En el contexto actual venezolano, la orden de detención contra el señor Guillermo Zuloaga y la intervención del Banco Federal constituyen nuevos ejemplos de cómo el poder político es utilizado para violar la libertad de expresión.
Es cierto que ningún ciudadano debe estar por encima de la ley, y ello incluye por supuesto a los copropietarios de Globovisión, señores Guillermo Zuloaga y Nelson Mezerhane, así como a cualquier otro empresario o banquero que sea propietario de medios de comunicación social.
Si no existiera la política gubernamental de imponer la autocensura o cerrar los medios que percibe como hostiles; si el Poder Judicial fuera independiente; si existiera debido proceso, y si no estuviéramos en un contexto electoral, se entenderían y justificarían como genuinos los esfuerzos del Estado por hacer cumplir la ley al continuar el proceso contra Zuloaga por supuesto delito de usura. Asimismo, se entendería y apoyaría la intervención del Banco Federal, si fuese una medida necesaria de acuerdo con la legislación vigente.
Sin embargo, tales acciones estuvieron precedidas de varios años de amenazas y ataques tanto verbales como físicos a los periodistas de Globovisión, a sus directivos, a sus accionistas y hasta a sus instalaciones físicas.
De igual forma, los vehículos relacionados con la investigación por usura fueron encontrados en la casa de Zuloaga hace más de un año. Respecto al Banco Federal, hace muchos años había rumores sobre su intervención, pero recientemente sectores oficialistas se encargaron de arreciarlos. Y finalmente, sólo ahora, a pocos meses de las elecciones parlamentarias, y en medio de escándalos que van disminuyendo su apoyo popular, se decide el Gobierno a actuar reciamente contra Globovisión, al proceder contra sus accionistas.
Las alternativas de Globovisión eran autocensurarse, como han hecho otros canales, o esperar que el Gobierno la acallara, de una manera o de otra. Y como el Gobierno no pudo por las "buenas", ahora va por las malas.
Los afectados no sólo son Zuloaga, Mezerhane y los periodistas y empleados del canal, sino los venezolanos en general. El golpe más fuerte es contra el pluralismo informativo y contra la democracia. Cuando Globovisión decida autocensurarse o sea finalmente cerrada o tomada por el Gobierno, todos los venezolanos habremos perdido la posibilidad de acceder a información muy importante y sin tapujos sobre la realidad nacional.
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