El aterrador anuncio de no inmortalidad del comandante-presidente abrió de golpe un espacio de incertidumbre en el campo gravitacional del poder, justo cuando todos se preparaban para sumarse y recorrer con confianza la gran ruta turística electoral. Antes de ese “mortal anuncio”, existía algún grado de certeza: una ruta más o menos clara con todo y fecha definitoria, al menos de un lado, y existían también planes para esa ruta, pero el “mortal anuncio” abrió una tronera repleta de indeseable indeterminación, que pudiera dar al traste hasta con el plan mejor orquestado de lado y lado, y hacerlo sin respetar los plazos de nadie, tanto los anunciados como los escondidos.
Los planes y plazos ahora pasan a ser incontrolables, ahora tenemos un régimen que no sabe cuánto sobrevivirá y una oposición que no puede afirmar con total certeza como llegaremos al 2012 electoral, si es que llegamos, y esto es cierto también para todos los factores de poder, armados y desarmados, que determinan al país, aspiran a determinarlo o podrían verse obligados a hacerlo.
En la oposición, esto debería imponer un esfuerzo adicional de reflexión y análisis de escenarios y diseño de estrategias, trabajo político que deberá trascender lo meramente electoral. De ahora en adelante, no bastará solamente con revisar y negociar las alianzas electorales para determinar los candidatos que van o no van pal baile, o afinar cuantas y cuales promesas se lanzarán en campaña, las diversas estrategias mediáticas, la tarjeta única, y como mercadear todo eso…
De todas maneras las circunstancias, con o sin el agregado reciente del “mortal anuncio”, exigían y siguen exigiendo alguito más por parte no solo de los candidatos sino de toda la dirigencia política, porque incluso el escenario más optimista de elecciones triunfantes en un 2012 al cual llegaremos ilesos a pesar de todo, incluso ese “idílico” escenario, no puede dejar de plantear abiertamente la cuestión de un transición que será extremadamente delicada y difícil, transición que algunos han definido como la más difícil de nuestra historia.
A este régimen no podrá sucederle un “gobierno constitucional cualquiera” en febrero de 2012 (o antes): para el megadesastre atestado de emergencias que será nuestro país con año y medio adicional de devastación, se volverá imperativo un gobierno de transición, totalmente enfocado hacia el rescate y la reconstrucción institucional, que tome y aplique con pulso firme, las medidas y curas necesarias sin supeditarse a cálculos de popularidad, mucho menos calibrando o midiendo cada paso con un ojo puesto en el barómetro de las encuestas o en la reelección.
La fortaleza de ese gobierno de transición, deberá provenir de una unión de factores fuertemente comprometida con un sólido pacto de gobernabilidad, un acuerdo nítidamente basado en un programa mínimo común, que ataje la inestabilidad y restituya en un tiempo aceptable un mínimo de seguridad y garantías para la vida ciudadana y productiva.
Es esto, ó correremos el gravísimo riesgo de activar un nuevo ciclo funesto, con el péndulo oscilando de manera violenta hasta que se detenga en el abominable extremo opuesto…
Muerte o No Muerte ¡con Política Venceremos!
@FBoccanera
Fuente: La Patilla
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