JCR es un preso de la Fiscal General de la República, Luisa Ortega Díaz, en estrecha coordinación con el gobierno del presidente Hugo Chávez Frías, quien no ha escatimado elogios públicos para su subalterna.
JCR es un preso político de un régimen que ha escalado en su sistema de represión a los opositores, sean estudiantes, trabajadores o dirigentes políticos. El gobierno pone la política represiva y provocadora, espía y manda saboteadores a las marchas de protesta, y la Fiscal General pone los calabozos.
Pero, lamentablemente, no son sólo el Gobierno y la Fiscalía. También entra en acción sistémica el Poder Judicial, que preside Luisa Estella Morales, jueza dos veces destituida del ejercicio judicial por graves irregularidades y desconocimiento del Derecho.
Luisa Ortega Díaz y Julio César Rivas hacen parte de una misma historia, este estadio triste de cosas, cuyos antecedentes en el siglo XX venezolano los encontramos en la “Generación del 28”. El dictador Juan Vicente Gómez, a través de subalternos mediocres y venales, envió a la cárcel (“La Rotunda”) o al exilio a decenas de jóvenes
universitarios que se atrevieron a protestar en febrero de 1928, sutilmente, en las fiestas de carnaval y la “Semana del Estudiante”.
Pío Tamayo, Rómulo Betancourt, Jóvito Villalba, Joaquín Gabaldón Márquez y Guillermo Prince Lara, quien “rompió una lápida en honor a Juan Vicente Gómez”, provocaron la ira del gobierno dictatorial y fueron apresados y enviados a la tenebrosa cárcel de secuestro político y torturas “La Rotunda” (hoy plaza “La Concordia”, en el centro de Caracas). La muchachada universitaria de la UCV se fue a la cárcel y se entregó a los esbirros de la dictadura en solidaridad con sus compañeros presos: 214 estudiantes fueron enviados por Gómez y sus subalternos mediocres y venales a la prisión del Castillo de Puerto Cabello, donde estuvieron privados ilegítimamente de su libertad por espacio de doce días.
El caso de JCR indigna, por estrafalario e injusto, brutal. Igual que los casos de Richard Blanco, Prefecto de Caracas, y otros once trabajadores de la Alcaldía Metropolitana de Caracas, también encarcelados, enviados por los fiscales de Luisa Ortega y los jueces de Luisa Estella, a los peligrosos centros de reclusión El Rodeo, Yare y La Planta.
Ninguna de las dos Luisas duerme tranquila. Ambas tienen hijos, nietos, otros familiares, vecinos, colegas y amigos, que cada día les ven cara de lo que son. Se van aislando, cada día más, rodeadas de guardaespaldas, oropeles, riquezas y secretos. Muchos secretos, oprobiosos secretos.
El problema de la Caracas Metropolitana o “Gran Caracas”
Caracas, nuestra querida ciudad, sigue siendo una gran metrópoli, dinámica, retadora, rica y diversa. Es la Caracas que queremos para vivir y disfrutar en “La sucursal del cielo”, como la llamaban durante los años cuarenta y cincuenta del siglo pasado.
El problema de Caracas somos sus habitantes y gobernantes; los primeros, por el maltrato y el desorden que nos caracteriza, en honor a la verdad; los segundos, por su irresponsabilidad y corruptelas acumuladas durante décadas.
La pobreza extrema en barrios improvisados y destartalados, que comenzaron a tomarse las laderas de los cerros por migraciones internas y extranjeras, se convirtió en muestra de las injusticias y la exclusión social acumuladas, en el país. En las zonas urbanizadas de clases popular, media y alta también se registró el desorden ciudadano y la ineficiencia gubernamental: delincuencia, basura, caos hospitalario, congestionamiento automotor, especulación y mala calidad de productos y servicios (Caracas es una de las ciudades más caras de América Latina) se han volcado sobre sus habitantes, vale insistir, por culpa de sus mismos habitantes y gobernantes.
Pero, en los últimos diez años, el problema de la Gran Caracas se ha agravado. Y digo “el problema”, en singular, porque todos sus problemas están contenidos en uno principal: no ha habido visión estratégica de desarrollo ambiental, urbanístico y humano.
Y ahora, estamos peor, desde que el presidente Hugo Chávez, furioso por la derrota de sus candidatos Diosdado Cabello, Aristóbulo Istúriz y Jesse Chacón, respectivamente, en la gobernación de Miranda, la Alcaldía Metropolitana de Caracas y la Alcaldía del Municipio Sucre.
Lejos de apreciar como conjunto conurbado a la “Gran Caracas” –que, para mí, ya va hasta Los Teques, los Valles del Tuy, Guarenas-Guatire y La Guaira-Maiquetía-, el Presidente y su entorno se quieren desentender o “castigar” a todo lo que no sea el municipio Libertador (ahora también, Distrito Capital). Por eso, están destruyendo la
Alcaldía Metropolitana de Caracas y asfixian presupuestaria e institucionalmente a las alcaldías de Sucre, Chacao, Baruta y El Hatillo junto con la gobernación de Miranda.
Debemos reflexionar sobre “el problema” de la Gran Caracas. Su única salida es elevar y complejizar la visión sobre la gran ciudad, su gente y sus problemas, uniendo esfuerzos y la cooperación interinstitucional para el desarrollo armónico de nuestra otrora “sucursal del cielo”.
CHIREL Y MIEL
EL METRO DE CARACAS sigue dando de qué hablar. El desorden es mayúsculo, desde el punto de vista administrativo, técnico y profesional. El manejo de personal es un desastre: más de mil ingresos no calificados, desde que Diosdado Cabello perdió la gobernación de Miranda. Claudio Farías, en la Presidencia, hizo el trabajo encomendado por su ministro de Obras Públicas y Vivienda, y salió como corcho’e limonada. Ahora, el actual presidente, Víctor Hugo Matute, no tiene ni peregrina idea (NPI) de lo que tiene entre manos: un problema mayor, que cada día que pasa se agrava más, con crecientes y graves consecuencias para nuestra ciudad, la seguridad de los millones de
usuarios del sistema Metro y el desarrollo mismo de esa gran obra-sistema de transporte urbano.
CIEN MILLONES DE DÓLARES estaría por recibir del gobierno venezolano la senadora Piedad Córdoba, promotora de la reconciliación y la paz en Colombia. Será “billete sobre billete”, como de costumbre, una valija más…
LA PLATAFORMA TECNOLÓGICA del recientemente estatizado Banco de Venezuela (ex del “Grupo Santander” de España) se encuentra “estable pero limitada”, según Punto de Cuenta al “Ciudadano Comandante Presidente de la República Bolivariana de Venezuela”, en fecha 14 AGO 2009. Sostienen los técnicos que “el equipo de procesamiento central de datos no tiene capacidad de crecimiento inmediato, lo que es un impedimento de gran impacto para el aumento de transacciones y la inclusión de nuevos productos bancarios…”
SAÚL AMELIACH SALIÓ DE PEQUIVEN “con las tablas en la cabeza”. El presidente Hugo Chávez lo mandó a botar indignado: pura muela, estafa a la opinión pública y a la confianza del Presidente mismo, porque la “Revolución Petroquímica” resultó un fiasco. Laa “Petrocasas” son carísimas (Bs.F 300.000 c/u) y su producción está muy por debajo de lo anunciado; los pañales “Guayuco” resultaron ser importados de China; las inyectadoras iraníes, nada qué ver; y pingües negocios sucios de los cuales participaron el nuevo presidente de Pequiven y sus directivos.
CÁIGANSE PA’TRAS: José Vicente Rangel y su íntimo amigo Luis Miquilena, los dos hombres más poderosos que ha tenido el presidente Chávez en su gabinete, se reúnen a menudo. La trampa que están montando es a favor del primero de ellos: lo presentarían como “candidato de transición a la Presidencia de la República” en 2012. En la oposición hay gente que mantiene estrechas relaciones con la mafia Miquilena-Carrero, recibe de sus capos financiamiento con dinero sucio obtenido a través de gigantescas contrataciones con el gobierno y aceptan ser sus subalternos. Por eso, estamos como estamos/ MIM
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