplidas y respetadas. Hoy, con mucho dolor, vemos en la capitanía del estado a un remedo de líder, una mala copia de Uribe, y un hipnotizador que nos vendió una idea él, que luego probó ser falsa. Eso, en mis tiempos, se conocía como traición a la patria. Pero aún somos muy ciegos para reconocerlo.
No sorprenden, por lo tanto, iniciativas como la del senador Juan Carlos Vélez - del partido de la U - quién propone convocar una Asamblea Nacional Constituyente para el regreso de Uribe. ¿Pueden comprender al grado de audacia y el nivel de desesperada necesidad al que hemos llegado para que propuestas como éstas ya estén germinando en el Congreso? Las cosas al interior del mundo político deben estar hirviendo, y deben estar verdaderamente muy mal como para atreverse a exigir que Uribe vuelva. Si la “Unidad Nacional” del actual gobierno hubiera servido para algo (o si realmente existiera en primer lugar), y si las políticas del gobierno estuvieran en sintonía con la voluntad del pueblo, otro escenario estaríamos viviendo. Pero los hechos hablan por sí solos, y los discursos presidenciales ya no logran convencernos de nada. Hemos perdido la confianza en nuestro Presidente. Qué lástima. No ha debido ser así. 9 Millones de votos tirados a la basura.
Pero en vez de lamentarnos, esta Editorial los invita a la acción. A Colombia le esperan tiempos terribles, y somos nosotros, el pueblo - el mismo pueblo que marchó por millones aquél histórico 4 de febrero de 2008 - el que tiene el poder de corregir el rumbo. En los próximos meses se desarrollarán y propondrán varias iniciativas. Y estaremos evaluando cada una de ellas. Desde ya anunciamos que tomaremos partido a favor de la defensa de la Democracia y del Estado. Es nuestra postura detener la infiltración que la izquierda comunista armada está logrando al interior de nuestro Sistema Judicial. No podemos seguir impávidos ante este descalabro.
Como es usual, muchos de vosotros se opondrán a nuestros planteamientos. No faltarán los Chavistas o románticos universitarios enamorados de la izquierda. Sus opiniones también son bienvenidas. Y están en toda su libertad de expresarlas. Disfruten el sagrado derecho de la libertad de expresión mientras dure. En un gobierno Comunista como el que se avecina, es el primero de los derechos que nos cercenarán. Que lo atestigüen nuestros pobres hermanos venezolanos. Al final, este llamado no es para ustedes.
Este llamado es para aquellos colombianos verdaderamente patriotas, amantes de la vida, de la libertad, del fútbol y de nuestra pasión colombiana. Aquellos mismos que nos han acompañado desde el 2008, que marcharon por millones en las ciudades de Colombia y el mundo, y gritamos a una sola voz un no rotundo contra las FARC y sus estructuras generadoras de violencia y enemigas de la paz.
Aquellos valientes que quieran seguir defendiendo esta patria, hoy acéfala, estén pendientes. Esperen instrucciones en las semanas y meses por venir. Esta andanada de las FARC y de sus asociados grupos organizados de violentos exige de nosotros, el pueblo, toda la determinación para ser frenada. No hay otra manera. Es una responsabilidad inevitable.
Óscar Morales Guevara
Creador “Un Millón de Voces contra las FARC”
Co-fundador de la Fundación Un Millón de Voces
Fuente: http://www.millonesdevoces.org/contenido/index.php?option=com_content&view=article&id=124:en-la-olla&catid=35:editorial