Tal como a las personas menesterosas la penuria las obliga a tomar decisiones y adquirir compromisos que a largo plazo empeoran su situación, a los países inestables las soluciones desesperadas que encuentran se les vuelven trampas fatales de las que les resulta casi imposible salir.
Es lo que pasa en la Colombia del siglo XXI con la situación política heredada tras varias décadas de hegemonía de las mafias de la cocaína y de las organizaciones terroristas surgidas de las universidades. La Constitución fue concebida para debilitar los poderes ejecutivo y legislativo y también los partidos políticos. El escaso arraigo de las convicciones democráticas y el peso de tremendas tradiciones clientelistas hicieron el resto: los viejos partidos quedaron convertidos en meras redes de nombramientos y corruptelas y los socios de las bandas terroristas encontraron una gran ocasión de desarrollar un partido fuerte, cohesionado y rico gracias al ascenso de sus afines en países vecinos.
De tal modo, hay una mayoría que apoya el combate contra el terrorismo y quisiera vivir en un país democrático como los de Europa y Norteamérica, pero sin el menor reparo el gobierno elegido opta por la política contraria y esa mayoría queda indefensa. No hay ningún partido que la represente, sino que las catervas clientelistas siguen al gobierno en aras de la rapiña y los terroristas se frotan las manos, pues saben que les tocará buena parte del botín.
Ante las elecciones a alcaldías y gobernaciones del próximo octubre, esa orfandad de organización de la mayoría se hace más patente. Sobre todo en lo que concierne a Bogotá. ¿Cómo es que no hay un candidato uribista claramente posesionado si el uribismo obtuvo el 60 % de los votos en las últimas elecciones generales y el gobierno del PDA sufre un desprestigio clamoroso? Al respecto, nadie contesta.
El apoyo de Álvaro Uribe a Enrique Peñalosa pareciera el deseo de influir en la elección, toda vez que no parece tener futuro ningún candidato de confianza, salvo él mismo. No obstante, dado el origen del Partido Verde y su reciente papel en las elecciones presidenciales de 2010, ese apoyo no encontró mucho entusiasmo entre los miembros de ese partido, sin que tampoco haya mejorado notoriamente las posibilidades del candidato, que difícilmente podría entusiasmar a los votantes uribistas dada su relación con la campaña de calumnias del año pasado, y difícilmente podría entusiasmar a nadie, dadas sus dificultades de comunicación con la ciudadanía ordinaria.
La deserción de Mockus no es la única consecuencia llamativa de ese apoyo. Pese a todas las críticas que ha recibido, ¿no es lógico que Mockus se retire siendo que la identidad de ese partido es el antiuribismo y que él se comprometió a fondo en la explotación de los "falsos positivos" como recurso para calumniar el anterior gobierno? ¿No estuvo su campaña presidencial promovida por gente afín al terrorismo como Sergio Otálora, William Ospina, León Valencia o Antonio Morales? No cabe ninguna duda de que los militantes y activistas del Partido Verde, salvo por el interés personal que pudieran tener en puestos o negocios relacionados con el poder, preferirían que ganara Petro y no un Peñalosa apoyado por Uribe.
Más interesante es el hecho de que el presidente del Partido Verde, Luis Eduardo Garzón, se pronunciara en apoyo de las acusaciones de Santos a la mano negra de la extrema derecha. Si ya el atractivo de Peñalosa para los votantes uribistas era tibio, habrá que pensar en lo que habrá después. Es muy sencillo: Garzón también quiere que gane Petro. Fue su socio de partido durante casi una década y comparten orígenes ideológicos, por no hablar de las escasas perspectivas que le anuncian las encuestas a Peñalosa. Por eso espanta a los votantes uribistas.
La deserción de Mockus no es la única consecuencia llamativa de ese apoyo. Pese a todas las críticas que ha recibido, ¿no es lógico que Mockus se retire siendo que la identidad de ese partido es el antiuribismo y que él se comprometió a fondo en la explotación de los "falsos positivos" como recurso para calumniar el anterior gobierno? ¿No estuvo su campaña presidencial promovida por gente afín al terrorismo como Sergio Otálora, William Ospina, León Valencia o Antonio Morales? No cabe ninguna duda de que los militantes y activistas del Partido Verde, salvo por el interés personal que pudieran tener en puestos o negocios relacionados con el poder, preferirían que ganara Petro y no un Peñalosa apoyado por Uribe.
Más interesante es el hecho de que el presidente del Partido Verde, Luis Eduardo Garzón, se pronunciara en apoyo de las acusaciones de Santos a la mano negra de la extrema derecha. Si ya el atractivo de Peñalosa para los votantes uribistas era tibio, habrá que pensar en lo que habrá después. Es muy sencillo: Garzón también quiere que gane Petro. Fue su socio de partido durante casi una década y comparten orígenes ideológicos, por no hablar de las escasas perspectivas que le anuncian las encuestas a Peñalosa. Por eso espanta a los votantes uribistas.
El apoyo de Uribe a Peñalosa no es compartido en absoluto por los partidos "uribistas". Prueba de eso es el apoyo que ofrece el periódico presidencial a la candidatura de Gina Parody, por no hablar del silenciamiento que hacen del ex alcalde. La candidata tiene escasísimas posibilidades de ganar, pero en cambio sí puede arañar muchos votos hostiles al PDA. Su candidatura tiene como principal objeto impedir el triunfo de Peñalosa. Es decir, de Uribe.
Negar que al gobierno de Santos le interesa el triunfo de Petro es negar que tiene interés en un proceso de paz con las FARC, por mucho que lo reconozca. ¿Qué proceso de paz va a haber con una banda insignificante en términos políticos y deslegitimada por las urnas? El triunfo de Petro sería la legitimación de ese proceso, por no hablar del impacto que tendría en la prensa internacional un alcalde que respaldaría la negociación. La resistencia a entender eso es uno de tantos misterios de Colombia que uno quisiera entender. De hecho, la publicación en El Tiempo >de esteinterminable escrito del arquetípico profesor de la Universidad Nacional Medófilo Medina es prueba de las presiones que hace el gobierno en torno a la negociación.
Yo tengo la plena certeza de que esa negociación contará también con el apoyo de Uribe, que es el jefe del partido de la U, pero sin duda despertará recelos entre mucha gente que lo apoya. La insistencia en apoyar a Peñalosa, pese a las crecientes pruebas de su fracaso, es prueba de esa resignación.
En cuanto a Petro, no cabe la menor duda de que cuenta con el apoyo de los medios. El desprestigio del PDA hará que la dirección de ese partido intente "pasar de agache" ante las elecciones, mientras que sus miles de militantes harán campaña por el candidato "progresista". Lo mismo se puede prever que hará Mockus, pues sus posibilidades son escasas y sus afinidades con el ex terrorista son claras.
Yo tengo la plena certeza de que esa negociación contará también con el apoyo de Uribe, que es el jefe del partido de la U, pero sin duda despertará recelos entre mucha gente que lo apoya. La insistencia en apoyar a Peñalosa, pese a las crecientes pruebas de su fracaso, es prueba de esa resignación.
En cuanto a Petro, no cabe la menor duda de que cuenta con el apoyo de los medios. El desprestigio del PDA hará que la dirección de ese partido intente "pasar de agache" ante las elecciones, mientras que sus miles de militantes harán campaña por el candidato "progresista". Lo mismo se puede prever que hará Mockus, pues sus posibilidades son escasas y sus afinidades con el ex terrorista son claras.
Finalmente, Petro es el candidato del chavismo: amigo personal del líder durante varias décadas y claro portavoz de su ideología en Colombia. No es ninguna sorpresa que a su favor se moverán las grandes fortunas que generan tanta pasión obsesiva contra Uribe en cientos de periodistas y tanta desfachatez en el prevaricato en cientos de jueces. Las mismas fortunas que animaron la elección de Samuel Moreno en 2007 y seguramente también la de Luis Eduardo Garzón en 2003. ¿Qué creen que hará la impresionante maquinaria samperista, heredera de Martha Catalina Daniels?
Con todo, la cosecha de votos de Petro provendrá del caladero de la clase media arribista que lee Semana y ostenta el antiamericanismo como una marca de su estrato, pero también de las clientelas creadas con recursos públicos durante los ocho años de gobiernos del PDA a través de los comedores comunitarios y también de Fecode y sus afiliados.
Mucha gente duda de ese triunfo convencida de que el descontento con el caos e inseguridad de la ciudad moverá el voto contra el PDA. Parecen olvidar que la mayoría de la gente no vota, que los incentivos del chavismo son formidables, que el bando "anti-Polo" es disperso, que los medios de comunicación son en realidad medios de manipulación y siempre están en el bando de los terroristas y sobre todo que ningún líder político significativo se opone a la anunciada negociación con las FARC en que hará de mediador Baltasar Garzón.
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