Agustín Blanco Muñoz El Universal/ ND |
Marzo 5, 2010
Atrás quedó el tiempo del arroz a la cubana. Pero hoy la isla está en todas partes. De allí que no sorprenda que estemos ante unas elecciones a la cubana.
Sin embargo, en este mismo momento, “las oposiciones” afirman que el 26S-10 al oficialismo se le quebrará su cadena de victorias.
De este modo se da por descontado que se obtendrá una mayoría aplastante en la Asamblea Nacional, con la que se iniciará “la lucha por la recuperación de Venezuela”. ¿Y es que todo transcurriría en un ambiente de amplitudes y comprensión democráticas?
¿Entienden realmente estas “oposiciones” qué lugar están pisando y cuáles son sus verdaderos actores?
El golpista-presidente (GP) señala cada instante que si las oposiciones ganan el 26S, de inmediato irán por él (“¡Vendrán por mí!”) y procederán a sacarlo de su presidencia. En esta forma establece que, en caso de una eventual derrota, tendrá que defenderse con las armas de la guerra para mantenerse en el mando-poder. Se pasaría así de la “revolución pacífica” a la violenta.
Estamos entonces ante un régimen que obtiene sus fortalezas de la propia actuación de “unas oposiciones”, que se mueven entre la incapacidad, la incoherencia y el acuerdo-negociación.
Su brújula no está en la pelea por la defensa de principios sino en la obtención de posiciones. De allí que no elabore políticas ni un proyecto-país alterno al “revolucionario”, para implantar un verdadero programa de cambios, sino que se limita a buscar beneficios burocráticos.
En este sentido, las “oposiciones” están completamente manejadas por el régimen para llevarlas a avalar la existencia de una supuesta revolución democrática que se fundamenta en el voto. Es el ropaje que le permite presentarse como democrática y pacífico-electoral.
Esto marca una diferencia con el caso cubano que desde un inicio excluye los llamados símbolos de la democracia representativa.
En 1967, a la hora del rompimiento entre los Partidos Comunistas por la decisión del PCV de abandonar la lucha armada e ir a la pacificación, Fidel Castro (FC) acusa, en la Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS), al comunismo venezolano de traidor, estafador y electoralista.
El 28-02-10, el diario VEA, dirigido por Guillermo Garcia Ponce, uno de los dirigentes del PCV que en 1967 recibe el ataque de FC, reprodujo aquellas palabras, con la clara intención de decirle que entonces estaba equivocado y que el tiempo demostró que la vía del cambio en este ex país es la electoral.
Pero no dice que más que “electoral”, la vía que utiliza VENECUBA, es la del fraude-trampa para garantizar sus victorias. En este territorio se concentrarán los recursos que hagan falta y toda la capacidad de chantaje y coacción necesarios.
De modo que lo planteado va más allá de un triunfo el 26S-10. Así lo ve Antonio Aponte, uno de los “teóricos de la revolución”: “Las elecciones sólo evidencian la calidad de la pugna, el desenlace se dará, necesariamente en otro terreno”.
Y precisa: “Sería un error de los revolucionarios no prepararse para la gran guerra por el nacimiento del mundo del amor, y no entender que la batalla electoral es sólo una parte de esta gran guerra”.
Es la misma concepción política expresada por el GP en los años 90 (ABM: Habla el Comandante, Caracas 1998). Estamos en una guerra y vamos hacia una mayor.
Y las propias elecciones serán pasos previos a la gran confrontación, que podrá posponerse con el pretexto de uno u otro evento, pero que al final llegará inevitablemente a ese punto.
¿Cuál es entonces el sentido del 26S-10? Aquí se ha querido establecer el falso dilema de salir a votar o a matarse. Pero hasta ahora el “voto” en esta “revolución” sólo ha servido para legalizar la muerte-violencia. ¿Admitirán hoy una derrota los agentes venecubanos?
abm333@gmail.com
http://www.noticierodigital.com/2010/03/el-26s-10-%C2%A1elecciones-a-la-cubana/
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