El Gobierno echa mano a la vuvuzuela para silenciar la realidad política, económica…
La vuvuzuela es esa trompeta autóctona sudafricana que se ha hecho mundialmente famosa en estos días con motivo del Campeonato Mundial de Fútbol. Ella produce ese zumbido continuo que ensordece y dificulta concentrarse en el juego.
El Gobierno hace rato que echa mano a la vuvuzuela como técnica para silenciar la difícil realidad política, económica, alimentaria y social que lo acosa. Para ello utiliza distintos modelos de vuvuzuela tales como la orden de detención a los Zuloaga, la intervención del Banco Federal en el momento político mejor calculado y demás ruidos que tienen por objeto disimular la debacle en la que ha caído el país.
Sin embargo poco pueden hacer los conductores comunistas rojo/rojitos del proceso en el ámbito internacional en el cual los días de gloria de antaño han dado paso a una creciente decepción, falta de credibilidad y hasta rechazo por parte de tantos de los que otrora lucían deslumbrados por las hazañas políticas del Júpiter tropical, con las excepciones obvias de la chulocracia que aún vive de la dádiva venezolana o los pragmáticos capaces de vender su madre por un buen contrato.
A estas alturas estamos claros en que el mal ambiente internacional no será el que defina el panorama interno pero es cada vez más evidente que esa fuerza ayuda a que las cosas se sepan, a que el engaño se disipe y a que el andamiaje “revolucionario” se debilite. Por eso es que no hay que descuidar ese frente aun sabiendo que la lucha es de nosotros los venezolanos.
En tal sentido fue que el alcalde Ledezma convocó y realizó un extraordinario encuentro en Caracas que tuvo lugar el lunes y martes de esta semana al que asistieron más de veinte parlamentarios de once países del continente y de España con el propósito de constatar y luego servir como multiplicadores en sus respectivos países de cuál es la realidad que vive Venezuela de cara al proceso electoral del 26S plagado de ventajismos, leguleyadas y triquiñuelas destinadas a favorecer al oficialismo, especialmente en eso de no invitar observadores internacionales que quieran ver más que lo que ellos quieren mostrar.
Los muy importantes parlamentarios que nos acompañaron esos días constataron de primera mano lo que aquí acontece y luego de excelentes intervenciones convinieron en suscribir una declaración en la que se comprometen a solicitar a sus respectivos parlamentos que los mismos envíen y exijan que sean recibidos observadores de sus respectivas nacionalidades para el 26S.
Sabemos que el CNE rechazará aquella “intervención manipulada e inaceptable en la soberanía nacional” pero al hacerlo pagará un elevado costo político y de credibilidad nacional e internacional desnudando todo el ventajismo denunciado.
Es bueno que se sepa también que el evento de Caracas no lo costeó el presupuesto público sino muchos amigos a quienes se solicitó su colaboración y también es bueno que se sepa que el hotel cinco estrellas que originalmente se contrató y pagó sufrió un ataque de “culillo” cuando se enteró de lo que se trataba devolviendo el cheque y poniéndonos a buscar otra sede a última hora.
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