Hoy las peruanas y peruanos asistimos a las urnas para votar por representantes al Congreso y por quien, tras la ya tradicional segunda vuelta, ocupará el sillón de Pizarro por los próximos cinco años. Debemos decidir quién encarna la mejor opción para continuar por la senda de la libertad y el progreso económico, y afirmar lo avanzado en los últimos lustros, tanto en paz interna y crecimiento económico cuanto en disfrute de libertades democráticas, pluralismo y tolerancia.
Queda, es cierto, un buen trecho por recorrer en lo que se refiere a inclusión social, renovar nuestra mirada sobre el potencial de nuestro país como territorio de megadiversidad natural, la promoción del empleo formal y la propiedad privada, la competitividad, el reforzamiento de la seguridad externa, el combate contra las mafias del narcotráfico y muy especialmente la lucha contra la corrupción. Este tema empañó estos cinco años de gobierno aprista, que ha tenido innegables logros en los aspectos económicos, la atracción de capitales extranjeros y el manejo de las relaciones internacionales.
Emitamos por ello un voto informado y coherente con nuestras convicciones y con el futuro que queremos para nosotros, nuestros hijos y nuestro país. Como subrayamos en nuestra campaña Usted Decide, así como en nuestras audiencias vecinales, regionales y sectoriales, corresponde asumir una decisión reflexiva y sin apasionamientos.
El actual modelo de mercado, en democracia y libertad, ha llevado a que el Perú tenga un crecimiento anual de más de 5%. Hoy somos una economía emergente, admirada en la comunidad internacional y atractiva para los inversionistas pese a la crisis económica que ha afectado a las grandes potencias. Los próximos años han de servir para consolidar el modelo, reforzar la institucionalidad democrática y principalmente sacar de la pobreza a cerca de diez millones de compatriotas, con un pacto social inclusivo y respetuoso de la diversidad cultural, así como del aprovechamiento racional de los recursos naturales y que evite que los necesarios proyectos energéticos y de infraestructura para el progreso se conviertan en fuentes de conflictos por falta de diálogo, transparencia y políticas públicas adecuadas.
Estamos en el camino correcto, aunque queda mucho por hacer. Ello corresponde al próximo gobierno, sin experimentos heterodoxos o expropiadores que fracasaron aquí en la década de los setenta y estrepitosamente en otros países. Solo generaron más pobreza, retraso tecnológico, y corrupción en Europa del Este, en la Venezuela chavista y en Cuba, la isla de los Castro.
La educación, la nutrición, la seguridad y la salud merecen mayor atención, aprovechando el círculo virtuoso en el que económicamente hemos entrado y del que ya se benefician millares de emprendedores peruanos, en un país con libertades cívicas para pensar, crear, decir y discrepar alturadamente –dentro del marco constitucional–, generar riqueza y contar con mecanismos que garanticen que nadie sufrirá el despojo de aquella propiedad, por más pequeña que sea, que obtuvo con su esfuerzo, arriesgando su capital y usando su inteligencia y creatividad.
Nos compete a los ciudadanos reforzar el sistema democrático. Nuestra tarea no termina con el voto, sino que debe continuar día a día, para que las instituciones que se financian con nuestros impuestos alcancen la mayor transparencia y eficiencia de quienes allí laboran. La mediocridad y la corrupción deben ser arrancadas del aparato estatal. Al mismo tiempo nos compete velar por los derechos de las minorías, la división de poderes, la alternancia en el poder y la libertad de empresa, de creación, de expresión, de prensa y de opinión.
La democracia tiene muchas imperfecciones que deben ir corrigiéndose mientras la sociedad avanza, la ciudadanía participa más activamente y la economía crece. Esas imperfecciones, sin embargo, no son excusa para que aquí pueda suceder –como ha ocurrido en países de la región– que quienes usan la coartada de las ánforas para acceder al poder, una vez encumbrados patean con sus botas el tablero, cooptan las instituciones y fuerzan mecanismos para perpetuarse, cayendo en el totalitarismo o el autoritarismo.
Votemos por la persona en la que veamos dotes de liderazgo democrático, que cuente con el mejor equipo técnico y pueda convocar con éxito a las demás fuerzas políticas a trabajar por alcanzar los consensos que exige el desarrollo del país.
Fuente: ElComercio
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