El canal privado de televisión Globovisión trata de sobreponerse a los embates propinados esta semana a sus principales accionistas, mientras sus empleados están en vilo sobre el futuro del pequeño medio opositor.
Periodistas, camarógrafos y personal de apoyo seguían moviéndose al habitual ritmo frenético de las noticias, mitigando la angustia del avance gubernamental contra el banco que maneja su nómina y es uno de sus mayores anunciantes, el intervenido Banco Federal, además de la fuga de dos accionistas claves de la planta.
Unos pocos, incluso, celebraban el martes un gol de Brasil contra Corea del Norte en el Mundial de fútbol en el reducido estudio desde donde se emite gran parte de la programación noticiosa.
“Estoy afectadísima, personalmente muy preocupada. Es mi único ingreso, sólo trabajo aquí en Globovisión, y mi esposo también trabaja acá”, dijo la periodista Adriana Salazar, de 35 años de edad, quien cubre la fuente económica.
La planta, acostumbrada a la ira del presidente Hugo Chávez por su dura posición crítica, ha sufrido varias embestidas, desde agresiones a su sede, hasta costosas multas y confiscación de equipos.
El presidente y principal accionista de la planta, Guillermo Zuloaga, dijo esta semana que no se entregará al tribunal que ordenó apresarlo el viernes pasado por el juicio que se le sigue desde hace un año por acusaciones de usura y agavillamiento.
Su socio Nelson Mezerhane también dejó claro que tampoco se entregará a la justicia tras la intervención el lunes de su principal negocio, el Banco Federal, que lleva la nómina de Globovisión.
Ambos han denunciado que no tienen acceso a un juicio justo, algo que Chávez desestimó.
“El que no la debe, no la teme”, les dijo el martes.
Defensores de derechos humanos dicen que el poder judicial venezolano obedece a las directrices del presidente. Contabilizan casi 30 presos políticos y más de 2.000 procesados por participar en manifestaciones.
¿CRITICA ARRINCONADA?
Tres meses antes de la elección legislativa, que Chávez considera vital para continuar la marcha hacia su modelo socialista, está siendo apretado el cerco contra Globovisión.
Hace unos meses otro de sus accionistas, Alberto Ravell, denunció que el Gobierno acorraló a sus socios para sacarlo de la dirección del canal que ejercía desde su fundación y por consiguiente se vio obligado a dejar el cargo.
Chávez ha incitado abiertamente a su Gobierno a actuar contra Globovisión. Los trabajadores atribuyen el avance contra la planta a un intento de tapar escándalos de corrupción e ineficiencia y esperan continuar al aire.
“Estamos dispuestos a seguir todos los días aquí y cada día con más ahínco”, contó a Reuters Lisber Ramos Sol, quien forma parte de la directiva del medio.
“No somos dependientes de la voz de una persona”, dijo al asegurar que Zuloaga seguirá en la presidencia.
Los socios garantizaron desde el exilio su capacidad para pagar salarios y prestaciones a los 400 empleados de la planta durante otro año. La señal sólo llega en televisión abierta a dos grandes ciudades del país y emite por suscripción.
Sin embargo, los ronda el fantasma del canal RCTV. Chávez dijo durante meses que lo sacaría del aire por conspiración hasta que en el 2007 no renovó su concesión y en el 2010 también los obligó a dejar de emitir por suscripción.
El Gobierno se anotó ese año su única derrota electoral.
Pero Chávez acumula una decena de victorias electorales y este año dice que en la campaña se miden él contra la burguesía. Y con la intención de quedarse con dos tercios de la Asamblea, le declaró una “guerra económica”.
El gobernante de izquierda declaró enemigos a empresarios y comerciantes culpándolos de la recesión económica y la alta inflación en la nación sudamericana que forma parte de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP).
Analistas financieros sostiene que el Banco Federal, intervenido por problemas de liquidez, estaba en mal estado y Chávez lo insinuaba en sus largas arengas televisivas.
La situación ahora es complicada.
“Esta es la acción más fuerte contra Globovisión porque ya no es que protestan por una razón o por una ideología. Es un acto de vandalismo cuyo objetivo es que Globovisión tiene que ser de nosotros porque aquí nadie puede hablar mal del Gobierno”, dijo Perla Jaimes abogada del canal.
Por Patricia Rondón Espín
Reuters
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