Junio 18, 2010
Que nadie se quede sin votar. Que todos seamos convocantes a las urnas.
El comandante eleva la apuesta y lo hace, como siempre, desprovisto de cualquier escrúpulo democrático. Se ha planteado dos objetivos cruciales: regenerar su relación con los segmentos D y E de la población -deteriorada por el desengaño- y desolar a sus contrarios. A ellos intenta propinarles una derrota psicológica que propague una conducta abstencionista, provocada por la convicción de una derrota inapelable.
Pero el Presidente no está libre de temores. Le amarga la posibilidad de una sorpresa, que se traduzca en la inhibición de los sectores descontentos del chavismo, o en un aluvión de votos-castigo. De eso, justamente, es de lo que se ocupa cuando apela al viejo truco de reciclar expectativas de futuro, mientras sus oponentes mantienen firme la idea de que Chávez ya no está en capacidad de darle credibilidad a alguna nueva promesa.
La oferta de estimular la llamada “propiedad familiar” constituye una prueba del cínico arrojo del mandatario, quien -sin complejos por la negligencia y el desastre de su gestión- echa mano a su habilidad para la mentira. Once años después de su ascenso al poder, y con un historial de fracasos en materia de construcción de viviendas, Chávez vuelve a su promesa original de proveerle un techo a cada venezolano. Pero, en esta ocasión, lo hace mediante la argucia rimbombante de la “propiedad familiar”.
La respuesta no puede ser otra que la de recordarle todo cuanto ha podido hacer y no ha hecho desde su llegada a Miraflores. ¿Por qué seguirle creyendo en un hombre que, dotado de un poder sin precedentes, con las instituciones a sus pies y con un inmenso volumen de recursos, ofrece lo mismo que no ha cumplido? ¡Urge que todos hablemos de la necesidad de controlar el desempeño del Presidente¡ Urge que todos lo exijamos con firmeza.
La intervención del Banco Federal y sus consecuencias sobre Globovisión vuelve a describir la aspiración de avanzar en una hegemonía comunicacional ya bien adelantada, para impedir el control del gobierno. Es obvio que procura la destrucción anímica de la resistencia. Nada está desvinculado del deseo de reforzar su inexorabilidad: el nuevo sistema cambiario, la destrucción del mercado de capitales y el apresurado visto bueno de leyes que reducen el derecho a la propiedad privada, conforman el guión escrito para paralizar a sus adversarios y construir -con la ayuda del silencio de éstos- un ambiente en el que su victoria luzca irremediable, aun antes de contar los votos.
La respuesta es obvia: que nadie se quede sin votar. Que todos seamos convocantes a las urnas. Que nadie se paralice ante la afrenta. Que todos seamos un megáfono para que la rabia alivie la impotencia. Que seamos nosotros quienes llenemos este hondo vacío.
argelia.rios@gmail.com//
@argeliarios
No hay comentarios:
Publicar un comentario