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jueves, 7 de abril de 2011

Un Ollanta Humala "reloaded", cómodo en la derecha

El Humala versión 2011 luce otra camiseta. De traje y corbata, o en
colores moderados: atrás quedó la franela rojo-rojita de 2006 que lo
identificaba con Hugo Chávez

¿Volver al futuro? Todo indica que en las presidenciales del próximo domingo en Perú puede repetirse la historia que casi se adelantó en 2006: como sucedió aquel año, el favorito que dan las encuestas es el candidato nacionalista Ollanta Humala. Pero al igual que en 2006, al no alcanzar el 50% más uno de los votos, la presidencia se dirimirá en una segunda vuelta el 5 de junio, cuando el ex teniente coronel Humala enfrente a quien resulte el segundo más votado este domingo 10. Como sucediera cinco años atrás, son tres los posibles contrincantes. ¿Podrá de entre ellos, en el ballotage, surgir el vencedor (como Alan García en la segunda vuelta de 2006)? Mientras tanto, ¿quién es Ollanta Humala 2011?

Para empezar, el Humala versión 2011 luce otra camiseta. De traje y corbata, o en colores moderados: atrás quedó la franela rojo-rojita de 2006 que lo identificaba con Hugo Chávez. “El de hace cinco años era un Humala más confrontativo, agresivo, que hacía hincapié en el antisistema”, nos dice desde Lima Percy Medina, director de la ONG Transparencia. “Hoy pone su mayor énfasis en la unión, el progreso, la justicia, la redistribución del ingreso”, agrega Medina. ¿Si se alejó de Chávez para seguir el modelo del PT de Lula? “Es difícil de saber, sobre todo cuando desde la elección anterior quedó tan identificado con el bolivariano”, explica, para añadir que “hoy la gente piensa que también podría estar con Lula”, algo que, según se encargan de explicitar desde los think-tanks peruanos, suma bastante pero “a la vez resta.”

¿La razón? Poco importa, en esto, si los asesores para la reelección de Lula o los diseñadores de la campaña de Dilma (como Joao Santana o Luis Fabre) están hoy a su lado sino cómo manejará, en una eventual presidencia, tres temas sensibles que involucran a Brasil: el primero, la cuestión ambiental alrededor de las seis centrales hidroeléctricas de Inambari, a construirse en la frontera (en la región amazónica del Acre) y que alimentarán al mercado industrial brasileño.

La segunda, el nuevo rol del Estado que promovería Humala (reforma de la constitución mediante), por el que se fortalecería a Petroperú (en detrimento de Petrobrás), y se cambiaría la relación actualmente equilibrada entre capital extranjero y capital local, en favor de las inversiones de origen vernáculo. Sería un golpe duro para las gigantes Odebrecht, Camargo Correa y Gerdau, que en la última década apostaron fuertemente en el rubro infraestructura y carreteras en Perú. Por último, Humala retocaría el código de minería, un mazazo para los proyectos mineros de Vale y el empresario Eike Batista en tierra inca.

De allí que en círculos políticos sea un secreto a voces que aunque el ex teniente coronel se mira en el espejo del petismo de Lula, a la hora de las donaciones de campaña, los billetes brasileños van sobre todo a la cuenta de Alejandro Toledo (el ex presidente que en los sondeos previos comparte un empate técnico para el segundo puesto junto con la “hija presidencial” Keiko Fujimori, y el ex ministro de Economía con Toledo, Pedro Pablo Kuczynski).

Pero no todos los empresarios miran de reojo al nuevo Humala. Para el analista electoral Santiago Pedraglio, la presencia y predicamento del economista Félix Jiménez (alto funcionario en Economía en la presidencia de Toledo, profesor en la Universidad Católica y actual jefe de campaña de Humala), estaría suavizando la percepción que del candidato tiene el mundo financiero. “Emplearemos los mecanismos propios del TLC para defender los intereses nacionales”, dijo hace poco Humala, congraciándose así con Washington como socio comercial (algo que combatió en 2006).

“Mi impresión es que en los últimos días en sectores empresariales y en círculos de la derecha ya se están acostumbrado a la idea de un eventual gobierno de Ollanta Humala”, dice a esta periodista, desde Lima, el sociólogo Pedraglio. “Humala puede correrse en su discurso todo a la derecha que quiera porque en esta elección no tiene a nadie políticamente a su izquierda”, apunta, a su vez, Percy Medina. Ese paso hacia la derechización discursiva explicaría el crecimiento en las encuestas de las últimas semanas, con votos que antes iban para Alejandro Toledo.

Lo que es seguro es que en Perú ya se instaló un revisionismo sobre Humala: otros analistas de esta campaña electoral se han ocupado de señalar que en 2006 estaba menos comprometido con el chavismo de lo que se decía (o veía, como las latas de atún “made in Venezuela” con los retratos de Chávez y Humala distribuidas en la región andina en 2005).

Ese revisionismo también viene borroneando el prontuario “golpista” de Humala, meneado en 2006 (en 2000, junto con su hermano Antauro, fracasó en un intento de golpe contra el presidente Fujimori; en 2005 habría encabezado una rebelión contra Alejandro Toledo). La pérdida de memoria a su vez le conviene a Humala: así como en la campaña anterior fogoneó la disputa limítrofe con Chile como tema de su plataforma política ultranacionalista, hoy, con el asunto encapsulado en el tribunal de La Haya, y con excelentes relaciones Lima con La Paz y Quito, sus nuevas propuestas tienen en cuenta la convivencia armónica con EE.UU. (socio de Perú en un TLC).

Pero así como el discurso de campaña de Ollanta Humala se actualizó para la carrera presidencial de 2011, gran parte de la situación político-electoral sigue siendo un calco de la de 2006. “Se mantienen los mismo humores políticos”, asegura el sociólogo Santiago Pedraglio.

En diálogo telefónico desde Lima, este analista electoral explica que ante la escasa fidelidad partidaria de los votantes y la debilidad de los partidos políticos, en la que hasta el Aprismo oficialista no presentó candidato, “la gente cambia de candidato pero mantiene las mismas estratificaciones de humor político que en elecciones anteriores”. Para Pedraglio, el mismo segmento descontento que en el 1990 prefirió a Alberto Fujimori como contrafigura del presidenciable Mario Vargas Llosa, en 2001 encontró en Alejandro Toledo al candidato “contestatario” contra Alberto Fujimori (presidente 1990-2000), votó en 2006 por Ollanta Humala y hoy se sigue volcando por esa misma figura presidenciable.

Hay una novedad, sin embargo. Es Keiko Fujimori, que suma el 20% “inamovible, histórico del fujimorismo y disputa con Humala el segmento C3, D y E del electorado”, concentrado, sobre todo “en el sur del país, como franja geográfica contestataria y anti-partido tradicional”, señala Pedraglio. Por eso, dice, en una eventual segunda vuelta entre Keiko Fujimori y Humala se pelearía voto a voto y el resultado podría tener una diferencia muy estrecha. Menor todavía, aseguran en Lima, que la que consagró a Alan García presidente en junio de 2006, cuando en segunda vuelta obtuvo 52.6 % de los votos y Ollanta Humala 47.3%.

Fuente: Analitica.com

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