Según Wikileaks, un diplomático francés sostiene que Chávez está mal del coco y que convierte a Venezuela en otro Zimbabue. Veamos. Más de 250 mil documentos "clasificados" acaban de ser publicados por Wikileaks y en éstos se consigue de todo y de casi todos los gobernantes del planeta. La prensa recoge lo que considera noticia y la verdad es que lo novedoso se mezcla con el fiambre. Sobre nuestro país y su (des)gobierno hay material, pero no papeles oficiales venezolanos sino cables y memos de otros países, en especial de EEUU, referidos a sus respectivas políticas hacia el régimen imperante.
Uno de los ítems involucra a Jean David Levitte, consejero diplomático de Nicolás Sarkozy, quien habría observado en septiembre de 2009 que Hugo Chávez está loco y está convirtiendo a uno de los países más ricos de la región en otro Zimbabue... Sobre la primera consideración no me pronuncio, porque los temas relativos a las patologías sicológicas son delicados, y deben ser tratados por expertos.
Pero sobre la segunda, hay que señalar que no hace falta ser un diplomático galo de alto nivel para darse cuenta del camino destructivo que lleva Venezuela. Sea el de Cuba o el de algunas sociedades anómicas del África subsahariana que retrata Robert Kaplan en su obra "La anarquía que viene", lo cierto del caso es la Venezuela del siglo XXI es un alarmante ejemplo de oportunidades malbaratadas. Y sin justificación posible, porque del boom petrolero de la última década sólo están quedando los escombros de un país.
El solo hecho de que Venezuela sea hoy en día una de las naciones más violentas del planeta, al menos en términos de homicidios por año (casi 20 mil para el 2010), sería más que suficiente para constatar el proceso de aguda desintegración que envuelve al conjunto nacional. Al fin y al cabo, en el último año del país anterior a Chávez, 1998, esa cifra roja se situó en 4 mil quinientos. La comparación rinde cuenta de la dimensión de la tragedia venezolana.
Esa ruta demencial no sólo se refleja en la explosión criminal, sino en la destrucción del Estado democrático y en el agravamiento de los males económicos y sociales, uno de cuyos efectos primordiales es, precisamente, la violencia delictiva. Siniestra es la mezcolanza que redondea a la "revolución bolivarista": viejo comunismo burocrático, militarismo corrupto, crimen organizado y no poco de fanatismo nativista.
Todo lo cual ha perpetrado una gigantesca estafa a la esperanza social colocada en la llamada "revolución democrática" de años atrás. Y más grave aún, se amenaza con un continuismo a la fuerza y sostenido por la "revolución armada", tal cual satrapía de la peor especie, como si Venezuela fuera un estropajo y no el país de cultura democrática que muchas veces ha marcado el sendero positivo para América Latina.
Repito, el señor Levitte acierta cuando estima que Chávez conduce a Venezuela por el precipicio de Zimbabue. En cuanto a lo otro, que opinen los que saben.
flegana@gmail.com
Fuente: ElOriente.com
Uno de los ítems involucra a Jean David Levitte, consejero diplomático de Nicolás Sarkozy, quien habría observado en septiembre de 2009 que Hugo Chávez está loco y está convirtiendo a uno de los países más ricos de la región en otro Zimbabue... Sobre la primera consideración no me pronuncio, porque los temas relativos a las patologías sicológicas son delicados, y deben ser tratados por expertos.
Pero sobre la segunda, hay que señalar que no hace falta ser un diplomático galo de alto nivel para darse cuenta del camino destructivo que lleva Venezuela. Sea el de Cuba o el de algunas sociedades anómicas del África subsahariana que retrata Robert Kaplan en su obra "La anarquía que viene", lo cierto del caso es la Venezuela del siglo XXI es un alarmante ejemplo de oportunidades malbaratadas. Y sin justificación posible, porque del boom petrolero de la última década sólo están quedando los escombros de un país.
El solo hecho de que Venezuela sea hoy en día una de las naciones más violentas del planeta, al menos en términos de homicidios por año (casi 20 mil para el 2010), sería más que suficiente para constatar el proceso de aguda desintegración que envuelve al conjunto nacional. Al fin y al cabo, en el último año del país anterior a Chávez, 1998, esa cifra roja se situó en 4 mil quinientos. La comparación rinde cuenta de la dimensión de la tragedia venezolana.
Esa ruta demencial no sólo se refleja en la explosión criminal, sino en la destrucción del Estado democrático y en el agravamiento de los males económicos y sociales, uno de cuyos efectos primordiales es, precisamente, la violencia delictiva. Siniestra es la mezcolanza que redondea a la "revolución bolivarista": viejo comunismo burocrático, militarismo corrupto, crimen organizado y no poco de fanatismo nativista.
Todo lo cual ha perpetrado una gigantesca estafa a la esperanza social colocada en la llamada "revolución democrática" de años atrás. Y más grave aún, se amenaza con un continuismo a la fuerza y sostenido por la "revolución armada", tal cual satrapía de la peor especie, como si Venezuela fuera un estropajo y no el país de cultura democrática que muchas veces ha marcado el sendero positivo para América Latina.
Repito, el señor Levitte acierta cuando estima que Chávez conduce a Venezuela por el precipicio de Zimbabue. En cuanto a lo otro, que opinen los que saben.
flegana@gmail.com
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