El régimen le declaró la guerra a la decencia, al orden constitucional, al principio de la legalidad en su obsesión totalitaria y comunistoide. Liquida la vigencia plena de la democracia y la vida en libertad y, con ellas, el futuro de nuestros hijos y nietos desde este tormentoso presente. El régimen necesita controlar un país de miserables empobrecidos que dependan del estado hasta para comerse un bollo de pan o tomarse un vaso de leche. Se trata de una verdadera guerra. En esos términos se presenta el reto jaquetón del alto gobierno. Tenemos que enfrentar la situación actual con ánimo de superación definitiva. La única guerra imposible de ganar es la que no se libra, o la que se libra con instrumentos impropios, sin objetivos claros o estrategias equivocadas.
Cada uno tiene que defender lo suyo y todos juntos defender lo nuestro. La patria, la democracia y la libertad, los valores y principios en los que fuimos formados, la seguridad de nuestras familias y sus bienes. Todo cuanto los bárbaros más caros de la historia amenazan. Se trata de una lucha verdaderamente libertadora. Trasciende cualquier cálculo en base a intereses personales o de grupo. Miremos al futuro con grandeza, sin olvidar el presente.
oalvarezpaz@gmail.com Lunes, 26 de abril de 2010
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