FUE LA MENCIÓN DEL YA FAMOSO “No todo vale” de Antanas Mockus, durante su discurso después de la primera vuelta presidencial, lo que desencadenó entre el público la consigna “Tu conciencia vale más que un guarito y un tamal”.
Al día siguiente, en entrevista radial, Mockus aclaró que era “alérgico” a esa forma de pensar. “Si a uno no le va bien es porque no hizo lo que debía hacer suficientemente bien, no es porque los otros le hayan hecho trampa”.
Sin embargo, más allá de la postura sensata del candidato (que no tenía mucho más que decir luego de que Santos le sacara 24 puntos), por las redes sociales se reproduce, entre decepcionados de todos los colores, la versión del mal perdedor en varias versiones.
Está la del radical, como Rebel Arte, quien en su estatus de Facebook dice, en hermoso español: “...El voto Amarrado y la Makinaria son los Grandes Vencedores ...La Lechona, las Tejas y el Cementoo ....Mueven Masas!!! ”.
Aunque la idea de que hay un voto amarrado encierra cierta verdad, difícilmente podría decirse que en las pasadas elecciones éste fue determinante. Basta nada más mirar los resultados en Bogotá, la Meca del voto de opinión (si no que lo niegue el mismo Antanas), donde Santos le sacó al candidato verde 13 puntos de diferencia. Después de las pasadas elecciones es claro que no hay lechona pa tanta gente.
Pero es más perturbadora la versión moderada de los malos perdedores. No llama al fraude o a la trampa directa, sino a una deficiencia moral de quienes no votaron como ellos querían. Vladdo la resume bien en un tweet del lunes: “La Ola Verde no era una moda en este país; la moda es la corrupción, la intolerancia, el autoritarismo, las chuzadas, el desempleo...”.
La bajeza en quienes se promueven como los portadores de la ética pública es especialmente molesta. Pero lo peor de esta estirpe de malos perdedores es que ignoran un cierto principio de autosometimiento implícito en la democracia. Cuando uno acepta jugar a que “el que más votos tiene es el legítimo gobernante”, y luego de jugar y perder limpiamente sale a poner en duda la legitimidad de los ganadores, no está actuando como el demócrata que dice ser.
Un demócrata a ultranza diría incluso que si en las elecciones la voluntad de la mayoría está bien representada en el resultado, uno se debería poner feliz sin importar quién es el elegido. En carne y hueso este autosometimiento a la voluntad mayoritaria no es tan sencillo. Pero nadie está diciendo que nos alegremos porque Santos, muy probablemente, será el próximo presidente. Lo único que yo les pediría es que, ya que se va Uribe, dejemos que el antifuribismo se vaya con él.
http://www.analitica.com/va/internacionales/opinion/3398361.asp
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