El elegido deberá mantener el crecimiento económico del país, pero conciliandolo con un nuevo sistema de distribución de la riqueza. Un Congreso atomizado podría ser el primer obstáculo del próximo mandatario
Los comicios del domingo serán los más reñidos que se recuerden en la historia de Perú. Hasta tres aspirantes a suceder a Alan García tiene chances de quedar en segundo lugar y disputar el liderazgo del país en un ballotage con el favorito, el nacionalista Ollanta Humala.
La incertidumbre crece, además, porque una importante porción de los electores define su voto a última hora y a nadie sorprendería que ese fenómeno provoque un giro en las ubicaciones.
Quien triunfe en las urnas sabe que recibirá un país que goza de una gran estabilidad económica gracias a las profundas reformas como la apertura del mercado interno, gran promoción de la inversión privada nacional y extranjera y estrictas disciplinas fiscal y monetaria.
Perú, que en los últimos tiempos ha intensificado las rubricas de tratados de libre comercio con grandes mercados, lleva anotando un crecimiento promedio anual de un 7% en el último quinquenio.
Su índice de inflación se ubica entre los más bajos de América Latina y las reservas se triplicaron a 46.000 millones de dólares (30% del Producto Interno Bruto) en el último quinquenio. A ello se suma que, en ese mismo período, las exportaciones se multiplicaron por cinco, a 35.500 millones de dólares.
Perú tiene la ansiada nota de grado de inversión por parte de las tres principales agencias calificadoras del mundo, que le permite obtener préstamos más baratos y seguir siendo un imán para las inversiones en sectores clave como la minería y energía.
Ante la bonanza económica, el mayor reto del nuevo gobernante será implementar políticas que permitan una mejor distribución de la riqueza. Asi como agilizar programas sociales para hacer llegar rápido a los sectores pobres -que representan a un tercio de la población- los beneficios del boom que experimenta el país.
En opinión de los analistas, eso será vital en el corto plazo para evitar conflictos sociales y seguir con la implementación de las reformas llamadas de segunda generación, como un mejor sistema judicial, mayor acceso a la educación y salud públicas.
En momentos en que Perú está en camino a convertirse en el mayor productor mundial de cocaína, la lucha contra el narcotráfico será una obligación irrenunciable para la nueva gestión. La inseguridad ciudadana, marcada por los delitos comunes como hurto y robo a mano armada, es una de las principales preocupaciones de los ciudadanos.
Uno de las tareas más complejas que asumirá quien resulte vencedor del ballotage -que se realizará el 5 de junio- será encarar la relación con un poder legislativo fragmentado y en el que no tendrá mayoría de congresistas.
Según encuestas, el partido de Ollanta Humala -temido por los inversionistas pese moderar su discurso antimercado- y la legisladora Keiko Fujimori -hija del ex presidente Alberto Fujimori, preso por delitos de lesa humanidad- alcanzarían el mayor número de legisladores, pero lejos de una mayoría absoluta.
La tercera fuerza quedaría en manos del partido del ex mandatario Alejandro Toledo y la cuarta en el partido recién conformado del ex ministro de Economía Pedro Pablo Kuczynski. También obtendrían algunos escaños el partido del ex alcalde de Lima Luis Castañeda y el partido oficialista APRA, que en este proceso no presenta candidato en medio de la baja popularidad del saliente jefe de Estado, Alan García.
Entre las leyes pendientes de discusión y consideradas claves se encuentran la Consulta Popular, una iniciativa que daría fuerza a los indígenas para decidir si apoyan una inversión o explotación de recursos en zonas que habitan.
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