Estado y la pobreza
Los números de la economía peruana son contundentes. El año pasado, el PBI creció 9,1%; la inflación fue de 2,3 por ciento, una de las más bajas de América Latina; el ingreso per cápita es 49% más alto que en 2004 y las inversiones extranjeras florecen sin parar.
El legado para quien gane este domingo las elecciones presidenciales es un motor en pleno funcionamiento: el país creció entre 9% y 9,5% en el primer trimestre, informó el ministro de Economía, Ismael Benavides.
Gracias a la continuidad de las políticas macroeconómicas sostenidas en los últimos 20 años por Alberto Fujimori, Alejandro Toledo y Alan García, Perú se ha convertido en una estrella ascendente de la región.
¿Cómo se entiende entonces que el 73% de los peruanos pida cambios y que Ollanta Humala, un ex militar con escasa formación y alineado con el pensamiento chavista, sea el primero en la intención de voto?
"El modelo es potente, trae crecimiento pero no contempla a los sectores que más necesitan", le dijo a Infobae América Eduardo Ballón, investigador principal de la ONG peruana Desco. "La inclusión social es la gran cuenta pendiente a corto plazo", agregó.
Como toda economía, la peruana tiene sus flancos débiles. Arrastra el mismo déficit latinoamericano: el crecimiento no llega a toda la población y los años de malas políticas e hiperinflaciones dejaron una brecha social que llevará décadas recomponer.
La pobreza se redujo del 54% al 34% en los últimos 10 años y la extrema pobreza del 17% al 11,5 por ciento. Pero siguen siendo valores preocupantes y muy altos. En las zonas rurales, la pobreza llega al 65 por ciento. En consecuencia, la conflictividad social es permanente.
La informalidad laboral es otro gran problema. El 47% de los peruanos trabaja fuera del sistema legal y 7 de cada 10 de los empleos creados son para la economía informal.
El hecho de que la minería suponga el 61% de las exportaciones revela que el Perú sigue siendo un país fuertemente dependiente de los precios mundiales de las materias primas y de la demanda exterior, con una estructura productiva básicamente extractiva, de bajo valor añadido y que no crea empleos cualificados.
Con los indicadores macro encaminados, quien suceda a Alan García -que se despide con apenas 20% de imagen positiva- deberá focalizarse en la difícil tarea de distribuir mejor en un país en el que la corrupción es uno de los peores flagelos.
"La demanda es de más Estado, más presencia del gobierno en la redistribución, en la salud y en la educación", concluyó Ballón.
Todos los candidatos prometen mejor salud, más educación y capacitación para los peruanos. Hasta el mismo Alan García reconoció que su sucesor deberá concentrarse en la agenda social.
La inversión en educación equivale al 2,7% del PBI, el porcentaje más bajo de toda la región. El objetivo es llevar esa cifra al 6 por ciento, según un acuerdo nacional firmado entre todos los bloques partidarios del Congreso. El gasto por alumno es de 500 dólares, el penúltimo detrás de los 400 dólares de Paraguay.
El 70% de los recursos oficiales se destina al pago de salarios docentes y los resultados no aparecen por varios factores: la escasa capacitación y mala formación de los educadores y la pobreza que obliga a trabajar a casi la mitad de los adolescentes entre 14 y 17 años, según el Informe de Progreso Educativo 2010 elaborado por el Interamerican Dialogue. Perú, en la última prueba internacional de educación PISA, ocupó el peor lugar de América Latina, en el puesto 63.
Fuente: Infobae
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