Ya lo dijo el genial Orwell: Quien controla el pasado controla el futuro. Quien controla el presente controla el pasado. No hay oportunidad, para que el pensamiento plural y diverso, fundamentado en la tolerancia, tenga cabida en la actual radicalización del proceso. Sólo vale un pasado, un solo tipo de recuerdo y una sola versión de los hechos, en un sentido evangélico, bajo la sanción del Estado y el Gobierno de turno, mimetizados uno en el otro.
El recuerdo se vuelve unidimensional y dogmatico, y la historia se asume en propaganda y justificación de un proyecto personalista. La Independencia nacional y los héroes de la misma son confiscados bajo los imperativos del actual proyecto. Decimos todo esto ante la decisión, mediante Decreto Presidencial, del pasado 13 de abril, que establece el traslado de los 246 tomos del Archivo de Bolívar que hoy reposan en la sede de la Academia Nacional de la Historia hacia las instalaciones del Archivo General de la Nación, bajo la premisa de que el pensamiento del Libertador está secuestrado.
La “heroica” documentación no podía estar cerca de lo más granado de los historiadores de carrera que hoy tiene el país, que de paso, muchos de ellos son acérrimos críticos al régimen. La “Academia”, viene a representar un bastión de los poderosos, algo que el mismo Libertador, si estuviera vivo, les reclamaría, todo ello según los desinteresados soldados de la nueva independencia por construir.
La “nueva historia” bajo la guía del Centro Nacional de Historia, otra corporación mas de corte paralelo, a las ya existentes, y con un claro proselitismo a favor del proyecto hegemónico en ciernes, será la encargada de reescribir nuestro pasado deslastrándolo de las convenciones burguesas y reaccionarias al uso.
Se nos ha dicho también que la documentación valiosa que contienen esos tomos será “democratizada” para que el pueblo conozca de la misma, es decir, Bolívar y su pensamiento, ahora libre de las ataduras del silencio. Para tal fin ejemplarizante se ha comisionado a un pequeño grupo de historiadores pro-oficialistas, quienes fungirán como custodios y sacerdotes del nuevo culto bajo la sanción del oficiante mayor.
Esta película ya la hemos visto, y está asociada a valores mezquinos que reducen el pasado de un país a una sola versión, que no es otra, que la de quienes detentan el poder y sólo aspiran a perpetuarse. El pasado de un país es la memoria colectiva y amplia de todos los sectores. Y el pensamiento de Bolívar, un patrimonio de todos los venezolanos sin distinción, para inspirarnos a luchar por un mejor presente, y no ésta aspiración sectaria que reduce a Bolívar en precursor de un proyecto de país excluyente y anacrónico.
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