ABIYÁN, 11 abril 2011 (AFP) - “¡No me mate!”. Éstas fueron las primeras palabras pronunciadas, según un testigo, por el expresidente marfileño Laurent Gbagbo cuando sus captores entraron el lunes por la noche en su residencia de Abiyán, poniendo un humillante epílogo a una década de gobierno accidentado.
“Había minas por todas partes en el patio” de la imponente propiedad, explicó a la AFP un miembro de las Fuerzas Republicanas (FRCI) de su rival Alassane Ouattara.
Desde hacía una semana y ante la ofensiva de las FRCI, apoyadas por ataques aéreos de la ONU y Francia, Gbagbo se había atrincherado en su residencia de la capital económica del país.
“Tenemos elementos que han resultado heridos al andar sobre las minas que habían sido instaladas en el patio”, agregó el combatiente.
“Hemos lanzado gases lacrimógenos en la casa y después el comandante Vetcho (uno de los jefes militares de las FRCI) ha entrado”.
“Cuando se ha encontrado frente a Gbagbo, delante de su oficina, la primera frase que Gbagbo ha dicho fue: ¡No me mate!”, aseguró.
“Le han colocado un chaleco antibalas y después el comandante Vetcho, el comandante Wattao, Chérif Ousmane, Morou Ouattara (otros tres jefes de FRCI) han formado un escudo para protegerle porque algunos de nuestros elementos querían acabar con él inmediatamente”.
“Le hemos metido en un 4×4 de Wattao, detrás, y le hemos trasladado directamente” al Golf Hotel, cuartel general del campo Ouattara en el mismo barrio de Cocody (norte), precisó este testigo.
“Le hemos hecho entrar discretamente en el hotel. Estaba protegido por miembros de seguridad de las FRCI y por gendarmes de la ONU”, puntualizó otro testigo.
“He visto a (su esposa) Simone llegar al vestíbulo, llevaba un vestido largo. Los miembros de la seguridad de las FRCI trataban de protegerle del gentío que intentaba agredirle. Pese a ello, algunos han logrado, parece ser, darle algunos golpes, tirarle de los pelos. Escuchábamos a la gente insultarle, tratarle de +bruja, mono, escuadrón de la muerte+“, agregó.
Según el combatiente pro-Ouattara, “la gente le arrancó su pañuelo, lo rasgaron, diciendo que lo iban a guardar como recuerdo”.
El exhombre fuerte del país y su esposa fueron ubicados en una suite y sus familiares en otras habitaciones, apostilló. “Hay soldados de la ONU y de las FRCI para tranquilizar a todo esta gente”.
La televisión TCI, símbolo del campo Ouattara, difundía ininterrumpidamente el lunes por la noche las imágenes casi históricas, reflejo de una catarsis para una buena mitad del país: las de un Laurent Gbagbo fuera de combate en su habitación, sentado sobre una cama.
Las fotografías tomadas de ese momento muestran, al otro lado de la cama, a su esposa con aire hirsuto, turbado y postrada, con los ojos cerrados. Esta ferviente cristiana evangélica parece estar inmersa en sus plegarias.
Tras la caída, el exnúmero uno marfileño pasa a ser un sexagenario agotado y barrigón, sudoroso y en camiseta, rodeado por las FRCI, por su hijo Michel (un mestizo nacido de un primer matrimonio con una francesa) que también acaba de escapar a un linchamiento, por el ministro del Interior de Ouattara, Hamed Bakayoko, y por Wattao.
Una última humillación: uno de los hombres le ayuda a quitarse la camisa, su hijo le da una toalla blanca con la que se seca la cara y las axilas y, para acabar, le ayudan a colocarse otra camisa.
Fuente: Noticias24
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