La traición informativa. Decía Ingmar Bergman que peor que la traición era la soledad. Otra vez los ruidos de sables. Regresan casi de forma cíclica para un Gobierno que se sabe amenazado, pero confinándose en su soledad insiste en querer ser ciego. Desde el 7 de diciembre de 1998 nos ha tocado vivir el alarmante mundo de las maquinaciones. En Miraflores, la traición se esconde detrás de caretas imperecederas. La corrupción se corresponde con una armazón enmarañada de cooperaciones donde resulta peliagudo hallar el comprometido final. Habitualmente se reprocha a los mandos intermedios como si estos estuvieran en el vértice del poder. Ahora la conjura se lleva en el más indescifrable de los secretos. Se gesta una de las grandes infamias de nuestra historia republicana. Más que un magnicidio se busca crear una situación donde todo el mundo se sienta una víctima eventual. Desde hace varios años, en el propio seno del Gobierno, se viene generando una estrategia que podríamos denominar como La traición informativa. En su diseño entran varios factores, entre otros, el constituido Sistema Nacional de Medios, el cual ha servido, entre otras cosas, para permitir la infiltración de algunos de sus más relevantes miembros en los servicios de Inteligencia. En la ejecución del proyecto juega un papel de primer orden gente extranjera. Guardando las distancias con la célebre espía holandesa Margaretha Geertruida Zelle (mejor conocida como Mata Hari), tanto en imaginación como en la trágica belleza encarnada por esta última, son muchas las dudas que las espías actuales han despertado en los anillos del poder. Hay quienes aseguran que trabajan para su país de origen. Otras aseveraciones las conciben (en el caso de las mujeres) como el prototipo de femme fatale, mientras que no falta quien les reste importancia alegando que no han sido capaces de transmitir grandes secretos en un sentido u otro; se argumenta incluso que sus historias desclasificadas nacen en la Web. El caso es que estas (“casuales” apariciones siempre denunciando presuntos planes de la CIA para desestabilizar al Gobierno venezolano), no dejan de llamar la atención. Uno se pregunta cómo mantienen programas televisivos en una cadena estadounidense, al tiempo que dirigen la versión en inglés de un medio oficial. La propaganda alentando como ciertas algunas situaciones irreales, tiene como fin crear una sensación de victoria en el alto Gobierno, con ello permite trazar una campaña equivocada que finalmente abre las posibilidades para el éxito de una opción opositora. Quienes conducen la campaña tienen convencido al alto Gobierno de que todo va viento en popa, a la vez que, haciendo énfasis en la mentira, provocan adrede el rechazo popular. El esbozo se corresponde con otra de las aristas del Golpe suave. La propaganda, que tiene su leitmotiv en la matriz de los medios oficiales, parte de la tesis según la cual el Gobierno es inteligente, mientras la oposición es torpe y carente de iniciativa. Asimismo, los gestores de esa divulgación actúan como agentes dobles, se dedican a inventar informes sobre desestabilización donde mezclan parte de la verdad para que se terminen creyendo las mentiras de sus mensajes; entretanto, fortalecen una red de operadores a su servicio que se dedican a tramitar “información importante” ante los organismos de Inteligencia. Después los rumores y su característica recurrente. Los espías aparecen como inofensivas ovejas porque así actúan a su antojo. Reza un proverbio irlandés: Más vale tener un fiero león delante que un perro traidor a la espalda.
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