Junio 3, 2010
El último informe del BCV –correspondiente al primer trimestre de 2010- nos da un retrato detallado de lo que significa el socialismo (cubanismo, para ser más exactos) del siglo XXI. Los descreídos, los que aún no saben qué significa el proyecto intervencionista y totalitario del teniente coronel, podrán encontrar allí un fresco de ese sistema que marcha a contrapelo de la historia y de la realidad nacional. Los números que aparecen son desoladores en todas las áreas importantes: el PIB global (-5.8%); manufactura (-11.6%); construcción (-7.8%); y, el acabose, el sector petrolero (-5%).
La reacción del Gobierno frente a este desempeño tan pobre vale la pena considerarla. En vez de una revisión profunda de los resultados y una autocrítica descarnada de la conducción económica, el Presidente, su gabinete y el PSUV, han reaccionado con una mezcla de arrogancia y cinismo que le produciría envidia a Ricardo III, el célebre personaje del drama de William Shakespeare. El teniente coronel dice que no le importa el PIB. Recordemos y aclaremos, porque los tiempos cambian y el caudillo es de frágil memoria, que hace algunos años, entre 2004 y 2008, cuando la economía nacional experimentó una expansión importante gracias al aumento acelerado y sostenido de los precios petroleros, en muchas de sus intervenciones públicas el caudillo señalaba a Venezuela como ejemplo palpable de crecimiento. En numerosas oportunidades se le oyó decir que la nuestra era de las naciones que más crecían en el planeta. ¿A cuál dato recurría para comprobar sus afirmaciones? Pues al consabido PIB, que se empinaba por aquellos días por encima de 10%. ¿Han cambiado los componentes que integran el PIB? Desde luego que no. Son los mismos de siempre. Lo que sí ha cambiado, y muchísimo, es la producción de riqueza en Venezuela, pues todos los sectores productivos se desplomaron tanto, que al BCV y al INI no les quedó más remedio que reconocer ese retroceso.
El teniente coronel, experto en manipular e intentar esconder el sol con un dedo, ahora dice que el PIB se basa en datos y estadísticas capitalistas, y que estas no sirven para medir el desarrollo socialista. Pamplinas sin imaginación. Hasta Cuba ha tenido que aceptar las convenciones internacionales en esta materia. Los economistas de la URSS y sus satélites durante largo tiempo se devanaron los sesos para construir estadísticas “revolucionarias”, aptas para ponderar el desarrollo comunista. En el interregno la economía de mercado superó con creces la “planificación socialista” en todos los indicadores que miden la prosperidad y el bienestar. El socialismo terminó convertido en escombros. Los cosméticos les sirvieron hasta que llegó Gorbachov y quitó el velo. Ya el desastre del esquema soviético no soportaba más capas de pintura.
Ahora Chávez vuelve con la misma cháchara: hay que diseñar un nuevo modelo de levantar la información y las estadísticas, lo cual en dinero sencillo quiere decir un método que maquille y encubra la realidad. El petróleo le ha servido para disimular el desempeño tan negativo de la economía durante más de una década. Pero, este recurso se le está acabando. La producción, a pesar de los altos precios del crudo, va declinando. Ahora se requiere mucha eficiencia en la administración de los recursos públicos. Sin embargo, este concepto no aparece en los radares del comandante y, mucho menos, de su ministro de Planificación y Economía, quien anda sumergido en la ciénaga del marxismo más ortodoxo.
La respuesta de Hugo Chávez y sus ministros revela que no hay propósito de enmienda. Voy más allá: creo que no puede hablarse de errores de política económica similares a los cometidos por numerosos ministros intervencionistas en el pasado. En las actuales circunstancias se trata de la aplicación de un diseño deliberado dirigido a destruir la economía de mercado en el plano económico y la democracia liberal en el plano político. De allí la reacción del jefe de Estado y sus colaboradores.
El doctor Maza Zavala, siempre moderado en sus declaraciones, le advierte al gobierno que el capitalismo no puede eliminarse por decreto, y que el socialismo no se construye sobre las ruinas del capitalismo, sino del aprovechamiento de las fuerzas productivas que este sistema eleva a su máxima expresión. Este consejo de hombre maduro y moderado no es escuchado por el nacido en Sabaneta. Al contrario, mando sus secuaces –Elías Jagua y Tarek el Aisami- a enfrentar a Fedecámaras, Consecormercio y la Polar, como si en la lucha de clases (tesis en la que ya no creen ni los neomarxistas) estuviese la solución de la escasez, el desabastecimiento, la inflación, el desempleo, la caída de la inversión y todos los demás males que el socialismo del siglo XXI crea o contribuye a profundizar.
Las cifras rojas rojitas muestran la debacle que provocan el ataque a la propiedad privada, la inseguridad jurídica, la estatización vorz, los controles permanentes, las regulaciones indebidas. Aquí tenemos el comunismo del siglo XXI en acción. El 26-S este guión y sus actores podrían comenzar a cambiar.
http://www.noticierodigital.com/2010/06/las-cifras-rojas-del-socialismo/
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