El líder venezolano Hugo Chávez está haciendo esfuerzos por consolidar sus bases en Honduras, después de haber orquestado el sábado pasado, el regreso de su “marioneta” Manuel Zelaya. Los funcionarios, en el círculo íntimo de Chávez, se preguntan cómo su gobierno puede financiar todavía a otro gobierno “revolucionario” en América Central. Lo que no se dan cuenta, es del plan alterno de seguridad de Chávez, que es para sembrar el caos en Honduras, que es un territorio acogedor para sus socios en el comercio ilegal de drogas y un dolor de cabeza para los Estados Unidos y México.
Fuentes dentro del Ministerio de Relaciones Exteriores de Venezuela están fascinados de que el Presidente Porfirio “Pepe” Lobo haya rendido tan rápido su lealtad a Chávez y a las mismas reformas radicales por las que sacaron a Zelaya del poder en el 2009.
La “entrega” de Lobo ocurrió durante una reunión secreta a mediados de mayo con el enviado venezolano Ariel Vargas, apoyado desde Casa Presidencial, en la casa de Lobo, al noreste de la capital.
De acuerdo con fuentes internas del gobierno de Venezuela, Lobo asumió una posición de ferviente revolucionario y rogó por la paciencia de Chávez mientras él maniobraba con la oposición de su gobierno sobre las reformas constituciones fundamentales que permitirían a la gente hacer a un lado el viejo orden. Lobo le dijo a Vargas que él necesitaría ayuda para neutralizar la oposición que había dentro de su propio Partido Nacional y la Iglesia Católica.
Lobo detalló el delicado balance político que había en el país, donde él sólo podía contar con el apoyo militar. Oficiales en Caracas interpretaron esto como una invitación a Chávez para que comprara la lealtad de los militares y así alentar la capacidad de Lobo de desafiar la estructura atrincherada de poder.
Lobo advirtió que él perdería el soporte militar si catalogaba la expulsión de Zelaya como golpe o pidiera castigo para los implicados. De hecho, Lobo acentuó este punto bromeando que si él hubiese tomado estas determinaciones, Chávez debía estar preparado para ofrecerle el exilio político.
Los diplomáticos venezolanos coincidieron que la parte más atractiva del pacto propuesto es que no tenían que confiar por más tiempo en un Zelaya “mercurial”, a quien habían visto como un “payaso” y un “parásito”.
Chávez dejará que Lobo crea que ellos son sus amigos, pero el venezolano nunca aceptará al presidente derechista del Partido Nacional como un instrumento de cambio radical.
Más bien, Caracas ha comenzado a invertir millones a favor del Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP), que pronto será acreditado como partido político como parte de la “Reconciliación Nacional”, negocio impuesto por Chávez. Fabricando a un rival bien financiado para los dos partidos tradicionales de Honduras, Chávez está convencido que él puede encaminar la oposición e instalar gobiernos minoritarios que impulsen drásticos cambios económicos y sociales.
Los hondureños saben que el real interés de Chávez en su país es que este sea un lugar ideal para el tráfico de drogas desde América del Sur hacia los mercados del norte. Por ejemplo, el régimen chavista provee logística y soporte indispensable al cártel mexicano de Sinaloa.
Incitando a este comercio venenoso, Chávez está emprendiendo una guerra asimétrica contra dos enemigos políticos: México (cuyo presidente Felipe Calderón fue elegido en una campaña “anti Chávez”) y los Estados Unidos.
Según informes publicados,miembros operativos de Hezbollah que reciben refugio y entrenamiento en Venezuela, han buscado consejo de cárteles mexicanos sobre cómo cruzar la frontera de Estados Unidos en forma desapercibida. Para Chávez, Honduras es ganar-ganar-ganar. Si él logra instalar un gobierno amistoso, él tendrá un socio que ensamble la conspiración contra los Estados Unidos. Si sus maquinaciones siembran simplemente caos político y la mutilación social, sus aliados en el comercio de las drogas ilegales prosperarán. Y, en cualquier caso, salvar a Honduras requerirá de la ayuda sustancial de los Estados Unidos.
No hace mucho tiempo, los hondureños se unieron para usar su Constitución y frustrar a Zelaya y la agenda chavista que querían imponer en su pequeña nación. En los meses de intervención, Chávez ha impuesto lo suyo, usando los “petrodólares” para suscitar huelgas violentas y agotar a sus opositores.
Como en otros países que se encuentren dentro de la órbita de Chávez, su trabajo es dirigido por políticos cínicos que piensan que pueden maniobrar hacia afuera, haciendo negocios secretos, interesados. Lobo debería recordar la advertencia de presidente John F. Kennedy, hace 50 años: “Los que buscaron el poder montando la espalda del tigre, terminaron adentro de éste”. Entonces otra vez, a la luz de sus alianzas con los traficantes de drogas y los terroristas, Chávez está en el camino de aprender una lección similar.
Roger F. Noriega fue embajador ante la Organización de Estados Americanos de 2001-2003 y Secretario Adjunto de Estado de 2003-2005. Él es un investigador visitante en el American Enterprise Institute y director ejecutivo de Vision Americas LLC, que representa a EE.UU. y clientes extranjeros.
Fuentes dentro del Ministerio de Relaciones Exteriores de Venezuela están fascinados de que el Presidente Porfirio “Pepe” Lobo haya rendido tan rápido su lealtad a Chávez y a las mismas reformas radicales por las que sacaron a Zelaya del poder en el 2009.
La “entrega” de Lobo ocurrió durante una reunión secreta a mediados de mayo con el enviado venezolano Ariel Vargas, apoyado desde Casa Presidencial, en la casa de Lobo, al noreste de la capital.
De acuerdo con fuentes internas del gobierno de Venezuela, Lobo asumió una posición de ferviente revolucionario y rogó por la paciencia de Chávez mientras él maniobraba con la oposición de su gobierno sobre las reformas constituciones fundamentales que permitirían a la gente hacer a un lado el viejo orden. Lobo le dijo a Vargas que él necesitaría ayuda para neutralizar la oposición que había dentro de su propio Partido Nacional y la Iglesia Católica.
Lobo detalló el delicado balance político que había en el país, donde él sólo podía contar con el apoyo militar. Oficiales en Caracas interpretaron esto como una invitación a Chávez para que comprara la lealtad de los militares y así alentar la capacidad de Lobo de desafiar la estructura atrincherada de poder.
Lobo advirtió que él perdería el soporte militar si catalogaba la expulsión de Zelaya como golpe o pidiera castigo para los implicados. De hecho, Lobo acentuó este punto bromeando que si él hubiese tomado estas determinaciones, Chávez debía estar preparado para ofrecerle el exilio político.
Los diplomáticos venezolanos coincidieron que la parte más atractiva del pacto propuesto es que no tenían que confiar por más tiempo en un Zelaya “mercurial”, a quien habían visto como un “payaso” y un “parásito”.
Chávez dejará que Lobo crea que ellos son sus amigos, pero el venezolano nunca aceptará al presidente derechista del Partido Nacional como un instrumento de cambio radical.
Más bien, Caracas ha comenzado a invertir millones a favor del Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP), que pronto será acreditado como partido político como parte de la “Reconciliación Nacional”, negocio impuesto por Chávez. Fabricando a un rival bien financiado para los dos partidos tradicionales de Honduras, Chávez está convencido que él puede encaminar la oposición e instalar gobiernos minoritarios que impulsen drásticos cambios económicos y sociales.
Los hondureños saben que el real interés de Chávez en su país es que este sea un lugar ideal para el tráfico de drogas desde América del Sur hacia los mercados del norte. Por ejemplo, el régimen chavista provee logística y soporte indispensable al cártel mexicano de Sinaloa.
Incitando a este comercio venenoso, Chávez está emprendiendo una guerra asimétrica contra dos enemigos políticos: México (cuyo presidente Felipe Calderón fue elegido en una campaña “anti Chávez”) y los Estados Unidos.
Según informes publicados,miembros operativos de Hezbollah que reciben refugio y entrenamiento en Venezuela, han buscado consejo de cárteles mexicanos sobre cómo cruzar la frontera de Estados Unidos en forma desapercibida. Para Chávez, Honduras es ganar-ganar-ganar. Si él logra instalar un gobierno amistoso, él tendrá un socio que ensamble la conspiración contra los Estados Unidos. Si sus maquinaciones siembran simplemente caos político y la mutilación social, sus aliados en el comercio de las drogas ilegales prosperarán. Y, en cualquier caso, salvar a Honduras requerirá de la ayuda sustancial de los Estados Unidos.
No hace mucho tiempo, los hondureños se unieron para usar su Constitución y frustrar a Zelaya y la agenda chavista que querían imponer en su pequeña nación. En los meses de intervención, Chávez ha impuesto lo suyo, usando los “petrodólares” para suscitar huelgas violentas y agotar a sus opositores.
Como en otros países que se encuentren dentro de la órbita de Chávez, su trabajo es dirigido por políticos cínicos que piensan que pueden maniobrar hacia afuera, haciendo negocios secretos, interesados. Lobo debería recordar la advertencia de presidente John F. Kennedy, hace 50 años: “Los que buscaron el poder montando la espalda del tigre, terminaron adentro de éste”. Entonces otra vez, a la luz de sus alianzas con los traficantes de drogas y los terroristas, Chávez está en el camino de aprender una lección similar.
Roger F. Noriega fue embajador ante la Organización de Estados Americanos de 2001-2003 y Secretario Adjunto de Estado de 2003-2005. Él es un investigador visitante en el American Enterprise Institute y director ejecutivo de Vision Americas LLC, que representa a EE.UU. y clientes extranjeros.
Fuente: Blog VENEZUELA VETADA
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