Dolores ya no es la loba feroz que era en los tempranos 90 cuando robaba corazones y bancos; ahora es una dirigente fundamental. Aquella flaca seductora y atrevida se transformó en esta camarada de cuerpo temerario con largas piernas entalladas por su terquedad de ciclista. Ay Dolores, cuánto deseo has dejado abandonado en tu camino al poder. Hasta Hugo se te rindió con más bochorno, si cabe, que cuando salió en carrera del Museo Militar. Cavilo sobre ti mientras te espero porque sé que aunque ya dejaste la aventura sigue la temible mirada lupina y el almizcle de feromonas revolucionarias que te acompañan desde que eras trotskista hasta este aterrizaje que desde hace años hiciste en el chavismo....
NOTICIA COMPLETA: Carlos Blanco: Los topos azules
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