Las denuncias de que Venezuela está ayudando a Irán a desarrollar armas nucleares, y de que el régimen iraní está instalando una base en Latinoamérica no son nuevas, podrían ser especulaciones o no serlas. Hay indicios muy preocupantes: el mismo Chávez se encargó de informar en una de sus tantas visitas a Irán que ambos países habían formado un “eje” contra Estados Unidos y que negociaba con Mahmoud Ahmadinejad la creación de una “villa nuclear” en Venezuela con fines supuestamente pacíficos. Déjenme decirles a los despistados dirigentes políticos que los militares asesores iraníes se encuentran hasta en Cavim, que también fue sancionada. Hace dos años, una leyenda en Estados Unidos, como es el fiscal de Nueva York Robert M. Morgenthau, que ha servido de inspiración para el personaje del fiscal de distrito de Manhattan en la serie televisiva La Ley y el Orden, denunció que Venezuela es uno de los pocos países del mundo que vota en contra de las sanciones de las Naciones Unidas contra el programa nuclear de Irán y que mantiene vínculos con los grupos terroristas de Hamas y Hezbolá, respaldados por Irán.
Con tantas advertencias, salen de bruces a rechazar las sanciones tantas veces anunciadas y, en vez de reclamarle al Gobierno esas políticas y relaciones que le han conducido a penalizaciones internacionales, se bajan los pantalones y se arrodillan. Ver a diputados, gobernadores, hasta precandidatos presidenciales, defender a Pdvsa que es hacerlo con su corrupta directiva, empezando por el ministro Ramírez, no hace más que resaltar la inconsistencia de un liderazgo opositor que insiste en hundirse solito.
Si en las últimas elecciones para diputados alcanzamos una mayoría de votos, no ha sido por la labor de esos desubicados dirigentes, sino por las políticas empobrecedoras y excluyentes que el propio Hugo Chávez se ha empeñado en ejecutar, con las cuales viene desprestigiándose ante su propia gente. Pareciera que tanto el Presidente como la oposición se encuentran en un mano a mano para ver quién lo hace peor. Tienen miedo de definirse ideológicamente, de asumir posiciones firmes contra el daño que la izquierda fracasada, trasnochada y fascista le hace al país y a las futuras generaciones.
En una semana, no sólo han caído en la vergüenza de declarar a favor de una administración corrupta como la de Rafael Ramírez, que maneja cifras insólitas de endeudamiento sin control y negocios fraudulentos, como el que acabamos de presenciar con la caja de ahorro de los pensionados, también se mantienen mudos ante la gravísima acusación en España de comisiones ilegales a militares activos venezolanos, por un monto que supera los 50 millones de dólares. ¿Hasta cuando seguirán obnubilados? ¿O pretenden pactar con el Gobierno para que los deje permanecer en sus espacios? Estamos a tiempo no mucho de conseguir un verdadero gerente como candidato presidencial, aunque lo tengamos que sacar de la empresa privada, las universidades o las academias, para convocar a un gobierno de unidad que al llegar a la Presidencia comience, de emergencia, la reconstrucción nacional. O seguiremos dando tumbos.
Fuente: La Patilla
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