La detención de Oswaldo Álvarez Paz en un momento en que el mundo entero se ha sensibilizado por el tema de los presos políticos, realidad dolorosamente expuesta por la muerte del disidente cubano Orlando Zapata, y la fragilidad de su compatriota Guillermo Fariñas, en huelga de hambre, da cuenta de que a Hugo Chávez poco le importa la opinión internacional y que se la meterá en el bolsillo de la misma forma que Raúl Castro se ha metido el suyo el repudio mundial que ha producido la muerte después de años de tortura carcelaria, de Orlando Zapata.
Desde el exilio, quienes preferimos la expatriación antes de ponernos en la mano del enemigo en calidad de trofeo, acompañamos y acompañaremos a Oswaldo Álvarez Paz, con la misma solidaridad que él nos ha demostrado siempre a quienes pagamos la pena fuera del país, y haremos lo que esté en nuestras manos para que su caso sea denunciado internacionalmente como una prueba de que en Venezuela no sólo hay presos políticos, sino la decisión de Hugo Chávez de avanzar en la represión.
A través del siguiente comunicado, expresamos nuestro repudio a la detención de Oswaldo Álvarez Paz:
Comunicado de la Organización de Venezolanos Perseguidos Políticos en el Exilio (Veppex) por la detención ilegal y arbitraria del Dr. Oswaldo Álvarez Paz.
Nosotros, venezolanos desterrados por la persecución política del gobierno de Hugo Chávez, manifestamos nuestra indignación y rechazo por la detención arbitraria e ilegal del Dr. Oswaldo Álvarez Paz, a quien por el simple hecho de dar su opinión y análisis con respecto a un tema muy sensible para los venezolanos, como lo constituyen los nexos del gobierno de Venezuela con el narcotráfico, se le atribuyen una serie de delitos inexistentes y este no es más que el resultado de una vieja táctica utilizada por la revolución bolivariana de utilizar el Sistema Judicial para perseguir a la oposición política que no se ciñe a sus designios, ni a su juego en la destrucción del país. Esta medida ratifica la ausencia del Estado de Derecho y las violaciones más atroces a los derechos elementales de los ciudadanos como lo es la libertad de expresión. La radicalización avanza y a medida que se deteriora el país tanto interna como internacionalmente, irán aumentando de manera porcentual la persecución y hostigamiento en contra de todos aquellos ciudadanos que sueñen con una patria diferente, distinta a la que plantea el régimen totalitario de Hugo Chávez.
En los últimos once años tenemos un sinnúmero de afectados por la persecución del gobierno, pero en esta oportunidad y como se ha visto en los casos más recientes está afectando de manera directa a figuras del acontecer políticos del país. En el pasado fueron militares, periodistas y petroleros perseguidos por el régimen, ahora está tocando directamente al estamento político, por lo que hacemos un llamado a los factores democráticos y a los actores políticos a definir estrategias que permitan enfrentar estas acciones arbitrarias del régimen.
Desde el exilio ratificamos nuestro sentimiento de solidaridad al Dr. Oswaldo Álvarez Paz y a todos sus familiares, y elevaremos una plegaria a Dios Todopoderoso para que le dé la fortaleza que sabemos que la tiene para pasar esta circunstancia que aunque se visualiza dura, constituye una demostración de perseverancia y de creencia en los ideales de libertad y democracia que hacen falta para rescatar a Venezuela de la barbarie y de la impunidad. Quienes ahora destruyen al país no se dan cuenta y no han entendido que podrán encerrar a la personas físicamente o sacarlas del país, pero jamás podrán hacer lo mismo con las ideas, que mientras sean escuchadas y acogidas por los ciudadanos decentes de la República, jamás morirán y tendremos la oportunidad para volver a empezar.
Desde el exilio:
Patricia Poleo
Teniente José Antonio Colina (Director de Veppex)
Juan Fernández
Teniente de Navío Henry Clement
Teniente de Navío Isaac Solórzano
Paul Sfeir
Donatella Ungredda
Coronel Antonio Semprún
Rommel Ramírez
Ainara Garate
Jesús Salazar
Yelitaza Aranguren
Marianela Morín
Vicente Pugliese
Janette González
Ricardo Rodríguez
Miami, marzo de 2010
El Nuevo País
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