Cuando era pequeño, allá en los años sesenta, no tenía muchas distracciones - comparativamente con las posibilidades actuales, se entiende. Las diversiones habituales eran los 2 o 3 blanquinegros canales de televisión, las eventuales visitas a los parques, una que otra ida al cine; pero sobre todo eso privaba la lectura. Desde mis primeros años, una vez adquirida la habilidad de leer, me convertí un devorador de cualquier material escrito que llegara a mi poder. No discriminaba mucho, en ese entonces (creo que esa maña aún perdura). Desde enciclopedias hasta prospectos de productos, todo lo que pasaba por mis manos era leído. Una de las cosas que más disfrutaba, no obstante, era "La doménica del corriere": una revista italiana que llegaba a la casa después de haber hecho un periplo por las casas de otros inmigrantes como nosotros. Nunca supe el origen de dichas revistas; supongo que las compraba el más pudiente, o el más ansioso de contacto con la patria lejana, de nuestro círculo de amistades; solo se que llegaban, periódicamente, con un par de meses de haber salido a la calle.Según la recuerdo era una revista maravillosa,con artículos interesantes, gráficas impactantes, y una sección literaria en la cual se publicaban cortos relatos, escritos por -lo que vine sabiendo después- algunas de las más importantes plumas de la narrativa italiana de esos tiempos. De aquellos relatos recuerdo uno en particular, y lo voy a transcribir libremente, con lo que queda de él en mi golpeada memoria.No me acuerdo con claridad cómo terminaba, por lo que le voy a fabricar un final: el que me parece más lógico....
El Reencuentro
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El 12 de Febrero dejo de ser una fecha cualquiera para convertirse en
el día del reencuentro, un reencuentro bañado de alegría y esperanza, que
marca ...
Hace 12 años
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