Epoca de ofrecer cualquier cosa. El año que viene habrá elecciones, con tumor o sin tumor, con células malignas en huida gloriosa o no. La cita, claro está, será cuando micomandante presidente lo decida y el CNE acate con la precisión que exige el momento histórico. Pero, como sea, salvo que a Chávez lo proclamen Rey, en algún momento del 2012 el país decidirá si sigue esperando para bañarse en El Guaire o recomienza su andar hacia mejores rumbos.
Y, como Chávez lo ha comprobado y demostrado hasta el cansancio, este país es facilón en eso de escuchar, ponerse a esperar y si no le dan, bueno, siempre habrá chance de seguir esperando, la competencia entonces se arma en la raya de partida en dos ámbitos claramente determinados.
El de la oposición no es fácil, pero ahí está. Trata de unirse, trata de mantener la unidad. Tratará de elegir un candidato para las presidenciales y muchos candidatos para los otros cargos por decidir. Tratará de salir ilesa de tantas pruebas en las que hasta Rosales viene enmaletado a buscar lo suyo y también a salvar al país. Pero, como es fácil suponer, esto es otro tema. Por lo pronto si los planes de la oposición marchan bien, se verá, como ya se está viendo la picazón incontrolada del chavismo. La tarjeta unitaria y el comando unitarios pusieron al jefe y a los amanuenses a gritar histéricos y a balbucear como comunistas sin beca del Estado. Chávez, más recuperado que nunca, amaneció insultando y amenazando a propios y extraños como en sus mejores tiempos, como cuando era rojo rojito. Hay temor, desesperación e histeria. Eso no lo ocultan. Así que habrá que esperar más comiquitas de aquí en adelante. Pero, más allá del paso a paso y de las jugadas bien organizadas y que apuntalen la unidad, por ahora no hay ofertas, ni promesas. Ya vendrá el tiempo. Así que la prometedora es apenas un horizonte que, frente al castrochavismo, se ofrece vedada y en segunda línea. En este momento la oposición no ofrece sino un gran cambio y lo concreto vendrá después.
Pero, el chavismo anda en otra cosa. Anda prometiendo parejo, haciendo demagogia, regalando neveras chinas y cotillones de comida. Lo que ha hecho siempre, pero ahora con el peso de un líder desgastado y enfermo y, además, así de ladito, una montaña de promesas incumplidas que pretende reeditar con el cuento de que los culpables son otros. Es verdad que el país, no todo, pero sí en una buena parte, es un tírame algo de espanto y ese es el mercado natural del Comandante Pa´lante, incluyendo empresarios, banqueros y hasta militares que se hacen llamar socialistas para aprovechar la manguangua. No obstante, el que a estas alturas salga el ministro Garcés a ofrecer que en los próximos dos años Venezuela tendrá al menos cinco grandes obras de vialidad masiva y el propio Chávez a prometer las casas que no construyó en 13 años, adelanta lo que será la campaña chavista. Eso sin meterse en empleo, economía, endeudamiento, la quiebra de empresas antes sanas, bolívar tísico, seguridad ciudadana, cárceles, delincuencia, invasión cubana, inseguridad jurídica.
Sin duda, la tiene dura el chavismo. Un liderazgo envejecido y enfermo listo para asumir un futuro que lo le corresponde. El mercado de Chávez se reduce al recibidor de oficio. Si ese mercado creció, pues los pedidores de cualquier ámbito, sean pobres reales o empresarios cómodos, o simples vividores del Estado, fortalecerán al regalador de Miraflores.
Salvo que el candidato de oposición se convierta en otro ofrecedor, mejor presentado, decentico, modocito y de buen hablar. Un regalador que no quite, frente a un regalador incumplido que además quita, embustero y vulgar.
En eso andan algunos.
Twitter: @ejrl
Fuente: El Universal
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