Domingo, 24 de julio de 2011
Las organizaciones políticas y las no gubernamentales que la integran, a marchar en multitudinaria, abigarrada, corajuda y ruidosa manifestación bajo la consigna: ¡CON MI CÉDULA NO TE METAS!
La soberanía ha sido y es caballo de batalla de gobernantes totalitarios. Los hermanos Castro y sus émulos latinoamericanos aún cabalgan sobre sus lomos. La utilizan de mampara para ocultar violaciones de los derechos fundamentales del hombre, el fracaso del inviable sistema económico y toda clase de crímenes; así como el enfrentamiento con gobiernos de orientación ideológica diferente.
Con el derrocamiento, en 1958, de la que creímos última de nuestras dictaduras y el resurgir democrático, el uso de ese vocablo, principalísimo tributo rendido a la Patria, deja de ser manoseado como si fuera papel desechable o voceado latiguillo propagandístico y cobra valor convocante para su defensa.
Hoy, porque las sociedades suelen incurrir en gordas equivocaciones, padecemos un gobierno totalitario de inspiración castrocomunista. Es decir, la arbitrariedad tropical teñida de rojo, entregada, sin pudor ni recato y con entusiasmo de viuda vieja al amante joven, a la tiranía más longeva sufrida por pueblo alguno de América. En La Habana se deciden los destinos de Venezuela. No porque el Comandante Bellaco en Jefe y pichón de dictador esté hospitalizado en esa ciudad buscando la curación de un cáncer, sino porque ya él no tiene voluntad. Su cerebro sólo responde a los designios de los hermanos Castro sin que, para nada, pueda contar la opinión que se atreva emitir el más próximo lambiscón de sus ministros.
A los países ocupados por la URSS les fue pisoteada autodeterminación, soberanía e integridad territorial. Como consecuencia de la Guerra Fría, Cuba hubo de guarecerse bajo el paraguas de la URSS. La megalomanía de Fidel fue colmada al poderle enseñar sus colmillitos al Imperio. Aceptó la imposición de políticas y la presencia de tropa armada. Tuvo que doblegarse ante la voluntad del amo, cuando no le permitieron manipular los controles del sistema misilístico, pero los vivió hasta la caída del Muro de Berlín y el comienzo del Período Especial. De la soberanía al menos pudo salvar –menester es reconocerlo- el control de la identidad de sus connacionales.
Pues bien, ese megalómano con pretensión expansionista fue derrotado por la democracia venezolana, cuando intentó posar su bota sobre nuestra tierra. ¿Y qué ha hecho nuestro Bellaco en Jefe, pichón de dictador? Mancillarla. Pasarse por las entrepiernas la dignidad y soberanía de la Patria que llora, de cara a la pared y con el fondillo roto, al ser entregada a tiranía cubana la certificación de nuestra nacionalidad, en bochornoso convenio para diseño e instrumentación del Sistema de Identificación de los venezolanos, con derecho a bloquear el acceso a la caja negra a funcionarios nativos.
Tamaña traición a la Patria demanda castigo. Pero la condena tiene que ir mucho más allá de lo escrito por un desconocido opinador. Debe ser la sociedad en pleno, convocada por la MUD, las organizaciones políticas y las no gubernamentales que la integran, a marchar en multitudinaria, abigarrada, corajuda y ruidosa manifestación bajo la consigna: ¡CON MI CÉDULA NO TE METAS!
Fuente: Analitica.com
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