Durante la pasada campaña presidencial, defendí abiertamente la tesis de que Juan Manuel Santos solo se es leal a sí mismo. Finalmente traicionó a cada uno de los presidentes con los que trabajó, lo cual lo convertía en una amenaza seria para el uribismo. Sin embargo, soy cómplice precisamente por la impunidad que conlleva el paso de los años, y del velo con el cual el tiempo cubre lentamente la verdad. Soy cómplice, porque no conocía el pasado de la familia Santos, y el del presidente, el cual, junto con su trayectoria me hubieran permitido predecir la magnitud del error que cometimos y la dimensión de la locura que esta por desatarse.
Este escrito, pretende ser una reivindicación frente a todo lo que se debió prever durante la campaña pero que evitamos, bien sea por ignorancia producto del pasar del tiempo, o porque simplemente haber advertido semejantes ideas, hubiera sido un disparate, incluso entre los mismos uribistas.
Comencemos entonces con este fragmento de los archivos de El Tiempo, del 4 de junio de 1999:
“Asumiendo la vocería de los colombianos que no creen en la violencia como forma de expresión social y que cada día se sienten más intimidados, acudí ante la Comisión Primera del Senado para reflexionar sobre el proyecto de Reforma Constitucional. Una reforma con poco sentido porque busca un consenso entre el agua y el aceite, entre quienes quieren fortalecer los partidos políticos y quienes quieren debilitarlos o acabarlos.” Fuente: el tiempo.com
Como el lector podrá entender, Juan Manuel Santos ya se perfilaba como el hombre que quería solucionar el problema de la guerra en Colombia. Tal vez esta intención haya sido loable, pero como se percibe en esta declaración de 1999, su posición derrotista frente al desafío terrorista ya lo precedía. Sin embargo, hay algo aun más inquietante que se desprende de sus palabras. Para el lector que encontró una lectura entre líneas Juan Manuel permea cierta visión política frente al tema terrorista. Para ello observemos el siguiente fragmento del 19 de octubre de 1999:
“Los nombres de Anthony Giddens (pensador e inspirador de la tesis), Tony Blair (que la está aplicando en Inglaterra) y Juan Manuel Santos (autor del libro y quien lidera la Tercera Vía en Colombia), se entrelazan con efectos iluminantes para mostrarle al mundo que la contienda de las ideas es mucho más importante y benéfica que la simple lucha por los puestos y los contratos o el mortal tableteo de las ametralladoras. La Tercera Vía no es un nuevo partido político, ni una doctrina misteriosa o mágica, sino una actitud sensata de centro izquierda, propicia para darle garantías a la competitividad pero controlando sus excesos, para alcanzar así la eficiencia del Estado, pues al ser más efectivo, podría decirse que el Estado se torna más poderoso, no por ser monopolio, sino por aplicación del lema: competencia hasta donde sea posible, regulación hasta donde sea necesario. Fuente: el tiempo.com”
El lector ha leído bien. Juan Manuel Santos ha promulgado el centro izquierda como su proyecto personal de poder. ¿Esto qué significa?, precisamente lo que estamos viviendo actualmente: una posición laxa frente a los grupos armados al margen de la ley, una postura permisiva con dictaduras como la venezolana, y ante todo culpabilizar a la extrema derecha de todos los crímenes que el Estado no fue capaz de prever, o que le convienen políticamente. No nos engañemos, ése ha sido el estilo de gobierno del liberalismo clásico, gobernar justo en la línea entre el crimen y la legalidad saltando de uno a otro lado sin involucrarse directamente. Casos como éstos aún están vigentes, Álvaro Gómez Hurtado por ejemplo tal vez no fue asesinado por el gobierno de turno de manera directa, pero lo que sin duda es claro, es que políticamente para dicho gobierno, era una piedra en el zapato.
Según empezamos a ver, Juan Manuel Santos ha empezado a utilizar esta manera de gobernar; como ejemplo está el periodista Ricardo Puentes, a quien se le ha negado protección de manera sistemática.
En un segundo punto, el pasado de Juan Manuel muestra que sus ambiciones personales son prioridad antes que sus lineamientos ideológicos. En el pasado, ha usado y despreciado a todos aquellos a quienes ha servido. Esto implica, como al menos yo predije en campaña, que el alineamiento con el uribismo sólo duraría mientras sirviera a sus propósitos. Por ejemplo observemos este fragmento de 4 de agosto del 2000:
“El ministro de Hacienda, Juan Manuel Santos, cuestionó ayer a sus antecesores por el manejo de las finanzas públicas y dijo que la situación es tan delicada que ni siquiera le dejaron la olla para raspar. Su posición marca un distanciamiento, especialmente con lo que hizo su antecesor Juan Camilo Restrepo.” Fuente: el tiempo.com
Hoy, Juan Camilo Restrepo es el ministro de Agricultura, y el más fiel defensor del presidente Santos, en contra del ex presidente Uribe. Es cierto que éste es el juego de la política, sin embargo Álvaro Uribe demostró que se podía hacer una política honesta, anteponiendo los principios ideológicos a los oportunismos políticos. El ejemplo más claro de esto es la relación con Hugo Chávez, quien incluso a pesar de imponer un brutal bloqueo económico y amenazar constantemente con la guerra, Uribe siempre puso primero la voluntad del electorado que el provecho que le hubiera generado políticamente una alianza con la izquierda. El lector juzgará las diferencias con el actual gobierno.
Para ejemplificar mi punto, quisiera que el lector le diera una mirada al siguiente fragmento del 25 de marzo de 2002:
Pero con su movida Francisco le dio una patada al tablero que minuciosamente había planeado Juan Manuel. Ya no habrá un solo Santos en escena, sino que ahora tendrá que compartirla con su primo. De ahí que si Uribe llega al gobierno, el grado de exposición de Pacho podría ser inversamente proporcional al futuro político de Juan Manuel.Después de tres años, si a Pacho le va mal, la gente va a volver a levantar la bandera del No Más, pero esta vez para decir: ¡No más Santos! Y si le va bien, copará el espacio familiar en la política. Así las cosas, a Juan Manuel le quedan tres caminos principales: dedicarse al sector privado, volver al periodismo, o armar de nuevo su ajedrez político ajustando sus fichas al ‘efecto Pacho’. Tendrá que hacerlo con mucha audacia y estrategia, dos aguas en las que Juan Manuel se mueve como un delfín. Fuente: Semana.com
Sin duda. Su fama de “traidor” estaba más que clara antes de que fuera una figura pública elegible. Vale la pena preguntarse qué cambió. La respuesta es más que clara, y en esa respuesta está nuestra crítica. La única diferencia la hizo Álvaro Uribe.
Por último, es preciso revisar un ultimo pasaje de la historia para hacer la critica mas importante de este articulo: 24 octubre de 1997:
“El precandidato liberal a la Presidencia Juan Manuel Santos dijo ayer que el gobierno filtró en forma amañada una conversación que él sostuvo con el vocero internacional de las Farc Raúl Reyes y para confirmar esta afirmación divulgó la grabación completa que él, por su cuenta, había hecho de ese diálogo para curarse en salud .Al inicio de la conversación, Santos le dice a Reyes: Yo estoy en este momento en el papel de verificador, estoy interesado en el proceso, estoy interesado en un acuerdo que nos diera la paz. No estoy interesado en tumbar a un gobierno o en aparecer como conspirador y por eso me parece muy importante, por los factores aquí involucrados, saber a ciencia cierta cuál es la posición de ustedes.” Fuente: El tiempo.com
Durante el gobierno de Ernesto Samper, Juan Manuel Santos estuvo envuelto en una polémica de poco calibre, pero digna de su talante. Durante mucho tiempo, se afirmó que Juan Manuel había hecho un pacto con las Farc para un gobierno de transición aprovechando el mal momento del entonces presidente. Esta noticia de hace más de una década, habla profundamente de la habilidad del mandatario de hacer acuerdos bajo la mesa, y de que no tiene ningún problema para ser interlocutor con terroristas.
Si bien no había ningún candidato que representara la seguridad democrática, el haber entendido este pasado de centro izquierda de Juan Manuel Santos, adicional a su tendencia a usar a las personas y a la promiscuidad ideológica, habríamos entendido el magno error que significa haberlo elegido.
En vista de todo lo aquí descrito y de lo que el presente nos muestra, vuelvo y hago un llamado público: es preciso construir un partido nuevo y apoyar una amplia reforma constitucional, antes de que seamos criminalizados y nuestro discurso sea públicamente enmudecido.
¿Qué hacer?, se preguntará el lector. La respuesta lo horrorizará y al mismo tiempo lo iluminará. Esto es lo que dijo al respecto Juan Manuel el 12 diciembre de 1997:
Si Juan Manuel se opone -por la ilegitimidad que le da la traición al voto popular y la debilidad que le da la sumisión al gobierno de Venezuela y las FARC-, a los intereses fundamentales de la patria (la paz, la justicia y la estabilidad económica), él mismo ya nos ha dado la respuesta“La desobediencia civil es una obligación cuando los gobernantes, por ilegitimidad y por debilidad, se interponen en la búsqueda de los intereses fundamentales de la patria. Con esta afirmación, Juan Manuel Santos, precandidato liberal a la presidencia, anunció ayer que desacatará la orden presidencial de abstenerse de contactar a voceros de los grupos insurgentes y paramilitares.” Fuente: Eltiempo.com
Fuente: http://atrabilioso.blogspot.
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