A raiz del golpe militar al Presidente Rómulo Gallegos en noviembre de 1948, su autor intelectual Marcos Pérez Jiménez asume tras bastidores el control político y militar del país y comienza a despejar la ruta hacia el poder absoluto como consecuencia del magnicidio en 1950 al Presidente de la Junta de Gobierno Militar Coronel Carlos Delgado Chalbaud, quien es sustituido por el diplomático y para entonces embajador en Perú Germán Suárez Flamerich.
El 30 de noviembre de 1952 se convoca una consulta electoral para escoger a los miembros de la Asamblea Constituyente ya que Pérez Jiménez no era partidario de la elección directa presidencial. En dicha contienda fueron proscritos el Partido Comunista y Acción Democrática, participando U.R.D., COPEI, y El Oficialista Frente Electoral Independiente (F.E.I.) Realizada la consulta, los resultados como eran de esperarse, favorecieron ampliamente a U.R.D. y de ello dieron cuenta la prensa nacional e internacional. Sin embargo y ante la sorpresa gubernamental, éste termina por no acatarlos y se procede a suspender el conteo de votos. El directorio del ente comicial renuncia en señal de protesta y es nombrado un nuevo directorio influido por el régimen. El 2 de diciembre la Junta de Gobierno renuncia ante las fuerzas armadas las cuales nombran a Pérez Jiménez Presidente Provisional de Venezuela. Ese mismo día se ordena la reanudación del escrutinio y oficialmente este termina con un “clamoroso” triunfo del partido de gobierno que según el órgano electoral recién designado es el siguiente: 60 diputados para el F.E.I. oficialista, 29 diputados para U.R.D. y 14 diputados para COPEI. La Asamblea al instalarse en enero de 1953 ratifica a Pérez Jiménez como presidente provisional. U.R.D. y COPEI, rechazan el resultado y el consiguiente atropello decidiendo no participar, lo cual generó un momentáneo conflicto en el Poder Legislativo al fracasar el gobierno en el intento de encontrar suplentes, pero se resuelve de un plumazo al aprobarse en el seno de la Asamblea compuesta totalmente por miembros afectos al gobierno, una nueva constitución el 11 de abril que le reserva poderes especiales y designa a los Senadores, Diputados, Contralor y Procurador General, Magistrados de la Corte Suprema, Diputados a las Legislaturas Regionales y a los Concejales de todo el país.
El 17 de abril se elige por unanimidad, a Marcos Pérez Jiménez como Presidente Constitucional de Venezuela para el período 1953 – 1958. El 19 de abril se posesiona del Cargo y en el Palacio Federal se ofrece una suntuosa fiesta bailable esa misma noche en su honor.
Se inicia de ésta manera un oscuro y degradante período político, en donde el gobierno militar ilegítimo desata una feroz e implacable persecución y exterminio a los adversarios que no comulgan con sus ideas ni sus prácticas. Todo ello se lleva a cabo con el disfraz de un gigantesco plan de obras públicas (autopista Caracas – La Guaira entre ellas, por cierto) denominado “El nuevo ideal nacional”, que amparó para esa época un descomunal frenesí de corrupción y de engaño propagandístico nunca antes visto.
El progresivo deterioro político, el creciente descontento y la descomposición social comienzan a manifestarse cada vez más y es resumida magistralmente en la histórica pastoral del Arzobispo de Caracas, Monseñor Rafael Arias Blanco el 1° de mayo de 1957 en donde el ilustre prelado hizo un severo enjuiciamiento de la realidad social del país, señalando entre otros aspectos, el alto desempleo contrastando con las inmensas ganancias del gobierno y sus cercanos socios del capital, las condiciones infrahumanas de muchos compatriotas y en particular de la mujer, resumiendo en una frase de que la riqueza de Venezuela era una riqueza lejana y ajena, muy distante del hombre común y corriente. Este documento produce un inmediato efecto que se traduce en un despertar de conciencia de la mayoría de los sectores de la sociedad venezolana, especialmente de los partidos políticos que advierten la posibilidad de que uniendo fuerzas y propósitos comunes, podrían obtener resultados alentadores contra la dictadura, esfuerzo éste que dá como resultado el nacimiento de la Junta Patriótica. La intensa actividad desplegada por ésta en sus acciones clandestinas, la cantidad y calidad de documentos publicados para organizar las luchas populares y la eficiencia desplegada en la distribución de sus impresos, contribuyeron en gran medida a preparar el derrocamiento del régimen autoritario. La oposición en Caracas crece hasta desbordar los mecanismos de represión y la mayoría del pueblo ya apuesta a la caída del dictador y su gobierno. Pérez Jiménez, sin un pelo de tonto, conserva todavía muy fresco el recuerdo de la derrota en 1952, piensa en todo menos en una elección directa, secreta y transparente a pesar de que su período de gobierno expiraba en 1958. En medio de un arrebato totalitario, plantea la celebración de un plebiscito bajo su absoluto control el cual se lleva a cabo el 15 de diciembre de 1957 con la pregunta de si el país está de acuerdo con la continuación de Pérez Jiménez en la presidencia y si acepta los candidatos del gobierno al Congreso Nacional, Asambleas Legislativas y Concejos Municipales. En caso de que la respuesta fuese afirmativa, de hecho y de derecho esas personas quedarán elegidas para los cargos señalados; pero si por el contrario el voto fuese negativo, no existían disposiciones claras para tal eventualidad. Celebrado el plebiscito en un clima de incertidumbre política, El Consejo Supremo Electoral da cifras muy altas a favor de la dictadura, evidentemente falsas. Votos azules por el sí; Pérez Jiménez 2.374.790 votos; votos rojos por el no, 364.182 votos; nulos 186.015 votos. El 20 de diciembre del 57 Marcos Pérez Jiménez es proclamado Presidente Constitucional para el período 1958-1963, pero ya no está en condiciones de manejar la crisis y el país es un hervidero de conflictos que desconocen y retan al gobierno. El 1 de enero de 1958 estalla una rebelión de la Fuerza Aérea y Miraflores es bombardeado. No triunfa éste intento, pero quedó al descubierto la fragilidad del régimen autocrático y se inician en el país, particularmente en Caracas manifestaciones callejeras que desembocan en la convocatoria por parte de la Junta Patriótica a una huelga de prensa que a las pocas horas se convierte en huelga general, lo que obliga a los jefes militares a reunirse en la Academia Militar para analizar la difícil situación. La reunión del alto mando de las Fuerzas Armadas concluye en solicitar sin condiciones la renuncia al dictador, quien se ve obligado a abandonar el país la madrugada del 23 de enero de 1958 como presidente depuesto a bordo del avión presidencial denominado “La Vaca Sagrada”. Al conocerse el hecho, Venezuela entera estalla en júbilo y se procede a constituir una Junta de Gobierno presidida por el militar de mayor rango y antigüedad, cargo que recayó en el contralmirante Wolfang Larrazabal Ugueto, e integrada además por los coroneles Carlos Luis Araque (Comandante de las FAC), Pedro José Quevedo (Director de la Escuela Superior de Guerra). Roberto Casanova y Abel Romero Villate. A los pocos días la Junta, tuvo que ser reestructurada por los vínculos y compromisos con el Gobierno depuesto de los coroneles Casanova y Romero, quienes fueron sustituidos por los civiles Blas Lamberti, Eugenio Mendoza Goiticoa y Edgard Sanabria como Secretario de la misma.
Estos hechos descritos con la brevedad que impone el espacio, recogen razonablemente el sentimiento político y los vaivenes de nuestro país en los últimos 50 años sin ninguna rigurosidad académica, pero dadas las circunstancias en que nos encontramos, bien valen una obligada reflexión de cara a las innegables similitudes que entrelazan ésa parte de nuestra historia, no muy lejana en años con la actual, sin embargo, muy distante del conocimiento y dominio de la juventud por su frágil memoria para estos eventos, pero que en todo caso no merecen experimentar ahora un nuevo capítulo de este triste episodio reviviendo la tragedia de una revolución muy particular, sin alma de pueblo que con mucho éxito ha dado aliento al dispendio de la riqueza y a la pugnaz diáspora de la sociedad venezolana. ¡Seamos entonces realistas, soñemos lo imposible para lograrlo!
http://www.analitica.com/va/politica/opinion/1738209.asp
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