"El libro electrónico es torpe, lento y poco fiable," dice Mario Muchnik.
- Dice (citando a Stantley Unwin) que un editor que busca sólo dinero es tan sospechoso como un médico preocupado únicamente de sus honorarios…
- Yo empecé a editar sin dinero y ahora que acabo mi labor sigo sin dinero. Está bien así: un editor sirve para que unos cuantos libros queden en estanterías de librerías y bibliotecas al alcance de la gente. Cuando le dije a Barral que quería dedicarme a esto de editar, él me aconsejó: “Nunca lo hagas con preconcepto mercantil”.
-¿Cuándo calcula que en el metro irá más gente con libros electrónicos que de papel?
- Yo creo que lo del libro electrónico es una moda que va a durar poco, unos años nada más. Nadie quiere irse de vacaciones con 500 libros. Como mucho te llevas dos o tres. Yo lo veo útil para los escolares que se parten el espinazo acarreando mochilas y para profesionales que sí necesitan consultar muchos libros para su trabajo: periodistas, editores, investigadores… Para mí es un juguetito que debería venderse en las mismas tiendas donde se vende el cubo de Rubbick, los juegos de magia y todo eso…
- Pero usted siempre ha sido un avanzado en cuestiones técnicas. ¿No cree que el abaratamiento en la fabricación de libro puede permitir el surgimiento y la subsistencia de editores pequeños e independientes con menos recursos?
-De los editores que nos juntábamos en Barcelona en los años 80, Jorge Herralde, Beatriz de Moura, Gonzalo Pontón y compañía, yo fui el primero en tener un ordenador. Con este ordenador, que tenía sólo 256 K de memoria, diseñé y maqueté libros. Y también fui el primero que vio -en la feria de Francfort- una máquina que ocupaba una habitación entera y que hacía libros individuales a pedido. Yo valoro mucho los avances de la técnica, porque han conseguido que los libros de papel hayan llegado casi a su tope de perfección, pero no con el libro electrónico, que es torpe, lento y poco fiable. Yo creo que con el tiempo tendremos en nuestras casas una máquina como esa que vi en Francfort pero en tamaño micro. Pasando nuestra tarjeta de crédito nos imprimirá y encuadernará cualquier libro que le pidamos.
- Pero entonces ¿tienen las editoriales pequeñas alguna posibilidad de sobrevivir y conservar cierta independencia en estos tiempos de concentración editorial?
- Si siguen trabajando mal, ninguna. Me refiero algunas editoriales en cuyos libros escriben en una página el Hotel La Gare y otra más adelante dicen Hotel de la Estación. ¿Cómo te puedes fiar de un texto así? Los que lo hagan cuidadosamente por supuesto que sí. No hay que olvidar que muchos editores grandes de ahora empezaron con muy poco. Yo mismo en el primer año publiqué sólo un libro, en el segundo cuatro, luego hubo otros años que solamente volví a publicar uno, más tarde ya no bajaba de cuatro…
-¿Y qué más les aconsejaría a los que están empezando?
- Hace tiempo siempre les decía que lo primero de todo era que buscasen un buen distribuidor. Casi ninguno de los que venían a preguntarme reparaba en ese detalle, y es crucial. Hay que tenerlo claro antes incluso de qué tipo de libros se quieren editar. Pero ahora les digo que lo más importante es que tengan dinero. Y que si lo tienen, que lo guarden; que deben buscarse un socio capitalista que los financie y mantengan sus ahorros por si acaso. Así está el mundo.
Fuente: Prodavinci
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