Junio 27, 2010
¿Podemos o no -¡sin restricciones!- elevar o degradar, ennoblecer o encochinar, nuestro espíritu?
FundaKristós completó exitosamente el trío de foros sobre El Problema del mal. Gracias a los ponentes, a los asistentes ¡y a los que nos ayudaron para completar el pago de la sala! Reflexionar sobre El Mal es hacerlo sobre Lo Humano y de esos tres foros salió -clarísima- la necesidad de una discusión sobre este otro tema. La dramática situación política que vive Venezuela, esta locura que pretende imponernos algo tan inviable como el Comunismo, es una buena oportunidad para reflexionar sobre Lo Humano. Un debate que los católicos podríamos promover.
La semana pasada, comentando El despertar del individuo de Roberto Mangabeira, enfaticé una frase suya -”La infinitud del espíritu humano”- que podría dar pie a la discusión que proponemos. ¿Es que, de verdad, somos finitos porque somos mortales y por los límites que el cuerpo nos impone? ¿Somos “imagen y semejanza de Dios” sólo por nuestra capacidad de amar al prójimo o también por la obvia condición infinita, inefable e incognoscible de nuestro espíritu?
¿De verdad somos seres finitos o tenemos ¡gracias a Dios! la capacidad de ir siempre más allá de “nosotros mismos”? ¿Podemos o no ser ¡cada vez! más mezquinos, desleales o egoístas? Pero, también ¡cada vez! más piadosos, solidarios u honestos. ¿Tiene algún límite la posibilidad de identificarnos con los otros o de sacrificarnos por ellos? ¿Podemos o no -¡sin restricciones!- elevar o degradar, ennoblecer o encochinar, nuestro espíritu? ¿Cuánto podemos destruir una sociedad por la aplicación de una ideología absurda y agotada? ¿Tiene algún límite, es finita nuestra capacidad de hacer daño por esa vía? ¿Y tendrán ellos que sufrir algún cargo de Conciencia, ahora que ya saben que el Espíritu, además de absolutamente elevable, es absolutamente libre y maleable?
Tal vez este dramático saqueo que vive Venezuela pueda ayudarnos a reflexionar sobre una poderosa noción, hija de los últimos 200 años -o sea de la Postmodernidad- y que pone en evidencia que el espíritu humano está bien lejos de ser finito. ¡¡Me refiero al carácter absoluto de la Libertad Individual!! A la ya mencionada inexistencia de límites que le impidan al espíritu trascenderse a sí mismo. ¿Tiene éste alguna “manera de ser” definida? Es decir: ¿Tiene lo humano un Ser definido como el que Aristóteles le asignó a todo lo que existe? ¿Un ser como el de todos los demás entes que nos permite saber qué ES cada uno de ellos? ¿O somos, por el contrario, una “Pura posibilidad de ser”, como planteó Heidegger o una Nada absolutamente impensable, como asomó el nihilismo nietzscheano?
¿Cuánto pueden la culpa o el temor a Dios refrenar a alguien que se sabe -insisto, no que se cree, sino que se sabe- dotado de una Libertad Absoluta? Una que le permite a él y a sus acólitos ensayar un Modelo de Sociedad tan radicalmente necio como el Comunismo. ¿Cuánto necesitan refrenarse en su afán de destruir el país, si saben perfectamente que no tendrán que rendir cuentas ante su Dignidad, ni van a ser castigados espiritualmente, ¡ni tendrán que expiar ninguna culpa!?
Tal vez -¡quién sabe!- a la Teología y al Catolicismo les convenga promover una discusión sobre estos escabrosos temas atinentes a la Libertad Absoluta, es decir, a la inexistencia del Hombre como un Ser; al nihilismo, el vitalismo, el existencialismo, Nietzsche, Heidegger, Schopenhauer, Kierkegaard, T. S. Eliot, Wittgenstein y hasta el bueno de Sartre. Porque es en ese terreno -¡y no solo en el de la noción de Dios!- en el que hay que discutir el carácter finito o infinito del espíritu humano.
http://emeteriogomez.wordpress.com
http://www.noticierodigital.com/2010/06/chavez-y-la-infinitud-de-lo-humano/
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