Martes, 18 de mayo de 2010
Cayeron por inocentes quienes pensaron que se abría una nueva etapa, en la cual el diálogo pudiera pasar de un deseo irrealizable a una sorprendente realidad
Duró poco. Menos de 24 horas. Esperábamos con mucha expectativa la reunión del Consejo Federal de Gobierno, y sobre todo las palabras que el presidente Chávez les dirigiría a los gobernadores y alcaldes, y particularmente a los mandatarios regionales de la oposición.
Pues bien, Chávez tuvo frente a sí a los mandatarios regionales de Miranda, Zulia y Nueva Esparta. El de Carabobo prefirió retirarseantes de que llegara al Palacio Blanco el jefe del Estado. También estaban allí el ex pesuvista Henri Falcón, gobernador de Lara, yLiborio Guarulla, del Amazonas, ambos del PPT. Para sorpresa de unos cuantos, el discurso del primer mandatario fue conciliador, con invitación incluida a los gobernadores opositores a trabajar unidos por el bienestar de sus estados y del país.
Hacía tiempo que no se veía a Chávez promover el diálogo y el trabajo conjunto entre quienes tienen visiones encontradas con respecto a las políticas que deben aplicarse para corregir los males del país. Más de uno pensó que todo era parte de un libreto de cara a las elecciones regionales. Otros, tal vez, lo evaluaron como un paso atrás en la política de confrontación sin cuartel, que no ha generado en esta oportunidad los resultados esperados.
Chávez negó que exista la intención de crear gobiernos paralelos a los ya existentes en las regiones como un mecanismo para desconocer a quienes fueron elegidos por la voluntad popular. Tuvo frases revestidas de un tono cordial para todos los mandatarios regionales que se le oponen, particularmente Morel Rodríguez, quien no pudo evitar amplias y repetidas sonrisas de satisfacción por lo que escuchaban sus oídos. Incluso, nombró a Henri Falcón, y se refirió muy por encima a su salida del PSUV y posterior paso a "otro partido".
No hubo, a diferencias de Morel, sonrisas para el jefe del Estado por parte de Falcón, quien se retiró del grupo con el cual conversaba cuando se percató, una vez finalizada la alocución presidencial, que Chávez se le aproximaba a saludarlo, después de tan gruesa artillería de descalificaciones que le ha disparado luego de su renuncia al PSUV.
Pero, aún así, Chávez tuvo intercambios verbales con los gobernadores de la oposición. Saludos y apretones de manos como debe ser en una democracia.
No habían pasado 24 horas de esos gestos cordiales, y Chávez volvió a ser el mismo de siempre. Esta vez recibió los suyo Henrique Capriles Radonski, por haber criticado el sectarismo pesuvista, el cual quedó en evidencia con la elección de la Secretaría del Consejo Federal de Gobierno. Mientras Chávez dejaba atrás el tono conciliatorio, Falcón emitía una declaración en la que lamentaba "que algunos cayeran en la trampa de la risa y el encanto".
Lo cierto es que se desvaneció en tiempo récord el Chávez del Consejo Federal.
Cayeron por inocentes quienes pensaron que se abría una nueva etapa, en la cual el diálogo pudiera pasar de un deseo irrealizable a una sorprendente realidad. Eso no es posible, porque el Presidente prefiere abrir frentes en lugar de abrir puertas. Pero el diálogosiempre será mejor y más productivo que el tratar de reducir, a cómo dé lugar, a quien piense de manera distinta u opuesta. Lo grave es que si en un futuro no tan lejano las circunstancias obligan a Chávez a dialogar con los sectores que se le oponen o no lo acompañan incondicionalmente, tal vez le resulte difícil encontrar interlocutores que le crean. Seguramente le preguntarán: ¿Tú como que vienes del Federal? Del Consejo Federal, por supuesto...
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