Por Jaime Castro Ramírez
Antecedentes de diálogos de paz
Son varios los eventos en que se ha intentado por parte de gobiernos de Colombia la posibilidad de encontrar acercamientos que conlleven a lograr un acuerdo de paz. Sin embargo, todos estos esfuerzos han fracasado exclusivamente por la mala fe con que siempre han llegado a la mesa de conversaciones los miembros de los grupos ilegales, pues han dado muestras de que solo les interesa el poder.
Podemos mencionar los siguientes casos de conversaciones de paz que han terminado en nada (en burla para los colombianos):
-Diálogos de la Uribe (Belisario Betancourt)
-Diálogos de Caracas en 1991 (César Gaviria)
-Diálogos deTlaxcala, México, en 1992 (César Gaviria)
-El Caguán 1998 (Andrés Pastrana)
-Diálogos con el ELN en Alemania y Cuba
Mencionemos el monstruoso engaño de lo ocurrido en el Caguán:
Proceso de paz del Caguán
(Octubre 14 de 1998-febrero 20 de 2002)
Es necesario hacer referencia a lo que no pasó de ser más que una farsa, en el caso del Caguán, lo que también se puede calificar más propiamente como una claudicación ante las FARC por parte del gobierno encabezado por el entonces presidente Andrés Pastrana Arango, pues a los 6 meses de entregarle a esta guerrilla más de 42.000 kilómetros cuadrados a través de la llamada zona de distensión y el despeje de la fuerza pública; el presidente sabía, al igual que todos los colombianos, de la trampa que estaba ejerciendo las FARC y el consiguiente engaño a que estaban sometiendo al gobierno y al pueblo colombianos al convertir ese territorio en una especie de guarida humana para llevar los secuestrados, imponer el narcotráfico a sus anchas, ingresar armamento a gran escala comprado con el dinero del narcotráfico, llevar los carros robados en el resto del territorio nacional (camionetas 4 x 4) para uso de los jefes guerrilleros, desde allá ordenaban las FARC la toma armada de poblaciones a lo largo y ancho del país incluyendo métodos reprobables de guerra como el uso de los cilindros bomba y asesinando pobladores, al igual que secuestros individuales y secuestros masivos, pues ya no se podía andar por las carreteras de Colombia, en fin, ordenaban toda clase de fechorías y crímenes (ese fue el país que Pastrana le devolvió a los colombianos).
Este terrible panorama fue originado en la miopía del gobierno de no exigir como condición indispensable un cese de hostilidades por parte de las FARC para poder hablar de paz, previamente a conceder las múltiples ventajas que entregó a la guerrilla, a cambio de nada.
Pero además, en el territorio entregado sin recato por la soberanía interna, la guerrilla se constituyó en la única “autoridad”, pues el presidente Pastrana permitió, después de haber empezado el supuesto proceso de diálogo, que los jueces y la fiscalía fueran expulsados de esa región por las FARC, y también permitió por presión de la insurgencia la salida del batallón cazadores de San Vicente, que era el único que no estaba comprendido dentro del despeje de fuerzas militares y de policía autorizado inicialmente.
Fue necesario que ocurriera por parte de las FARC lo más impredecible insólito y temerario como el secuestro de un avión que salía de la ciudad de Neiva el día 20 de Febrero de 2002 y que luego obligaron a la tripulación a aterrizar la nave en una carretera para proceder a secuestrar unos pasajeros, entre quienes se llevaron al senador de la República Eduardo Gechem Turbay. Hasta esto fue necesario para que el presidente Andrés Pastrana tomara la decisión excesivamente extemporánea de terminar con el manifiesto engaño de las FARC de tantos meses. Fuera de todo este prontuario de delitos cometidos por las FARC en pleno periodo de lo que se llamó “proceso de paz del Caguán”, ¿qué más grave podría ocurrir?
Esto tiene un nombre propio señor expresidente Pastrana, esto se llama simple y llanamente “Traición a la Patria” y en el ordenamiento jurídico penal colombiano constituye un delito, por su grave omisión de autoridad al permitir esos vejámenes a la nación colombiana, no durante 6 meses, sino que además mantuvo la entrega de la soberanía interna del país durante 3 años y medio, con pleno conocimiento de causa sobre el infortunio delictivo que allí estaba ocurriendo.
Los hechos constituyen la evidencia que demuestra plenamente el grave error político en que se incurrió, y el resultado que arrojó el fiasco del Caguán así lo confirma. Las páginas de la historia de Colombia registrarán la gravedad de lo ocurrido en ese malogrado escenario, aunque la responsabilidad política quizás nunca aparezca en el horizonte, pues tal vez los intereses politiqueros pueden más que la culpabilidad presidencial que significa la realidad observada por todo el pueblo colombiano, y por el mundo entero, pues obviamente lo que se esperaba era un resultado de paz.
Se está gestando nuevo diálogo
El presidente Santos está dedicado a hablar y hablar del tema de “diálogo de paz”, y esto en respuesta a la solicitud del mismo tenor hecha por parte de quienes han demostrado hasta la saciedad que esto es solo una argucia que utilizan para fortalecerse en su accionar terrorista.
Mientras Santos dice que se requieren gestos de paz por parte de las FARC (¿muy ingenuo?, ¿o sin criterio político?) para poder pensar en diálogos de paz, Piedad Córdoba le manda cartas a la guerrilla invitándolos a una nueva farsa, la cual ya tienen montada con la aquiescencia de Santos. Pareciera bien coordinada la actuación de los actores Santos-Córdoba en esta nueva escena de engaño que vendrá para el país.
Lo que pareciera también es que Santos está acobardado por el avance del terrorismo de las FARC hacia territorios de los cuales habían sido desterrados por el anterior gobierno a través de la Seguridad Democrática; programa que Santos abandonó, aunque en la campaña presidencial prometió continuarlo.
El pueblo colombiano no puede admitir que un gobierno que dejó debilitar la seguridad nacional, que flaquea en materia de autoridad, ahora opte por negociar la ley congraciándose con el terrorismo permitiéndole la opción de otro Caguán. El pueblo no lo admite, Santos lo hará.
Fuente: Atrabilioso
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