Junio 18, 2010
El crudo e incesante acoso a Globovisión no es un hecho aislado. Las recientes acciones judiciales contra Guillermo Zuloaga y Nelson Mezerhane, dos de sus principales accionistas, deben analizarse como parte del cerco a la libertad de expresión que está en marcha en Venezuela, libertad que constituye el único antídoto contra el modelo autocrático y militarista que se nos pretende imponer.
A partir del desacato del presidente Chávez del resultado del referéndum de diciembre de 2007, podemos afirmar con absoluta convicción que el cerco a la libertad de expresión en Venezuela anuncia la muerte de la democracia en nuestro país. Cuando hablamos de cerco nos referimos, efectivamente, a acciones judiciales, a decisiones del Tribunal Supremo de Justicia, a la actuaciones del Seniat y de Conatel, a las agresiones físicas a periodistas y sedes de medios de comunicación, a los insultos e intimidaciones del teniente coronel Chávez, a la utilización perversa de las cadenas presidenciales, a la colocación de la propaganda oficial, a la promoción de la autocensura, al desacato a los pronunciamientos y fallos de organismos internacionales como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
A manera de ejemplo, nos detenemos en el informe Globovisión en la Mira que el canal publica en su portal digital. De manera sumaria, al estilo de los certeros micros ¡Usted lo vio! que transmite diariamente el canal, resaltamos: Guillermo Zuloaga, presidente de Globovisión, tiene dos causas penales abiertas en su contra.
Pesan sobre él y su hijo las medidas de prohibición de salida del país y régimen de presentación. Su residencia fue allanada en dos ocasiones, y también se imputó a su abogada.
El pasado 11 de junio un tribunal dictó una orden de captura en su contra. En el último año en por lo menos cuatro oportunidades Chávez amenazó con revocar la concesión de Globovisión. El Presidente dio orden pública a Conatel, la Fiscalía General y al Tribunal Supremo de Justicia de actuar contra el canal y sus directivos.
Todos, de inmediato, acataron la orden.
Los directivos de Globovisión (Guillermo Zuloaga, Alberto Ravell, María Fernanda Flores y Nelson Mezerhane) tienen actualmente causas penales abiertas en su contra. Mezerhane fue acusado de homicidio, estuvo preso aproximadamente dos meses. Su causa sigue abierta, “archivada” desde hace aproximadamente tres años. Alberto Ravell, ex director general del canal, tiene más de cinco causas penales en su contra. Entre los delitos que se le han atribuido resalta la incitación al magnicidio. Guillermo Zuloaga fue aprehendido el 25 de marzo por el presunto delito de “informaciones falsas difundidas” durante su intervención en la SIP, cuatro días antes. La sede de Globovisión ha sido atacada violentamente en más de 10 ocasiones, con uso de granadas, bombas y armas de fuego. Trabajadores del canal han sido víctimas de más de 250 agresiones físicas por parte de funcionarios policiales, militares o por seguidores del Presidente. Los directivos y trabajadores de Globovisión han sido objeto de más de 300 agresiones verbales por parte del jefe del Estado, altos funcionarios y seguidores de Chávez. En los últimos 14 meses Conatel inició 6 procedimientos sancionatorios. En todos los casos las posibles sanciones son: suspensión de las transmisiones o revocatoria de la concesión. En el último año, el Seniat multó a Globovisión por un monto de 5 millones de bolívares, que a los pocos días fue doblado a más de 9 millones; el TSJ dictó 4 decisiones en contra, en casos que tenían años pendientes: (I) se incautaron definitivamente microondas de la empresa, (II) se declararon liberadas frecuencias radioeléctricas que estaban reservadas al canal para expandir su cobertura, (III) se le aplicó una multa por aproximadamente 500.000 bolívares, que a los pocos días fue doblada; todos los registradores se han negado a recibir actas de asamblea de accionistas de Globovisión y sus empresas relacionadas. Contra Globovisión cursan aproximadamente 40 causas, entre juicios y procedimientos administrativos, iniciados por organismos públicos o por seguidores de Chávez ante tribunales, instancias y organismos públicos; se les ha impedido cubrir informaciones oficiales en por lo menos 40 oportunidades.
En fin, pruebas fehacientes de un perverso cerco.
¿La sociedad democrática venezolana dejará sola a Globovisión?
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