El periodista y escritor cubano exiliado Carlos Alberto Montaner fue uno de los tantos que recibió la revolución castrista con esperanzas. Pero éstas no duraron mucho: la opción por el comunismo y los rasgos autoritarios que fue adquiriendo el régimen generaron innumerables disidencias.
¿En qué circunstancias dejó usted Cuba?
Fui encarcelado por el régimen siendo muy joven. Yo simpaticé con la revolución, pero el proceso de establecimiento de la dictadura fue muy rápido. A los seis meses ya era evidente hacia dónde evolucionaba el gobierno. Y en el mismo año 1959 ya hubo una ruptura importante de muchísimos simpatizantes de la revolución que se pusieron frente a ella. Yo tenía 15 años cuando se produjo la caída de (el dictador Fulgencio) Batista. Mi padre era muy amigo de Fidel y un tío mío había sido jefe suyo en una organización política revolucionaria en los años 40. Así que vi su llegada a poder como la de un mesías. Pero cuando mostró sus intenciones comunistas, se produjo un quiebre en el país. Lo que la gente ignora es que casi todos los esfuerzos para derrocar a Fidel fueron protagonizados por personas que habían luchado contra Batista. Junto a un grupo de estudiantes lanzamos una huelga en la Universidad, intentando evitar la instauración de una dictadura comunista.
¿Cuándo fue detenido?
En diciembre de 1960 caímos presos. En enero fuimos juzgados y condenados a veinte años de prisión. Como yo no había cumplido los 18, fui enviado a una cárcel de menor rigor. Desde allí organicé mi fuga, con un compañero. Estuvimos unos días escondidos por unos anarquistas en La Habana y luego mi madre gestionó mi asilo en la embajada de Honduras. Como éste país rompió relaciones con La Habana, su sede fue puesta bajo bandera venezolana y el gobierno de ese país nos protegió y organizó nuestra salida. Mi padre se había ido unos meses antes, convencido de que, fuera o no comunista, Fidel iba a llevar al país a un desastre.
Suele decirse que el alineamiento de Castro con el bloque comunista fue consecuencia del aislamiento al que los Estados Unidos sometieron a Cuba. ¿Comparte esa visión?
No es así, su adhesión al comunismo fue previa. Él mismo lo aclaró: a él no lo precipitó el conflicto con Estados Unidos a los brazos del comunismo. Más aún, Fidel se indigna cuando le dicen que él fue precipitado a acercarse a la Unión Soviética por la presión estadounidense, como si el marxismo leninismo no estuviese al alcance de la mente de un caribeño... Le parece ofensivo. Y tiene razón. El tenía convicciones comunistas y arrastró al país en una dirección imprevista.
¿Por qué cree que fracasó la invasión de Bahía de Cochinos?
Creo que hubo una actitud absolutamente irresponsable por parte del presidente (John Fitzgerald) Kennedy, compartida con los jefes de la invasión, que tres días antes del desembarco sabían que no habría apoyo aéreo. Y hasta hubo un componente racista diría, ya que si hubieran sido 1.500 soldados estadounidenses no los habría dejado librados a su suerte. El presidente estadounidense tuvo aquella desafortunada frase: "Ellos quieren ir a Cuba, tirémoslos en la playa". Este fue un ejemplo delo que digo: el jefe político del grupo que desembarcó, José Miró Cardona, había sido el primer primer ministro de la Revolución, luego suplantado por Fidel. El jefe del operativo dentro de Cuba, Manuel Artime, era un oficial de la Sierra Maestra. Y no hubo rendición. Lucharon mientras tuvieron municiones y luego fueron capturados. Eran un grupo transversal a la sociedad cubana: clase media, campesinos, pobres, universitarios, blancos, negros. No era distinto de los grupos que hicieron la revolución
¿Puede pasar algo novedoso en este congreso del Partido comunista cubano que acaba de empezar?
No lo creo, el objetivo del congreso, me parece, es organizar la sucesión revolucionaria. La gente que hizo la revolución ya es octogenaria. El fin es mantener el régimen comunista con algunos ajustes que vuelvan un poco productivo al país. Cuba hoy es terriblemente improductiva.
¿Existe realmente alguna diferencia entre Raúl y Fidel?
La principal diferencia es de personalidad. Raúl es realista en el análisis de la situación política. Fidel abre su ventana y ve un país feliz, con niños que van a la escuela y enfermos que van a los hospitales. El otro ve un país que se cae a pedazos, donde la gente trata de escapar en lo que sea. Los dos quieren mantener el poder y los lineamientos actuales, pero uno tiene una visión más realista.
¿Cree que el régimen podrá sobrevivir a la muerte de Fidel?
No. Por un lado, existe formalmente una estructura comunista pero en la realidad es un sistema caudillista. Y porque el nivel de desengaño respecto del sistema es muy intenso. No hay razón para creer en un sistema que no da respuesta a lo más básico. Agua potable, alimentación, vivienda, comunicación, transporte: todo eso está mucho peor de lo que estaba en 1958. Porque en aquel entonces, si bien había fracasado el sistema político, la sociedad civil había construido un país muy desarrollado. Fidel ha tenido mucho éxito en vender la imagen de un país atrasado y paupérrimo antes de la revolución.
¿Por qué no hay una mayor reacción popular contra el régimen?
Una dictadura que tiene lodos los resortes del poder puede gobernar indefinidamente, como pasa en Corea del Norte. Como pasó en Paraguay o en República Dominicana. Hasta que no haya una crisis, una fisura, en la propia estructura de poder es muy difícil. Hay que tener en cuenta que no se permite la menor incidencia en las estructuras de poder a quien disiente en algo con el régimen. El discurso es uniforme a todos los niveles de la administración pública. El que se sale de ese discurso es inmediatamente excluido. No se permite ninguna disidencia. Las posibilidades de modificar las estructuras del país son nulas.
¿Y cómo ve la situación política en el resto de América Latina?
Con bastante desconsuelo. En muy pocos países, la democracia está realmente arraigada. En Chile, en Costa Rica, en Uruguay, diría. En el resto de América latina, como acabamos de comprobar en Perú, estamos al borde del desastre. Una parte de la sociedad no comparte las ideas democráticas que han hecho prósperos a tantos países. Las distintas variantes de populismo han envenenado la conciencia espiritual de los latinoamericanos. Una legión espera algún tipo de transacción con el Estado que los convierta en beneficiarios y privilegiados. Desde los grandes empresarios que hacen fortuna al amparo del gobierno hasta los piqueteros que venden su capacidad de fuerza de choque. Mi esperanza es que Chile continúe en su camino hacia el primer mundo y que finalmente ese modelo de convivencia entre la sociedad y el Estado se convierta en paradigma.
Fuente: Infobae.com
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