Junio 1, 2010
El teniente coronel le declaró la guerra al Oso. Como el de Sabaneta solo lee las portadas de los libros y repite como loro las prédicas de Fidel, estamos seguros de que su animadversión hacia este plantígrado no deriva de las enseñanzas de San Agustín y mucho menos de Plinio, quienes identificaban al oso con el diablo. Quizá, en alguno de sus viajes se topó en Frankfurt con las estatuas de un oso y un toro frente a la Casa de la Bolsa. Allí alguien le explicaría que en el argot financiero, la figura del oso representa al vendedor y el toro al comprador.
Aunque este Oso no quiere vender, el lenguatón se siente identificado con un toro cebú de los que abundan en Barinas, pero sin intenciones de comprar, sino de arrebatar. Adicionalmente se siente el elegido para acabar con el oso-diablo, ya que pa’diablo él, y desde luego sin compensación, tal y como se apoderó de los equipos de RCTV, de 32 emisoras de radio, de las cementeras, de Éxito y de 74 empresas de la Costa Oriental del Lago, para citar solo algunas empresas. Ahora, como el diputado Sanguino asegura que en el socialismo no existen casas de bolsa, con lo cual quedó como un idem, Esteban también quiere pulverizarlas aunque muchas de ellas son de sus amigos protegidos.
Controlar al Oso significaría un paso importante hacia el comunismo y, en consecuencia, hacia el empobrecimiento, lo cual no debemos permitir. Mientras que productos alimenticios de países como Guatemala, México, El Salvador, Colombia, Ecuador, Chile, Argentina y Costa Rica, entre otros, están presentes en los mercados de Toronto y de otras grandes ciudades, Venezuela brilla por su ausencia. Perdón, sí detectamos paquetes de harina Pan, pero elaborada en Colombia por el Oso. Es decir, que en el sector alimentos sucede algo similar a la industria petrolera, en donde los expertos despedidos ilegalmente de Pdvsa y con prohibición de trabajar en Venezuela están apoyando a la industria colombiana.
Con un razonamiento primitivo, apoyándose en los conocimientos neandertalianos del monje Giordani, el lenguatón sostiene que los alimentos son más importantes que los automóviles y que la cerveza, en un afán de devolvernos a la etapa conuquera de producir alimentos solo para el consumo familiar, ya que si no hay industrias no habrá posibilidades de adquirir alimentos. Nuestro reconocimiento a la gran empresa del Oso, ya que sin la Polar, los hijos de mis hijos tendrían, entre otras cosas, que darle todos los días a la maquinita de moler maíz, que si bien no me traumatizó en mi adolescencia sí me hizo sudar la gota gorda. Por otra parte, Polar es un excelente ejemplo de una empresa con responsabilidad social y moral. El Oso debe vivir y el diablo debe salir por la vía constitucional.
Como en botica: Los sindicalistas denuncian que en las plataformas marinas de Pdvsa no se cumplen las normas de seguridad, ni de apoyo logístico mínimo. A Clark Inciarte, presidente de Pequiven, lo destituyeron públicamente “por atreverse a aumentar el precio de unas resinas sin autorización mía” (Chávez dixit), pero lo perdonó y volvió a su cargo; ahora pedirá permiso hasta para comprar papel higiénico. Felicitamos al general Antonio Rivero por sus denuncias. En la “potencia petrolera” esta actividad cayó 5% en el primer trimestre, los trabajadores de Pdvsa Gas Comunal protestan por las condiciones de trabajo y los contratistas reclaman pago cuentas vencidas. Para conocer mejor parte de nuestro siglo XX es de obligatoria lectura la biografía de Pérez Jiménez escrita por Manuel Felipe Sierra y publicada por El Nacional y Fundación Bancaribe.
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