¿A qué me refiero? El desarrollo de tecnologías de comunicación que tanto beneficio han significado para las más diversas actividades, también le está facilitando a estos regímenes medios para limitar, en una escala masiva sin precedentes, el acceso de sus ciudadanos a la información, al igual que para espiarlos y controlarlos.
El ejemplo más notorio de esta alarmante realidad es China, donde Internet es visto como un enemigo mortal de su sistema. Tal temor los dispone, en medio de un gran rechazo local e internacional, a hacer obligatoria la instalación, en todas las computadoras, de un programa altamente invasivo llamado Green Dam-Youth Scort. El pretexto es proteger a los jóvenes de la pornografía, pero en palabras del profesor John Palfrey, de Harvard, lo que persiguen es “sepultar el ultimo bastión de la libertad individual: la computadora personal”.
Ahí no para. El uso más perverso y hasta criminal de estas tecnologías de filtración y control de comunicaciones fue el detectado en Irán, cuando el mundo presenció la represión brutal desplegada por el régimen de los Ayatolás contra cientos de miles de pacíficos manifestantes. Pero no fue gracias a CNN, BBC o Al Jazeera, sino a las redes sociales como Twitter, Facebook, Flickr, YouTube, mensajes de texto, y fotos de teléfonos celulares: la llamada revolución Twitter o de la Web 2.0.
La más contundente, aunque penosa, ilustración es el video de 40 segundos de la muerte de la joven estudiante iraní Neda Agha-Soltan, enviado en un correo electrónico que decía: por favor informen al mundo. El destinatario lo montó en Facebook, y en minutos Neda se convirtió en el icono de la protesta.
Fue en esa dolorosa ocasión cuando se conoció que la tecnología de punta, capaz de interceptar todo tipo de comunicaciones de voz y data utilizada por los entes represivos iraníes durante las manifestaciones, había sido contratada por la empresa estatal Telecom Irán, al consorcio finlandes-alemán Nokia-Siemens Network que se encargó de instalar un centro de monitoreo. Realmente, un verdadero centro nacional de espionaje que facilitó el arresto de muchísimos ciudadanos por “el delito” de enviar mensajes de protesta.
Esto explica por qué lo primero que hacen los regímenes autoritarios es ponerle la mano a las empresas telefónicas, tal como lo han hecho en Venezuela, donde las redes comunicacionales se han convertido en verdaderos sistemas de espionaje que el gobierno utiliza para controlar e intimidar a sus ciudadanos.
La suerte corrida por los manifestantes en Irán es la misma que correrán los pueblos sometidos a gobiernos abusivos, por lo que el Consejo de Seguridad de la ONU podría considerar incluir dentro de las llamadas “sanciones inteligentes” prohibir la venta de estos centros de espionaje y de restricción de derechos ciudadanos en los países que amordazan a sus ciudadanos.
La foto que circula en Internet de un celular Nokia ensangrentado (http://www.youtube.com/watch?v=IjGhe95QBSU&fmt=18) debería hacer reflexionar a Nokia-Siemens y a otras empresas, que al asesorar a gobiernos represivos asocian su responsabilidad a las consecuencias que se deriven del uso que éstos hagan de sus recursos tecnológicos, que como vemos afecta incluso hasta la seguridad personal de la gente que también son sus clientes.
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