Putin andaba en viaje de ventas. En el mismo plan andaba el dictador Alexander Lukashenko.
Rusia es una potencia mundial que por su tamaño e historia ve con naturalidad que sus dirigentes hayan abrigado y ejercido ambiciones de expansión imperial cada vez que las circunstancias se lo han permitido. Lo que buscan no es sino proseguir con lo que ellos creen es su destino manifiesto, igual que EEUU. Es en ese marco que nos visitó Vladimir Putin la semana pasada.
En cuanto a la relación de Rusia con Venezuela nos quieren hacer creer que se trata de algo entre iguales, con respeto recíproco y demás comodines de lenguaje que pretenden encubrir lo que no es. Rusia es un imperio y Venezuela le ofrece la doble condición de cliente rico y ávido de comprar sus productos además de constituirse en plataforma desde la cual aquel lejano país pueda colocar un pie en América Latina. Esto último les resulta importante porque les permite insertarse en la zona de influencia natural de EEUU de la misma manera como los norteamericanos se les meten a ellos a través de Georgia, Armenia y otras aéreas de tradicional hegemonía rusa.
La tontería es la del gobierno de Venezuela que cree que “se la está comiendo” y no se da cuenta (o se hace el loco) que esas grandes potencias (incluyendo a China) no nos ven como aliados sino apenas como peones en su ajedrez global cuyos objetivos finales son asegurar exportaciones, acceso a materias primas e influencia política. El día en que no les seamos más de utilidad dispondrán de la pretendida “alianza estratégica” como quien prescinde de un preservativo usado. Ejemplos sobran: Egipto, Grenada, Indonesia, Etiopía, etc.
Así pues las cosas, no es ocioso ni peyorativo afirmar que para un país de tamaño, importancia e influencia media como Venezuela, esas piruetas en materia de política exterior no aseguran independencia sino que tan solo consiguen sustituir una dependencia por otra.
No podemos cerrar estas líneas sin aludir a la febril fantasía expresada por Hugo Rafael en el sentido de que nuestro país se prepara para ingresar en la era nuclear y en la conquista del espacio. No se trata de negar ni retacear a Venezuela las posibilidades del progreso a través de nuevos horizontes científicos y tecnológicos; de lo que se trata es de llamar a la sensatez en cuanto a oportunidad, preparación y recursos.
Putin andaba en viaje de ventas. En el mismo plan andaba el dictador de Belarús, Alexander Lukashenko, hace menos de un mes cuando desde la tribuna de la inefable Asamblea Nacional ofreció vendernos un “sistema de defensa integral” que nos permitiría dormir tranquilos y a salvo de las aviesas intenciones de invasión por parte de EEUU. Igualito hace el bueno de Pepe Mujica, recién estrenado como presidente de Uruguay, quien debuta en la escena internacional visitando al Tío Rico para “explorar nuevas oportunidades de negocios” con Venezuela. No sería de extrañar que el veterano ex guerrillero convertido en aparentemente razonable estadista haga lo mismo que su respetado antecesor Tabaré Vázquez, quien no tenía inconveniente alguno en acariciar el oído de Júpiter, cobrar su cheque y luego “chau pescado…”.
http://www.noticierodigital.com/2010/04/rusia-vende-venezuela-compra/
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