Cuando estudiantes de Puerto Ordaz me llamaron aquella noche del 20 de Enero para decirme que a Rubén González, el Presidente del sindicato de Ferrominera del Orinoco que se encontraba en su casa cumpliendo su detención, estaba siendo trasladado por el CICPC en horas de la noche y de forma intempestiva, sin informar a su defensor, supuestamente para rendir una declaración, pensé que las cosas al sur del Orinoco como que estaban peor que en el resto de Venezuela. Acabo de regresar de Puerto Ordaz, donde fui a enterarme de su caso, así como de los casos del Alcalde Carlos Chancellor y del Concejal William Saud, también detenidos en la sede de “Patrulleros del Caroni” de dicha ciudad. Hoy trataré solo el caso de Rubén González, quien fue imputado por los delitos de agavillamiento, instigación para delinquir, cierre de vías públicas y transgresión de zonas de seguridad. El próximo domingo trataré los casos de Chancellor y Saud.
Para Rubén González todo comenzó el 11 de Julio del 2010 cuando los trabajadores de la Ferrominera decidieron hacer una protesta frente a la empresa por sus reivindicaciones laborales, movidos por una declaración del Presidente de la Republica afirmando que la Ferrominera no tenía ningún problema. La protesta se transformó en una huelga que duró 16 días, sin que ningún representante de la empresa se apersonara a dialogar.
El dirigente sindical fue citado en calidad de testigo al Sebin (antigua Disip), donde fue retenido por horas hasta que el CICPC, sin orden de aprehensión, lo detuviera y lo trasladara a sus instalaciones. Fue allí donde por primera vez se le mostró la orden de aprehensión, violando su derecho a la defensa y al debido proceso. Fue presentado en el tribunal de control solo al 5to día, otorgándole el beneficio de casa por cárcel para ser juzgado por supuestamente haber liderado la huelga. La libertad sindical, el derecho a celebrar convenciones colectivas y el derecho a la huelga son consagrados por la constitución en sus artículos 95,96,97, pero es cada día mas evidente que la constitución es lo que menos le importa a este “régimen”. Por eso se merece este calificativo.
Rubén González sigue narrando que en Octubre fue suspendido el Juez Arsemio López de forma sorpresiva, y el acto conclusivo fue realizado sin su presencia, llevando a la defensa a introducir un recurso de amparo que fue –se sorprende usted?- declarado sin lugar.
Cuando el CICPC se lo llevó de su casa, en un giro sorpresivo de su caso, sin una orden del Tribunal Tercero de Control a cargo de la jueza Quintana, quien tenía el caso para ese momento, se supo que la jueza fue destituida el día anterior, ya que esta se habría negado a firmar la autorización para el traslado del dirigente sindical, así como a su eventual traslado a la cárcel de Vista Hermosa, donde la vida de González habría corrido serio peligro, por tratarse de un centro penitenciario de alta peligrosidad. Por otra parte, ante la destitución de la Juez Quintana, se habría procedido a autorizar su traslado apelando a un Juez de Trabajo, procedimiento también absolutamente ilegal.
González fue aislado 2 días para luego ser “ruleteado” de noche vía Ciudad Piar. González cuenta que temió por su vida. El Tribunal nunca lo recibió, y aproximadamente a las 12 de la noche emite la boleta de encarcelación. Hasta el día de hoy, el sitio de reclusión es la sede de “Patrulleros del Caroni”, donde comparte una pequeña habitación, y recibe a sus familiares y amigos.
González se declara preso de un complot en el que participan jueces, fiscales y gerentes de la empresa. Fue 2 veces concejal, por el PPT y por el MVR. González es un luchador social y revolucionario de verdad. “Hay que respaldar los principios democráticos y la constitución nacional. Esa es la lucha que hay que dar” me dijo. Por otra parte, los motivos por el cual se inicio la protesta en Ferrominera continúan y se acentúan.
La criminalización de la protesta también se acentúa. La lucha de los trabajadores por sus beneficios colectivos les es conculcada por esta “revolución bonita”, que proclama privilegiar el trabajo por encima del capital, y a los obreros por encima de los empresarios capitalistas y burgueses, seres execrables que ni siquiera son venezolanos. Todo depende ahora de si lo que usted dice y hace le conviene o no a la
revolución. Si baja la cabeza y sigue la línea oficial sin chistar usted es un “verdadero revolucionario”. Si no, usted es un traidor y recibirá el trato que merece, aunque defienda a la clase obrera, se vista de rojo, y tenga su corazón revolucionario. Esto se llama totalitarismo.
http://www.noticierodigital.com/2010/04/los-presos-de-guayana/
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