Jueves, 24 de junio de 2010
Blue es azul en ingles y es bleu lo en francés, y así como a los galos llaman Les Blues a su selección por el color característico de su uniforme, podríamos decir que Francia se encuentra sumergida en un blues (melancolía), por su pobre actuación en el Mundial de Sudafrica, y por la aprehensión de su sociedad ante la probabilidad de que la crisis griega, húngara, y el deterioro económico de España y Portugal, terminen por impactar al país.
La situación de inestabilidad que sienten los trabajadores; el aumento del desempleo y la acelerada decepción de la gente ante las instituciones europeas, son caldo de cultivo, no solo de potenciales estallidos sociales, sino también, del resurgimiento de tentaciones xenofóbicas y racistas. Definitivamente, no es el momento adecuado para que Sarkozy continúe impulsando el debate sobre “qué es ser francés hoy”, con el cual su gobierno promueve ideas como la prohibición del uso de la burka (vestimenta que cubre todo el cuerpo de las mujeres devotas islámicas), puesto que en momentos frágiles como el actual, podría incitar la ira de gran parte de comunidad árabe-musulmana de unos 8 millones de personas, cuya mayoría pertenece a las clases más bajas de Francia.
El caso de Les Blues, es un buen ejemplo de lo delicado que es la discusión, en la actual coyuntura social, económica y de euroescepticismo, sobre la identidad francesa. Si bien hay consenso en que la responsabilidad de la debacle futbolística recae en el Domenech, para un importante sector, su selección es el símbolo de cómo Francia está perdiendo su identidad original. Políticos nacionalistas y racistas como Le Pen explotan, para su provecho electoral, el hecho de que casi todos los jugadores del equipo francés son de raza negra y de ascendencia foránea (países árabes, africanos, y de islas caribeñas como Guadalupe y Martinica, y no de “genuinos franceses blancos”. En cambio, los liberales señalan que la selección representa el espíritu multicultural y de integración de los valores de igualdad que promueve la herencia revolucionaria de Francia, y en este caso, el futbol se ha convertido en el gran medio de ascensión social para las clases más desfavorecidas. Estas percepciones oscilan de acuerdo a las victorias o derrotas del equipo.
Está Francia en blues, deprimida ante la falta de esperanzas y alegrías, no necesita, en este momento, que la discusión sobre velos, minaretes o sobre la contribución de la inmigración, produzca un autogol que estremezca la frágil red que une a su hoy, heterogénea sociedad.
http://www.analitica.com/va/internacionales/opinion/3412800.asp
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