Cuando Min-Defensa dice que investigará las denuncias del empresario del narcotráfico Walid Mackled “caiga quien caiga porque aquí no hay protegidos” (Correo del O, 06/04/11, p.1) da a entender que pía ahora porque se acaba de enterar de que en su fuerza hay colegas de alta jerarquía acusados de estar metidos en cuestiones muy oscuras.
Con el agravante de que no es la primera vez que se señala un vínculo entre jefes militares de algún nivel y narcotráfico. Sobre la relación con el narco y los ‘perros de la guerra’ se puede escribir varios capítulos en este ex país.
Esta declaración se junta a la emanada de la Fiscalía quien también señala que todo lo denunciado por Makled está siendo investigado.
Pero de antemano se sabe que idea es ganar tiempo y olvido de lo actuado a lo largo de ocho años, para ver si es posible que a Walid y a sus presuntos compinches militares y de la alta dirigencia política se les conceda una sabrosa y rentable base por bolas.
¿Qué condena recayó sobre el general Acosta Carles, ex gobernador de Carabobo, señalado como socio-protector de la empresa que gerenciaba Makled?
¿Cuando Mata Figueroa alude al ‘caiga quien caiga’ es porque ya tiene el visto bueno del Golpista Presidente (GP) para proceder a investigar a otros de los mencionados?
En realidad, el robo oficialista debe haber alcanzado niveles verdaderamente elevados para que el GP, frente a la propia dirigencia de su partido, señalara el lunes 21/03/11 que “A nosotros nos traga la vieja política, nos traga la corrupción de la política, esos viejos valores capitalistas, pequeño-burgueses, burgueses quienes se infiltraron por todos lados y siguen infiltrados dentro de nuestro partido.
El presidente del PSUV dice que la organización está infiltrada por los ladrones de la cuarta y se está tragando la revolución.
Admite el GP de este modo que los 12 años de esta ‘revolución’ son continuación del mismo saqueo.
Y esto lo atribuye el GP a una tal falta de ética que se siente en el robo creciente y en actividades como la caza de votos: a mí que nadie me busque como portaviones porque me siento como un adeco cuando me ponen en ese plan.
Mackled, mientras, lanza sus acusaciones con precisión y sin asomo alguno de temor o angustia. Parece muy seguro de lo que está denunciando y hasta de lo que le espera.
Acusa al Estado venezolano de narcoestado: “Fíjate lo que está pasando en San Fernando de Apure. Diariamente salen cinco o seis aviones cargados con cocaina hacia Honduras. De ahí hacia México y de México hacia EEUU.”
Refiere una misión adelantada en conjunto con el alto mando militar al que le pagaba millones de dólares a cambio de favores. Y además del general Acosta Carles agrega nombres como los de Rangel Silva, Hugo Carvajal, Carlos Máximo Aniasi Turchio y dirigentes del PSUV.
Independientemente de si se extradita a Makled para un sitio u otros, lo que ya no es posible es tapar el asunto.
Y llama la atención que Makled, en todo momento, actúa como si en lugar de protagonista principal fuese un simple testigo presencial, con capacidad para registrar y examinar ese acontecer desde afuera.
Y no se trata sólo de poner al descubierto la corrupción, sino de atender los males que toca una institución constituida en puntal de esta llamada revolución que, tomada como está por una confederación de grupos que ejercen el pillaje a discreción, necesita contratar grupos de fuerza para que controlen los que han tomado la senda del desborde y haga las veces de una tal vanguardia que se quedó en el camino.
Pero ocurre que muchos de los contratados forman parte de la legión militar que hoy vive dentro del robo pero que dice prestar un servicio completamente desinteresado y patriótico a la república bolivariana.
Y en este sentido los vemos hoy al frente del Plan Integral de Educación para supuestamente instruir a la población, a todos los niveles, en el manejo de las ‘modalidades militares’ para que se aprenda el oficio de defensores de la patria.
Y en nada de esto hay una intención ideológica. Sólo se prepara al ciudadano, desde la primera infancia, para la defensa de la revolución.
Y es el mismo caso de las milicias o la tropa profesional llamadas a completar la fuerza armada en la defensa integral de la nación.
En todo caso se trata de extensiones o aprendices de las FAN, en los cuales se hace grandes inversiones.
Porque tal y como señaló el GP en entrevista televisiva en su visita a Uruguay: “No se puede hacer una revolución profunda y seria sin un ejército”. Porque para el GP también está claro que es “triste una revolución que depende de un solo hombre”.
Para el GP, entonces, a falta de proletariado, campesinado y clase media revolucionarios, se echa mano de los contingentes militares que en forma de tarifados puedan responder a la demanda de garantizar la estabilidad y tranquilidad de su revolución.
A esta hora todo apunta hacia la existencia de un Narco Estado sustentado en una Narco Revolución. Ayer fueron las computadoras de Raúl Reyes.
Fuente: Analitica.com
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