En el “socialismo cubano” la propiedad de los medios de producción es monopolizada por el estado y el salario se mantiene con sus características heredadas del capitalismo.
En el espacio del periódico Granma ´´Cartas a la dirección´´ aparece en la correspondencia de algunos lectores la idea de que con el uso adecuado del salario se motivará a los trabajadores a impulsar un incremento consiente de la producción y los servicios, lo que desarrollaría la economía de nuestro país y se preservaría la Revolución.
En la opinión de V. Pagola Bérger publicada el 2-4-2010, bajo el título ´´ Una de la cosas más importantes a lograr: que el salario cumpla su papel ´´, carta interesante y con planteamientos objetivos que parte de la situación actual del modelo económico, explica: … “El ser humano se mueve por intereses. En el capitalismo son intereses mezquinos de ganancia cada vez mayor, la ambición constantemente y la deshumanización prolifera. En el socialismo son otros los intereses: altruistas, humanistas, de hermandad, solidaridad, de producir cada vez más y mejor para el pueblo. Pero cuando el trabajador, así como el administrador, no pueden resolver sus necesidades esenciales merma la calidad del trabajo que realizan, disminuye la honestidad, se instala el compadreo, el robo, crece el desinterés por el cuidado de la propiedad estatal social, desaparece el tan necesario control y el salario, insuficiente la mayoría de la veces, deja de cumplir su rol en la solución de las necesidades cada vez más crecientes del ser humano. Y no hace falta la acción del cercano enemigo imperialista para que se pierda nuestro socialismo, que tanto sacrificio y sangre ha costado. Nosotros mismo podemos hacerlo desaparecer.”
Y más adelante continúa: …” y una de la cosa más importantes ha lograr es, a mi entender, que el salario cumpla su importante papel y los trabajadores y administradores se consideren entonces dueños de su propiedad estatal socialista...”
En el “socialismo cubano”, la situación se complejiza, la propiedad de los medios de producción es monopolizada por el estado y el salario se mantiene con sus características heredadas del capitalismo, el cual paga, por usar la fuerza de trabajo salarios “adecuados” y no por ello el obrero se considera dueño de lo que es propiedad del capitalista.
Con la propiedad estatal y recibiendo siempre un salario, que generalmente es el mismo, se trabaje bien o mal, ni los trabajadores, ni los administradores se sienten dueños de los medios de producción ni en verdad lo son porque no disponen nada en relación con los mismos, aunque nominalmente se les diga que son los propietarios. La que dispone todo con relación a los medios de producción, qué producir, qué invertir, gastos, costos, precio de venta, es la burocracia que es la que, en la práctica actúa como dueña, lo cual ha dado lugar a las deformaciones que se explican arriba (compadreo, robo, etc.).
La generación de este fenómeno y el desinterés de los trabajadores, es causado por el sistema de salario, ahora estatal, que separa al trabajador de la propiedad y, arriba de eso, tal salario aquí es incapaz de satisfacer las necesidades de los obreros por la concentración de la apropiación de todo lo producido por el estado que destina a pagar a los trabajadores salarios determinados burocráticamente que nada tienen que ver con el pago de su fuerza de trabajo.
El “socialismo de estado” no puede pagar los mismos salarios que el capitalismo, porque al definir centralmente los destinos de los valores producidos (no se conforma con cobrar impuestos, se apropia centralmente de todo el excedente) así como los costos, gastos, inversiones y demás movimientos de intercambio para la producción, las empresas pierden toda identidad y el control real de los valores de sus máquinas y medios e inversiones y dada la concepción del estado como “benefactor, inversor y controlador social general”, éste distribuye servicios y crea y subsidia proyectos productivos y de bienestar social que demandan enormes recursos y burocracia para realizarlos y controlarlos.
Sin motivación para trabajar, sin producir, ninguna sociedad puede subsistir y desarrollarse. Si el salario no cumple, no puede cumplir su objetivo por esas razones en el “socialismo”, como en el capitalismo, entonces: ¿Cuál es la solución? ¿Mejorar el salario o buscar la nueva forma de trabajo socialista donde se distribuyen las utilidades? En mi opinión, debería ser esto último, es decir, el ingreso cooperativo distribuido igual entre productores y administradores.
La forma de producción cooperativa que corresponde al socialismo, la expuso Carlos Marx en varias de sus obras, entre ellas en La Guerra Civil en Francia, donde escribió: “…si la producción cooperativa ha de ser algo más que una impostura y un engaño; si ha de sustituir al sistema capitalista; si las sociedades cooperativas unidas han de regular la producción nacional con arreglo a un plan común, tomándola bajo su control y poniendo fin a la constante anarquía y a las convulsiones periódicas, consecuencias inevitables de la producción capitalista, ¿qué será eso entonces, caballeros, más que el comunismo, comunismo “realizable”?
De aquí se deriva que el salario, típico de la organización capitalista del trabajo, debe tender a desaparecer paulatinamente en el socialismo cuando las cooperativas y luego las uniones de cooperativas sustituyan el trabajo asalariado por el trabajo asociado, que hoy se parece al modelo de funcionamiento de las Cooperativas de Producción Agropecuarias (CPA).
Pagola, con el mayor respeto, pienso que en Cuba no podemos seguir utilizando el salario, que es concepto capitalista, con todas las deformaciones que le ha introducido el socialismo estatal. La solución hay que buscarla en el marxismo. Hay que avanzar en las relaciones cooperativas de producción hacia la eliminación paulatina del trabajo asalariado.
El camino de “perfeccionar el salario”, lleva inevitablemente a tener en cuenta todo lo que le dio origen y por esa vía se regresa a la propiedad capitalista sobre los medios de producción.
En el capitalismo los dueños de los medios de producción tienen como objetivo, como bien dice usted, enriquecerse, ganar la mayor plusvalía posible y los que trabajan para ellos están atados a una ley de doble sujeción, dependen del salario que se les paga y a su vez los capitalistas no pueden existir sin el uso de su fuerza de trabajo, es una encubierta esclavitud que se enmascara con el cuento de que les pagan el trabajo. Aquí se esconde el rapaz aprovechamiento de la explotación que hace mover sus fábricas y servicios y si los trabajadores no producen los despiden y van a forma parte del ejercito de desocupados, esta es la esencia del capitalismo en todas sus fases. En estas condiciones que otra actitud se puede esperar que no sea trabajar bien y mucho, pues de lo contrario no eres contratado para vender tu fuerza de trabajo y así te ves sujeto, atado, al salario para poder vivir.
El “socialismo asalariado” – ¡vaya contrasentido! - ¿va a hacer lo mismo?
En el capitalismo, la lucha por mantener o incrementar el salario para complementar el mínimo para cubrir sus necesidades se manifiesta en huelga, protestas y demanda de ajustes del mismo, ante las subidas de los precios, etc.
En “nuestro socialismo” muchos trabajadores, imposibilitados de hacer huelgas y paros, acuden a otros métodos, como apropiarse directamente de los bienes producidos por ellos.
El salario, como estimulo al trabajo, no provoca la motivación que nace del amor a lo que se produce para sí mismo, ni lleva al productor por propia voluntad a mejorar los resultados y la productividad. Es el capitalista es que busca cómo aumentar y mejorar la producción. El salario llega a los trabajadores como algo independiente de su trabajo. Y este es el mismo salario que viene desde la antigüedad y que fue perfeccionado por el capitalismo.
Para que el productor desee realmente incrementar la producción y elevar la productividad debe sentirse no solo teóricamente dueño de los medios de producción, sino que debe recibir su ingreso económico según la forma socialista de cada cual según su capacidad y a cada cual según su trabajo, lo que se hace imposible con “salarios socialistas”, por lo que ya se ha explicado. Esto se puede lograr mediante la compensación económica del ingreso cooperativo donde todos reciban según el aporte total de trabajo individual, distribuido democráticamente. Así aparece el estimulo autogestionario socialista y el salario se iría extinguiendo porque no será práctico, ni funcional en una sociedad de tendencia socialista. Con él desaparecerá el poder burocrático, el robo, la doble moral y la superestructura de los desiguales.
El salario del socialismo estatal -se ha demostrado- por sus naturales deformaciones del salario capitalista, no puede provocar el impulso a la producción general, ni el desarrollo económico integral necesario, que sí se puede alcanzar con el ingreso cooperativo democrático que lleva al hombre a sentirse dueño de verdad.
Acabemos de entender que el salario sirve y funciona como parte de la economía capitalista. La nueva economía socialista, tiene y debe funcionar con otro mecanismo, con otro medio distinto.
En los artículos publicados e Granma, enviados desde la base, las opiniones piden se aplique la forma de organización cooperativa de la producción y los servicios, como una lógica socialista realista para mejorar el bienestar del pueblo y el desarrollo económico de la nación.
Algunos hablan del salario a destajo, que no deja de ser salario, y que se pague, no por tiempo de trabajo, sino por unidad producida. Siempre el trabajador recibirá una parte mínima de lo producido y si bien estará impulsado a producir más, en verdad, lo que será más explotado. El destajo es una forma del salario capitalista. En condiciones óptimas el salario a destajo puede aumentar la producción, pero no resuelve el problema de los desvíos de recursos porque no resuelve el problema de la pertenencia. Esta vendrá con la participación de los productores en forma asociada, con propiedad colectiva o usufructuaria, gestión democrática y repartición del ingreso cooperativo.
http://www.analitica.com/va/internacionales/opinion/3620559.asp
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