Hace un suspiro José Miguel Insulza agotaba todos sus esfuerzos por recibirlo con los brazos abiertos en el seno de un organismo que, supuestamente, se rige por una carta de principios que tiene por función garantizar la democracia – no sólo de origen, sino fundamentalmente en su desempeño – en los países miembros, véase: autoridades electas democráticamente, estricta separación de poderes, irrestricto respeto a los derechos humanos, libertad de expresión, soberanía de los organismos de justicia en el ejercicio de sus funciones, profesionalización de las fuerzas armadas y estricta subordinación a los poderes civiles, etc.,etc.,etc.
Y como para demostrarle al mundo que todos esos principios no estaban en cuestión ni en Cuba ni en Venezuela se retrataba tan orondo y orgulloso mostrándole al mundo que disfrutaba de su plena confianza, con Raúl Castro a su diestra y Hugo Chávez a su derecha. Era en los tiempos en que puso todo su peso operativo, digno de haber recibido el mote de “Panzer”, esos vehículos acorazados que usara Hitler para dominar Europa mediante su famosa Blitzkrieg, para convencer a la región que había que aplastar al gobierno de Micheletti y reponer en su cargo al último de la fila, Mel Zelaya. Fue no hace un año. Si Canadá y los Estados Unidos, pero por sobre todo si el pueblo hondureño no hubiera demostrado una virilidad a prueba de tanques, Mel Zelaya estaría gobernando en Honduras y Cuba estaría sesionando en la OEA.
Pues a un tris estuvimos que se cumpliera la voluntad de los malvados y la región hubiera caído en el saco negro del totalitarismo castro chavista. Pues los principales países de nuestra región, Brasil y Argentina a la cabeza, pero firmemente secundados por democracias respetables como la chilena e incluso, en un principio, la norteamericana, apostaron a la carta de los Castro. Es bueno tenerlo presente, cuando faltan por dirimirse los procesos electorales en Brasil y Argentina.
Las derrota de Lula, Castro y Chávez en esa crucial y dramática circunstancia dio inicio a cambios muy profundos en las tendencias dominantes hoy por hoy en América Latina. El triunfo de Sebastián Piñera en Chile ha consolidado el vuelco de la región hacia el respeto a sus tradiciones y principios democráticos, como los experimentados en Panamá y Costa Rica en los últimos meses. El fracaso de Evo Morales en terminar de consolidar su poder en las elecciones municipales celebradas este domingo en Bolivia demuestra que el eje Cuba-Venezuela está encontrando serias resistencias aún en donde impusieran su dominio.
Y la emergencia del martirologio de la disidencia cubana hunde el dedo en la llaga del último reducto del totalitarismo latinoamericano. Del que la Venezuela de Hugo Chávez constituye el sangrante apéndice, alimento de las sanguijuelas que lo exprimen desde La Habana. Sin Venezuela, Raúl Castro no tendría el coraje y la porfía con que se yergue ofensivo y desafiante sobre la proa de su barco que se hunde irremediablemente.
Sus palabras, pronunciadas en medio del congreso de sus enanos fascistas, provocan asco e indignación. Tras 51 años de tiranía este monarca heredado descubre que el país que han manejado él y su hermano como si fuera la hacienda propiedad de su padre, importa los alimentos que requiere. Calla que los importa, además, con dinero regalado ahora por Hugo Chávez, ayer por los soviéticos. Que tras 51 años de despotismo absoluto los Castro hayan sido incapaces de abastecer de lechugas y papas a sus ciudadanos, ni hayan tenido la capacidad ni el talento como para producir la riqueza que necesitan para alimentar a su pueblo, demuestra la inconmensurable, la infinita tragedia de un régimen totalitario ineficiente e incapaz, haragán y aprovechado, sometido a la voluntad y el capricho de sus déspotas y a los recursos obtenidos mediante el chantaje emocional y político de la URSS y de Venezuela.
Repite Raúl Castro lo que en ocasiones de crisis como la que hoy vive el régimen ante el embate de su disidencia, ya pusiera en práctica su hermano: la violencia, la implacable porfía y el terrorismo de Estado como instrumentos de represión. Que esta vez la crisis sea producto de la muerte heroica de un solo hombre y la decisión de tomar su bandera por quienes le siguen demuestra que los tiempos han cambiado. En el fondo de esa revolución en bancarrota laten ya los latidos del futuro. Esta vez, los Castro no podrán salirse con la suya.
Y como para demostrarle al mundo que todos esos principios no estaban en cuestión ni en Cuba ni en Venezuela se retrataba tan orondo y orgulloso mostrándole al mundo que disfrutaba de su plena confianza, con Raúl Castro a su diestra y Hugo Chávez a su derecha. Era en los tiempos en que puso todo su peso operativo, digno de haber recibido el mote de “Panzer”, esos vehículos acorazados que usara Hitler para dominar Europa mediante su famosa Blitzkrieg, para convencer a la región que había que aplastar al gobierno de Micheletti y reponer en su cargo al último de la fila, Mel Zelaya. Fue no hace un año. Si Canadá y los Estados Unidos, pero por sobre todo si el pueblo hondureño no hubiera demostrado una virilidad a prueba de tanques, Mel Zelaya estaría gobernando en Honduras y Cuba estaría sesionando en la OEA.
Pues a un tris estuvimos que se cumpliera la voluntad de los malvados y la región hubiera caído en el saco negro del totalitarismo castro chavista. Pues los principales países de nuestra región, Brasil y Argentina a la cabeza, pero firmemente secundados por democracias respetables como la chilena e incluso, en un principio, la norteamericana, apostaron a la carta de los Castro. Es bueno tenerlo presente, cuando faltan por dirimirse los procesos electorales en Brasil y Argentina.
Las derrota de Lula, Castro y Chávez en esa crucial y dramática circunstancia dio inicio a cambios muy profundos en las tendencias dominantes hoy por hoy en América Latina. El triunfo de Sebastián Piñera en Chile ha consolidado el vuelco de la región hacia el respeto a sus tradiciones y principios democráticos, como los experimentados en Panamá y Costa Rica en los últimos meses. El fracaso de Evo Morales en terminar de consolidar su poder en las elecciones municipales celebradas este domingo en Bolivia demuestra que el eje Cuba-Venezuela está encontrando serias resistencias aún en donde impusieran su dominio.
Y la emergencia del martirologio de la disidencia cubana hunde el dedo en la llaga del último reducto del totalitarismo latinoamericano. Del que la Venezuela de Hugo Chávez constituye el sangrante apéndice, alimento de las sanguijuelas que lo exprimen desde La Habana. Sin Venezuela, Raúl Castro no tendría el coraje y la porfía con que se yergue ofensivo y desafiante sobre la proa de su barco que se hunde irremediablemente.
Sus palabras, pronunciadas en medio del congreso de sus enanos fascistas, provocan asco e indignación. Tras 51 años de tiranía este monarca heredado descubre que el país que han manejado él y su hermano como si fuera la hacienda propiedad de su padre, importa los alimentos que requiere. Calla que los importa, además, con dinero regalado ahora por Hugo Chávez, ayer por los soviéticos. Que tras 51 años de despotismo absoluto los Castro hayan sido incapaces de abastecer de lechugas y papas a sus ciudadanos, ni hayan tenido la capacidad ni el talento como para producir la riqueza que necesitan para alimentar a su pueblo, demuestra la inconmensurable, la infinita tragedia de un régimen totalitario ineficiente e incapaz, haragán y aprovechado, sometido a la voluntad y el capricho de sus déspotas y a los recursos obtenidos mediante el chantaje emocional y político de la URSS y de Venezuela.
Repite Raúl Castro lo que en ocasiones de crisis como la que hoy vive el régimen ante el embate de su disidencia, ya pusiera en práctica su hermano: la violencia, la implacable porfía y el terrorismo de Estado como instrumentos de represión. Que esta vez la crisis sea producto de la muerte heroica de un solo hombre y la decisión de tomar su bandera por quienes le siguen demuestra que los tiempos han cambiado. En el fondo de esa revolución en bancarrota laten ya los latidos del futuro. Esta vez, los Castro no podrán salirse con la suya.
http://www.noticierodigital.com/2010/04/la-complicidad-de-los-justos/
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