La existencia dura cuatro años, porque cada cuatro años se elige entre la vida y la muerte. ¿El hombre toma decisiones o las decisiones lo toman a él? En tiempos como estos, en días así, todos saben del bien que van a vivir y del mal que van a morir, pero mientras llega el heraldo con la proclama que otorga, o el verdugo con el hacha de cuatro filos, todos tienen derecho a soñar con sus utopías. ¿Quién ganará el Mundial?, de fútbol no sabe nadie. Si alguien pudiera ufanarse de ser sabio en estos asuntos de cancha y balones, pues al fútbol se lo hubiera tragado la bruma del bosque más oscuro.
Cuando el 11 de julio todo haya terminado, no podremos entender cómo es que no nos dimos cuenta; cómo fue que no lo vimos, de lo claro que estaba. Entretanto, se encienden las hogueras de los antagonismos: Argentina con Nigeria, Brasil con Portugal, Inglaterra con Estados Unidos, enfrentamientos de la ronda inicial que podrán marcar todos los destinos posibles. En el camino habrá otros, por ahora impredecibles, como esos Brasil-Holanda o Argentina-Alemania de cuartos de finales...
Suráfrica será el primer Mundial en la geografía africana, sí, y el primero de los últimos tiempos sin Ronaldo, sin Zinedine Zidane y sin David Beckham, vaya añoranzas. Será también la aparición en escena, por vez primera, de la España elegida para la gran empresa, el primero de Eslovaquia sin Checoslovaquia, de Serbia sin Montenegro, y el primero en decretar de la lucha de fondo entre el argentino Lionel Messi, el portugués Cristiano Ronaldo, el inglés Wayne Rooney, el español Xavi Hernández y el brasileño Kaká, para ponerse la corona y la capa de monarca absoluto. ¿De qué otras cosas será el de 2010 el primer Mundial? ¿Será el del primer título para la Holanda festiva y anaranjada? ¿O será el del primer emblema victorioso para Diego Armando Maradona como director técnico? ¿No será el primero para que una selección ni suramericana ni europea salte las barreras de la historia y conquiste lo hasta ahora inconquistable? ¿Y no será el primero para que uno de los países de África, siempre tan anunciados, siempre tan puras promesas, alcance la cima del fútbol universal? ¿Y no será acaso el primero en el que un equipo dirigido por un técnico extranjero llegue al éter? ¿Y qué pasaría si Suráfrica se convierte en el primer anfitrión eliminado en la primera fase mundialista? ¿Y hay razones para pensar que por primera vez en el devenir de la Copa del Mundo, Brasil y Argentina se miren a las caras en una finalísima?...
¿Cuál es la final soñada? ¿Alemania-Inglaterra, Argentina-Portugal, España-Brasil, Holanda-Italia, Brasil-Argentina, UruguayEspaña, Alemania-Italia, Inglaterra-Holanda? En todo esto hay mucho de lógica, pero también el azar marca goles y cambia el rumbo.
Por más que la Fifa se haya empeñado en promover, e imponer, los llamados "sorteos dirigidos", las vueltas del fútbol, sus imponderables mágicos, terminan por vencer los intereses y ofrecen, para bien, choques tan ardientes como inevitables.
El Mundial básicamente no es pasión y fervor futbolísticos, sino otra cosa. Es más bien una manera de expresión, un encuentro para decirle a los demás quiénes somos y cómo somos, una presencia hermosa, urgente y a veces desesperada porque el Mundial trae atada la gloria de que es cada cuatro años, y con ella, las miserias de las revanchas nunca cobradas. Seis días quedan para vivir en Suráfrica, seis días para morir en Suráfrica. La vida entera en 31 días con sus noches..
Nos vemos por ahí.
http://www.analitica.com/va/sociedad/articulos/3010563.asp
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